lunes 14  de  octubre 2024
INÉDITO

VIDEO: Opositor intenta aprovechar agujeros legales de la dictadura

Hildebrando Chaviano es un convencido que para lograr apoyo popular hay que gastar la suela de los zapatos en tu comunidad y escuchar a la gente.

LA HABANA. -Iván García
Especial

Hildebrando Chaviano puede pasar por Obama si el servicio secreto del presidente estadounidense lo utiliza como un doble. A sus 65 años, Chaviano trasluce capacidad de liderazgo. Le gusta discursear con una voz de locutor de radio y no oculta su afición por la política.

LEA TAMBIÉN: Vicepresidente cubano enmarca día de elecciones como “histórico” en el contexto del diálogo con EEUU

Este es el disidente cubano Hildebrando Chaviano. Foto EFE.

El disidente cubano Hildebrando Chaviano. Foto EFE.

De casta le viene al galgo. Su padre fue militante del Partido Socialista Popular, el partido marxista en la Cuba republicana, con una vasta labor sindical e influencia en el ámbito intelectual y cultural.

Llegó a la disidencia desde del seno de la revolución. Fue miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas y durante cinco años recluta en el Ministerio del Interior.

“Por mi actitud contestataria y liberal siempre fui una persona conflictiva. No era un tipo de confianza para el Gobierno. Cuando no me botaban directamente, me mostraban la puerta para que me fuera. Siempre cuestioné el papel del partido, el gobierno y el sindicato”, acota sentado en la sala de su apartamento en el edificio Focsa, una de las joyas de la arquitectura e ingeniería de la Cuba republicana.

En la sala sobra espacio y faltan muebles. En un librero de madera barata se amontonan los libros. Desde una ventana se muestra una vista panorámica de la ciudad y parece que se puede tocar con la mano el azul intenso del Océano Atlántico que se divisa en el horizonte.

“Desde aquí no se percibe la miseria y el abandono de la ciudad. Cuando me postulé para delegado del Poder Popular, no me presenté como opositor político. Mi propuesta es social. Pensando en el número creciente de ancianos que se ven obligados a mendigar o hurgar en los latones de basura. Las penurias, infraestructura caótica y mal servicio del transporte público afectan a todos, sean partidarios o no del Gobierno. Creo firmemente que la disidencia debe empezar a trabajar desde y para la comunidad. Estoy preparado para ese cambio”.

Después que Hildebrando pidiera licenciarse del MININT, matriculó en la Universidad de La Habana y en 1978 se graduó de Derecho. Durante 15 años trabajó en la empresa estatal de Frutas Selecta. Pero en el verano de 1994, por ser un tipo demasiado incómodo para el régimen, quedó desempleado.

“Como opción me propusieron una plaza de estibador en un almacén. La deseché. Ya no creía en el sistema. Llegué a la disidencia en 2006. Leonardo Hernández, un amigo de la infancia, me presentó a José Idelfonso Vélez a quien considero mi manager político. Me integré en una asociación opositora que trabaja por la integración racial junto a Juan Antonio Madrazo, Leonardo Calvo y Manuel Cuesta Morúa”.

Padre de tres hijos y abuelo de cuatro nietos, Hildebrando se siente cómodo en su papel de activista político. Una tarde lluviosa de 2014 se integró a la propuesta Candidatos por el Cambio, que lidera el politólogo y periodista independiente Julio Aleaga Pesant.

“La estrategia era presentar cuantos candidatos fueran posibles. Teníamos seis, pero por argucias legales del régimen o porque desistieron quedamos solo dos, Yuniel López y yo. Yuniel se postuló en una barriada dura del municipio Arroyo Naranjo, el más pobre y con más hechos de sangre de La Habana”, cuenta Chaviano.

La estrategia opositora de infiltrarse por los escasos agujeros legales que deja sin cubrir la autocracia verde olivo es de vieja data. En los años 80 un opositor del grupo de Ricardo Bofill se postuló en una asamblea de barrio. En 2010, en Punta Brava, localidad del municipio habanero de La Lisa, se creó una plataforma para insertar candidatos disidentes en instituciones del Poder Popular. El único opositor que se presentó obtuvo muy pocos votos.

“Las elecciones para elegir delegados de barrio es probablemente la única veta democrática que existe en la Isla. Es innegable que es muy difícil pasar por el tamiz montado por la policía política y las instituciones del Estado. Pero con una narrativa solo para el exterior no vamos a tener jamás la fuerza suficiente para enviar nuestro mensaje de cambio democrático a los cubanos de a pie”, expone Chaviano.

El talón de Aquiles de la oposición es su escaso poder de convocatoria y no contar con una base popular. Su mensaje es más para el otro lado del Estrecho de la Florida que para sus vecinos del barrio.

Hildebrando lamenta el tibio respaldo de la disidencia a su postulación. “Algunos me han dicho que he traicionado. Y me han dado a entender que en el futuro me podrían pasar la cuenta por utilizar como catapulta a instituciones del Estado. La solidaridad ha sido mínima. Iván Hernández Carrillo, expreso político del Grupo de los 75, es de los pocos que me han apoyado. Otros nos han subestimado a mí y Yuniel”.

La noche de su postulación recibió el voto de 21 vecinos de la zona donde vive en El Vedado. “Contrario a la disidencia, vecinos y trabajadores me han mostrado abierta o discretamente su solidaridad. Me quedo con eso”, dice el candidato disidente.

A unas horas de las elecciones de barrio, Hildebrando se muestra confiado. “Varios observadores supervisarán la votación y el conteo de votos, que es público. En caso de no ganar, le propondré al candidato elegido trabajar con él para solucionar innumerables casos sociales que están más allá de la política”.

Chaviano considera que la disidencia debe acoplarse a la comunidad para asumir un rol protagónico en el futuro de Cuba. Una noche lejana de 2004, en un viejo radio ruso, él escuchó un discurso en una Convención Demócrata en Estados Unidos de un tipo de nombre impronunciable.

Se llamaba Barack Obama, y luego de leer los dos libros escritos por el exsenador de Illinois, Hildebrando Chaviano es un convencido que para lograr apoyo popular hay que gastar la suela de los zapatos en tu comunidad y escuchar a la gente.

“Es verdad que en una sociedad totalitaria es más complejo. Corres el riesgo de ir a la cárcel y sufres el acoso de la policía política. Pero vale la pena intentarlo”.

Este es el disidente Yuniel Francisco Lopez. Foto EFE.

Video:

 

 

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar