WASHINGTON.- Estos días es difícil decir quién lleva la voz cantante en política exterior en Washington. Cuando Arabia Saudita y otros países árabes rompieron sus relaciones con Qatar el lunes, el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, fue el primero en pronunciarse sobre la crisis pidiendo a los involucrados que se sienten a la mesa de negociaciones y superen sus diferencias.
El secretario de Defensa, James Mattis, dijo estar convencido de que se pueden solucionar estos problemas y ese mismo día, una portavoz de Donald Trump afirmó que el presidente conversaría con los implicados para suavizar la situación. Y un representante del Pentágono explicaba que están agradecidos a Qatar por su apoyo al Ejército estadounidense.
Pero al día siguiente, Trump se puso a tuitear. El presidente se situó del lado de Arabia Saudita y dejó en la estacada a Qatar, país en el que se encuentra la base militar estadounidense más importante en Cercano Oriente. Y todo ello en apenas 140 caracteres.
Durante su reciente viaje a Oriente Medio, Trump dijo que las ideologías radicales no podían seguir siendo respaldadas. Ahora el presidente considera que sus palabras fueron determinantes para el aislamiento del pequeño emirato del Golfo.
El republicano cree que la cumbre con los dirigentes de los países árabes ha merecido la pena. "Puede que este sea el principio del fin del terrorismo", aseguró.
El presidente estadounidense actúa de forma totalmente independiente de su aparato de política exterior y de seguridad y contradice a sus secretarios. Incluso el senador republicano Bob Corker se quedó de piedra cuando un periodista comparó sus palabras con las de Trump.
Un día después de respaldar a Arabia Saudita el presidente se ofreció como mediador en el conflicto durante una conversación telefónica con el emir qatarí, Tamim bin Hamad Al Thani. ¿Qué cabe pensar de todo este asunto?
Hay quien podría decir que Trump ha tenido un papel muy importante en esta crisis en el Golfo. Arabia Saudita y los otros países están aprovechando la oportunidad que se les ha brindado con el cambio de poder en Washington para poner firme a un vecino molesto y floreciente que aboga por un cambio de la estructura de poder tradicional en la Región.
El conflicto entre Qatar y los demás países del Golfo no es nuevo, pero la visita de Trump a Riad hace unas tres semanas supuso un punto de inflexión. Arabia Saudita aprovechó la oportunidad para "darle una lección a Qatar" porque se siente reforzado por el apoyo de Trump, opina Bruce Riedel del "think tank" Brookings.
Riad fue la primera parada del primer viaje de Trump al extranjero como presidente, lo que demuestra la importancia que le concede a las relaciones con Arabia Saudí. Estas se habían enfriado durante la Administración de Barack Obama debido, sobre todo, al acuerdo nuclear con Irán, el mayor enemigo de los saudíes.
Sin embargo, en el discurso que pronunció en Riad Trump se refirió a Teherán como la oveja negra del Golfo a la que hay que contener. Y al contrario que Obama, prescindió de criticar la desastrosa situación de los derechos humanos en Araba Saudí. Solo pidió a los líderes árabes que se le unieran en la lucha contra el terrorismo.
Parece que el presidente estadounidense no tiene un auténtico interés en conocer las causas del extremismo o las consecuencias de los Estados fallidos, ni tampoco en tener un conocimiento profundo sobre la complejidad de las relaciones en la región.
Trump ha dejado claro que apoya a los saudíes y a los demás países del Golfo contra Irán porque él tampoco quiere aceptar a la República Islámica como potencia regional.
Aunque el presidente condenó los atentados terroristas del miércoles en Teherán, al mismo tiempo sugirió que el Gobierno iraní también tenía parte de culpa. Los países que apoyan al terrorismo corren el riesgo de "ser víctimas de los malos a los que apoyan", dijo.
Los expertos advierten de las fatales consecuencias que puede tener la crisis. Simon Henderson, experto en Oriente Medio, incluso compara la situación en Qatar a la europea antes de la Primera Guerra Mundial.
Washington podría jugar un papel importante a la hora de desactivar esta "situación explosiva", escribió en un análisis para la revista "Foreign Policy". "Los representantes del Gobierno estadounidense quieren creer que Qatar no era imparcial en su juego de equilibrio entre Estados Unidos e Irán, pero nadie se beneficiaría de un largo conflicto entre Riad y Doha o de una disputa que arrojase a Qatar a los brazos de Teherán", explicó.
Trump tampoco puede desear que la crisis se siga agravando por motivos estratégicos. Esto socavaría los intereses de seguridad de Washington en la región. Estados Unidos necesita a los países del Golfo -conservadores, pero estables- para poder ganar la batalla al terrorismo en la zona. Y una profunda brecha entre estos países o la desintegración del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo podría tener consecuencias fatales.
Además, Qatar es un importante aliado militar de Washington. En el emirato se encuentra la base aérea Al Udeid, en la que están destinados más de 10.000 soldados estadounidenses. Es una parte vital del comando central estadounidense que vigila las misiones en Siria, Irak y Afganistán y desde allí se controlan las misiones aéreas en estos tres países, además de otros. Un traslado de la base es muy improbable, pues costaría tiempo y miles de millones de dólares.
FUENTE: dpa