Camilo Rubiano Becerra
Con los alegatos de conclusión, terminó la etapa de juicio penal contra el exmandatario de Colombia Álvaro Uribe, por su presunta participación en ciertos delitos que niega
Camilo Rubiano Becerra
Culminó lo que han denominado El juicio del siglo, un proceso que injustamente ha tenido que enfrentar el expresidente colombiano Álvaro Uribe.
En los últimos meses, el país ha sido testigo de las audiencias públicas. En esta etapa de juicio, donde tanto la fiscalía, como la defensa técnica de Uribe pudieron descubrir y argumentar sus pruebas, presentar sus testigos y exponer su teoría del caso.
Por parte de la fiscalía, se presentaron cerca de 34 testigos, en los que encontraban, entre otros, el denominado "testigo estrella" Juan Guillermo Monsalve y también el senador Iván Cepeda, quien es el denunciante en este proceso. Lo curioso de esto, y que se puede corroborar en los videos de los testigos, es que ninguno pudo probar al expresidente de cometer delito alguno e incluso el mismo senador Cepeda y su testigo Monsalve en varias respuestas negaron poder asegurar que Uribe o su familia hubieran pertenecido a las autodefensas.
Lo que sí pudimos observar fue como, a través de los testigos, se pudo establecer un comportamiento sistemático por parte del senador Cepeda al visitar distintos centros carcelarios en el país y en el exterior, en el que se ofrecían asilos para los delincuentes y sus familias a cambio de algún testimonio que enlodara a Uribe y su familia. Lo cierto es que ningún testigo, entre los que se encontraban cabecillas de las autodefensas, como alias "el tuso sierra" o alias "salvatore mancuso" señalaron a Uribe como miembro o patrocinador de esa organización delincuencial.
Así mismo, el país fue testigo y conoció los beneficios carcelarios del denominado "testigo estrella" Monsalve, en donde por solicitud e injerencia del senador Cepeda, pudo ser trasladado a celdas con televisor, nevera, licor y comida a la carta, comodidades que no tienen los miles de presos en este país. Este trato especial, buscaba como único fin el enlodar al expresidente. Sin embargo, las pruebas aportadas y el testimonio del mismo Monsalve, de su padre y hermano, no probaron algún acto delictivo por parte del injustamente acusado.
Por otro lado, el expresidente Álvaro Uribe, que se ha caracterizado por ser un hombre frentero, que les da la cara a todos los asuntos, sin importar qué tan adversos o retadores sean, se presentó respetuoso por la majestad de la justicia, dando la cara y asistiendo sin excusa alguna a todas las audiencias. Junto a su defensa técnica, liderada por dos grandes penalistas, el doctor Granados y el doctor Lombana, lograron defender su inocencia y probar el vulgar montaje que le fue armado. Expusieron las irregularidades que caracterizaron el proceso, que van desde más de 20.000 interceptaciones ilegales, inicialmente ordenadas a un congresista del departamento del Choco, pero que se le hicieron a Uribe y cuando se dieron cuenta del “error” por orden de un magistrado decidieron continuar, sin importar la ilegalidad del acto.
También, fuimos testigos de cómo probaron que se utilizó un reloj espía, introducido a la cárcel ilegalmente para grabar al abogado Cadena y del cual sus grabaciones fueron alteradas y manipuladas como lo expuso un perito experto.
Otro de los hechos que demostraron desde la defensa y el mismo Uribe en sus intervenciones, fue la única orden de pedir que se dijera la verdad y solo la verdad y que todo hecho o testimonio fuera inmediatamente informado a la Corte Suprema que en su momento llevaba el caso.
Ante esto, como colombiano, solo espero que por parte de la justicia se absuelva por completo al expresidente Álvaro Uribe y el país tenga clara su inocencia.
PD: Algo que no puedo dejar de decir, y que creo que representa a millones de colombianos, es la absoluta impotencia que viví en estos largos meses de juicio al ver al expresidente Uribe en esa injusta situación, mientras que a los que el combatió con valentía, gallardía y patriotismo, para darnos seguridad y estabilidad, estuvieran cómodamente desde curules sin merito democrático o desde distintos lugares que les permite la impunidad de un proceso rechazado por las urnas, disfrutando plácidamente del sufrimiento de él y de su familia.
Ojalá, en medio de estas horas oscuras por las que atraviesa el país y su democracia, este injusto caso nos haga caer en cuenta de cómo por no participar activamente en las decisiones de país, los bandidos han querido reescribir nuestra historia e imponernos la de ellos.
Ojo Colombia, estamos advertidos.