“Pompeo pide a gritos déjense ayudar; poner de lado el peligroso riesgo de ser una Venezuela solera, carcunda y pistolera liderada por la cizaña de un bajuno”.
“Pompeo pide a gritos déjense ayudar; poner de lado el peligroso riesgo de ser una Venezuela solera, carcunda y pistolera liderada por la cizaña de un bajuno”.
La reciente “denuncia” de Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU, sobre una división inoportuna en el seno de la disidencia Venezolana [oportuna en el cogobierno de Maduro] no es un simple “jalón de orejas”. Pompeo pone sobre la mesa un histórico problema de cultura popular y política si acaso peninsular: el divisionismo goloso.
Divide y vencerás
No es un proverbio nuevo en política. Primero Julio César en el “arte de la guerra” y su divide y vencerás, divide y conquistarás, y luego el Florentino Nicolás Maquiavelo en El Príncipe y su “divide y reinarás”. Un “método” que destierra la patria, la moral y la religión, fraguando la luz nacionalista por la fascinación personalista, permutando la fe, la ética y la ley, por el Estado soy yo. En política unirse a una causa común, aliada y republicana es elemental. No hacerlo por no distinguir entre aliado y adversario embriagado de yoismo, es banal y retorcido.
Transcurrido más de cuatro lustros de anomia, la dinámica fragmentaria ha sido palmaria. En tirios y troyanos. Así somos. Anárquicos y destemplados. Herencia hispana de pura cepa. Un constructo cerote (Dixit Camilo José Cela) torpe y estratégicamente inapropiado, que ha impedido la eficacia.
Lo anterior no es un tema lírico. Comporta una revisión profunda de reagrupamiento (dixit Thais Peñalver), que demanda un escrutinio de elevadísimo contenido cultural y organizacional. Nuestra disposición a la conflictividad etérea y ponzoñosa desaliña y desintegra el fin [cuyo medio es la unidad].
Hemos presenciado por más de 20 años un desmantelamiento salvaje e irresponsable de nuestro país. ¿Acaso no es ese factor un antivalor suficiente para unirnos disciplinada, comprometida y obedientemente? Las disputas a nivel de redes; la facilidad con la cual recurrimos a la descalificación e incurrimos en desesperanza aprendida, ha sido la comidilla de oro de vulnerabilidad que la inteligencia cubana aplica como estrategia de división, debilitamiento e inmovilización de la resistencia ciudadana. Y triunfa lo espasmódico [el circo] sobre lo solemne: el país.
Seguid el ejemplo
No comprender la unidad necesaria como catalizador de éxito es no entender que la movilización interna, extendida, amalgamada, disciplinada y obediente de las fuerzas vivas del país, es el leitmotiv de la alianza internacional. Las naciones que se solidarizan con la Venezuela libre necesitan justificar sus apoyos en nuestra lucha, de adentro hacia fuera. No al revés. Al desmembrarnos nosotros se desmiembran ellos. Divide…
Cuando el secretario de Estado, Mike Pompeo, y otros cancilleres y embajadores nos ven ungidos en facciones que nos inmovilizan, sembramos un letargo inconveniente a nivel diplomático. Por eso urge una tregua política que permita continuar con unidad de mando, logística y ejecución, una estrategia única. Seguid el ejemplo de Mandela, Valesa o el Dr. King Jr. Deponer el ejemplo de Fernando VII…
¡Muera la Pepa!
Escribe Arturo Pérez–Reverte en su libro “Una Historia de España”, que al ser liberado Fernando VII por Napoleón, el joven monarca apoyado por el consenso de liberales progresistas y conservadores monarquistas, poco le importó aquel manifiesto de “lealtades” resumidos en “La Pepa” [Así llamaron a la Constitución de 1812]. Esa “alianza” permitió al bajuno Monarca proyectar a una España divisible, un pandemónium de persecuciones, matanzas e inestabilidad brutal en los próximos 200 años. Una era de reflujos y resentimientos que aún no acaban. ¿Eso queremos? ¿Eso propiciamos? ¿Ser liderados por una macabra coalición divisionista [Maduro VII] que al decir de Pérez-Reverte “nos lleve a un sainete de mantillas y abanicos, bajuna y cañí” de pesadilla revolucionaria, donde todo venezolano delate al vecino y quedemos como “feudo servil” al servicio de la apostasía atea, no apostólica y cubana? Pues nada. Dos caminos: O vive la Pepa o ¡muera la Pepa!
Dios, patria y rey
Ese es el gran desafío. Desmontar el complejo hispano de Carlistas vs. María Cristinos, el divisionismo de Fernando VII que las masas “celebraron”. A su muerte [Fernando VII], quien murió en su cama con los pies campantes, su viuda María Cristina asumió el trono por ser la heredera Isabelita, una criatura de 3 años. Don Carlos -hermano de Fernando VII- reclamó la silla, pero María Cristina logró el pliegue de leales combatientes conocidos como progresistas/liberales. Don Carlos se hizo del conservadurismo burgués Español de las regiones del país Vasco y Cataluña, con la iglesia, Dios, Patria y Rey por delante. Contienda que condujo a España a una extendida confrontación puente a la guerra civil de 1936 con la llegada de los milicos y Generalotes. “Triunfaba” la España de “carcunda y solera, monárquica y meapilas” (Pérez-Reverte), donde la violencia y la intolerancia aún es un conflicto no resuelto.
Pompeo pide a gritos: déjense ayudar; poner de lado el peligroso riesgo de ser una Venezuela solera, carcunda y pistolera liderada por la cizaña de un bajuno. Construyamos la alianza republicana. A partir de allí la diplomacia podrá arriesgar más y decir: tenemos transición sustentable, ¡en Venezuela es primavera!
“Si los Carlistas hubiesen bajado sus mantillas y las Marías Cristinas sus abanicos”, España sería más por haber sufrido menos… ¡Muera La Pepa!