Profundicemos hoy en el mindfulness o la atención plena, y en por qué deberíamos comenzar a practicarla (si no lo hemos hecho ya) o a practicarla más, si ya hemos tenido la suerte de tropezarnos con ella.
Profundicemos hoy en el mindfulness o la atención plena, y en por qué deberíamos comenzar a practicarla (si no lo hemos hecho ya) o a practicarla más, si ya hemos tenido la suerte de tropezarnos con ella.
El mindfulness es simplemente entrenar nuestra mente, así como hacemos con nuestro cuerpo. ¿Y con qué objetivo? La idea es volvernos más conscientes de nuestro propio ser interior, nuestros pensamientos, intenciones, emociones y sensaciones y también de nuestro entorno, las circunstancias y las personas que nos rodean. Es entender que estamos en el momento presente y aceptar, sin juicios, críticas ni culpas, lo que sentimos y pensamos en un momento determinado y dejarlo ir, sin aferrarnos. Y lo hacemos a través de unos profundos estados de concentración y atención que vamos alcanzando a medida que entrenamos más y más nuestra mente.
Lo que más me gusta de la atención plena es que con ella logramos desarrollar, cultivar o aumentar tres cosas que a mí siempre me han parecido esenciales para quienes estamos viviendo la etapa de los cuarenta. Son cosas que trabajo mucho con mis chicas en mis retiros de fin de semana y en mi programa transformador #Los40sonlosnuevos20.
Estos son apenas algunos de los beneficios mentales y emocionales del mindfulness, una práctica que también tiene infinidad de beneficios para la salud física, pero que serán tema de otro artículo.
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