La lucha por la defensa de los Derechos Humanos y sus francas violaciones por parte de la dictadura de Maduro en Venezuela está contenida en todos los informes de las ONG especializadas e independientes, y recientemente en el “Informe Bachelet”, elaborado por la Alta Comisionada de la ONU, consignada recientemente ante la plenaria de esta importante organización de naciones. Todas ellas revelan las distintas facetas de la violencia del estado como política, contra sus adversarios y ciudadanos por pensar distinto.
Hoy los daños son inauditables. Cada día las cifras y dimensiones de la agresividad patológica de los funcionarios policiales, militares y de los llamados grupos paramilitares “colectivos”, es mayor, con una característica de locura total por las atrocidades de sus actos de barbarie criminal cometidos, que sobrepasan las fronteras del respeto a la condición humana. Un ejemplo del genocidio en acción contra los venezolanos en su holocausto actual.
Mientras los representantes de los diversos gobiernos, estados y organización o bloques regionales continúan sus conversaciones, presiones y otras acciones como la aplicación de sanciones diplomáticas y económicas contra la dictadura del usurpador, con algunos frutos inmediatos, su acción macabra y criminal continúa avanzando en un grado desmedido y frontal contra los posibles acuerdos de consenso internacional. No quieren la paz, quieren la guerra.
Hacen juego de sus experiencias vivenciales con los “instructores y torturadores” del G2 cubano al frente de sus barbaridades contra inocentes presos políticos civiles y militares en los diversos centros de tortura instalados en el país. No existe lugar donde no estén actuando estos bárbaros sin control alguno. Son la peor expresión de la civilización actual y por lo tanto considerados “exterminadores de la raza humana”.
Esta lenta búsqueda de soluciones pragmáticas a la tragedia venezolana, ese valioso tiempo invertido, es bueno para un sector del país, que tiene la fe y esperanza de lograr una salida en paz, sin conflictos graves y apegada a la vigente Constitución Nacional Bolivariana, como alternativa a la guerra fratricida y cruenta, que nadie en el país ha sufrido o vivido en el pasado, pero que luce para algunos ilusionistas de una pequeña “elite política” como una solución viable y “pacificadora” de este proceso complicado, histórico e inédito.
Pero hay otro sector mayoritario que sufre a diario este proceso de diálogo o negociaciones cerradas en un hermetismo total, como debe ser, pero que reflejan lo contrario a una expresión de los adversarios del diálogo, quienes manifiestan que ello significa “más oxígeno para el régimen”, ¿yo respondo: cuál oxigeno?, solo un milagro económico o político, y eso no existe como tal en este momento, podría darle esa fuerza adicional al régimen para resolver los complicados problemas que tiene el país, y que no se resuelven en días, ni en meses. Venezuela esta destruida totalmente y su gobierno usurpador en las peores condiciones,
Un régimen aislado de la comunidad internacional, sin recursos económicos, sin posibilidades de tener crédito bancario y con fuertes restricciones económicas está condenado a la desaparición a mediano plazo. El “oxígeno” lo pierden cada vez los diversos sectores sociales del país, que sufren la tragedia de esta profunda crisis humanitaria, al no ver satisfechas sus demandas básicas de alimentos, medicinas, servicio eléctrico, agua potable y seguridad ciudadana.
Los presos políticos civiles y militares, actualmente encarcelados y torturados bárbaramente, sin fórmulas de juicio, son las víctimas que más requieren de nuestra solidaridad y apoyo humanitario, porque son ellos “héroes de los calabozos”, sacrificados, muchas veces olvidados por sus compañeros opositores, y que sufren segundo a segundo las peores agresiones contra su estabilidad física y psicológica, vidas sacrificadas y echadas al olvido por algunos actores de la política nacional.
En el caso del diputado Edgar Zambrano, 1er vicepresidente de la AN legítima, que ya tiene 10 días en huelga de hambre, incomunicado, no tiene juicio alguno, confinado en una celda en el Fuerte Tiuna, y enfermo, con problemas de tensión arterial. Hoy reclamamos ante a la comunidad internacional su grave situación, al igual la del diputado Requesens, cuyo caso ha sido diferido varias veces por el tribunal de su causa, otro ejemplo es Roberto Marrero, secretario y jefe de gabinete del presidente Guaidó con “pruebas montadas y sembradas” por lo esbirros del SEBIN. Agregamos los dos escoltas del presidente Guaidó, Erick Sánchez y Jason Parisi, ambos secuestrados y acusados ilegalmente por el régimen.
Existen más de 960 detenidos políticos, entre ellos podemos citar los médicos José Marulanda y William Aguedo, Melvin Farías, Michel Vargas, Daniel González, Boris Quiñones, el teniente Luis Alejandro Mogollón, y muchos otros desconocidos, pero en la lista del Foro Penal, quien se ha ocupado como organización social, con vehemencia y solidaridad humana, de denunciar y defender a estos “presos de la libertad”, víctimas de las arremetidas represivas de la dictadura del usurpador.
Hoy emplazamos a las organizaciones sociales, públicas y privadas, a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, a los gobiernos y estados de la comunidad internacional a presionar aún más para garantizarles sus derechos y el tratamiento adecuado según las normas aplicadas en estos casos. ¡Salvemos las vidas de los presos políticos! Es nuestra responsabilidad política y humana.
Es la hora de la solidaridad con nuestros presos políticos civiles y militares sometidos a la barbarie de las torturas físicas, psicológicas y asesinatos. Apoyamos la iniciativa de solicitar el Premio Nobel para la organización Foro Penal, en especial para su líder y presidente Alfredo Romero. Respaldemos sus luchas, es nuestro deber como venezolanos patriotas. Confiemos en Juan Guaidó y en los diputados de la AN legítima,
¡Tienen ustedes la palabra, comunidad internacional!