La Habana. - Bajo un sol de espanto, dos hombres con aspecto de ancianos hurgan en los depósitos de basura ubicados en la Plaza Roja de La Víbora, al sur de La Habana. Alberto y Ramiro dicen que tienen 66 y 69 años, pero aparentan muchos más.
Mientras se agrava la crisis y colapsan todos los servicios en la isla, La Habana observa cautelosa lo que se sobreviene en Caracas
La Habana. - Bajo un sol de espanto, dos hombres con aspecto de ancianos hurgan en los depósitos de basura ubicados en la Plaza Roja de La Víbora, al sur de La Habana. Alberto y Ramiro dicen que tienen 66 y 69 años, pero aparentan muchos más.
Ramiro viste una camisa mugrienta de mangas largas, short con parches en el trasero y un par de sandalias de goma que encontró hace dos semanas en un vertedero de la Calle 100, al oeste de la ciudad. La ropa de Alberto también es muy vieja, pero por calzado lleva un par de tenis Adidas rotos a los que le puso suelas nuevas. “Son muy cómodos. Me los encontré en un tanque de basura. A pesar de la crisis y el hambre, todavía hay personas que botan cosas de valor", dice y sigue hurgando entre los desperdicios.
En una carretilla, Alberto y Ramiro colocan las latas vacías, pomos plásticos o cualquier cosa que consideren se pueda vender por un puñado de pesos. Alberto aclara que no es revisar por revisar. “Registrar entre la basura tiene su maña. Hay un montón de hambrientos que le mete mano a lo que encuentre. Nosotros no. Los alimentos que ‘jamamos’ (comemos) son los enlatados o pellejos de pollo. Un arroz con chicharrones de pollo es como ganarse la lotería”.
El pasado de los dos ancianos es similar al resto de los mayores de 60 años en Cuba. Cuenta Ramiro que fue “combatiente internacionalista en Angola” y considera que si “Fidel [Castro] estuviera vivo se le hubiera ocurrido un plan para que la gente no pasara hambre. El actual gobierno, incluyendo a Raúl, es más contrarrevolucionario que Otaola [conocido influencer de Miami]. ¿Desde cuándo el gobierno no construye hospitales, escuelas y obras sociales?”, se pregunta y añade: “Hay que hacer una nueva revolución y tumbar a estos sinvergüenzas que viven como marajás”.
Alberto le pide prudencia. “Pitchea bajito que esta gente también mete presos a los mendigos”. Y coinciden que en Cuba la asistencia social a personas sin recursos está en bancarrota. “A mí me pagan 1.685 pesos por invalidez. Ese dinero no me alcanza ni para comprar un cartón de huevos. El gobierno acusa a las MIPYMES de vender caro, pero no se cuestiona que en el sistema que implantó Fidel, el Estado es quien mantiene al pueblo. De seguir con esa ofensiva, las MIPYMES cerrarán, aumentará el hambre y aumentará el número de cubanos registrando en la basura”, augura Alberto.
Las montañas de escombros y desperdicios pululan por toda La Habana. Miguel, funcionario de comunales, apunta que “tenemos la mitad de los camiones recolectores parados sin neumáticos ni baterías. Y el gobierno nos entrega solo el 30 por ciento del combustible requerido. La estrategia es limpiar los lugares más céntricos. Para recoger la basura en los repartos no hay recursos y no se sabe cuándo los habrá”.
Los servicios públicos en Cuba son un caos. En La Habana, con alrededor de un millón 800.000 habitantes, solo funcionan entre 60 y 100 ómnibus diarios, afirma un funcionario de transporte. “Metrobus, la línea principal, que posee guaguas articuladas y es la responsable de trasladar a cientos de miles de pasajeros, solamente tiene dos o tres ómnibus en funcionamiento en cada una de sus 16 rutas. Debido a la falta de piezas de repuesto, la mayor parte del parque vehicular se ha deteriorado. En el futuro será más barato comprar guaguas nuevas que recuperar las que tenemos”.
Hace 35 años, por la capital rodaban 2.500 ómnibus y una flota de cuatro mil taxis. “Aun así la demanda superaba por mucho a la oferta y las personas viajaban colgadas en las puertas de las guaguas. Ahora, con un 10 por ciento de los ómnibus que se necesitan, ya la gente ni las espera. Y lo peor es que no hay solución a corto ni a mediano plazo”.
Cuando usted conversa con cualquier funcionario de Salud Pública, Aguas de La Habana, Transporte, Educación, Electricidad, Comercio Interior o Comunales, todos reconocen la falta de financiamiento, previsión gubernamental y el deterioro de la infraestructura. Nadie, incluso ni los acérrimos que apoyan a la dictadura, muestra soluciones o proyectos que mejoren los servicios básicos en el país.
“No se ve la luz al final del túnel”, confiesa un ingeniero de Aguas de La Habana. “Qatar y Emiratos Árabes han donado cifras millonarias, destinadas a renovar el acueducto y alcantarillado de la ciudad. Pero nadie sabe el camino que cogió el dinero. Se ha sabido que de esas divisas le abrieron un museo a Fidel en El Vedado. En Cuba lo político pesa más que brindar un buen servicio a la población”. El 50 por ciento del agua que se distribuye en La Habana se pierde debido a roturas y salideros. Alrededor de cien mil personas no reciben agua potable en la ciudad.
La empresa eléctrica anda igual. O peor. Se producen apagones diarios de seis a quince horas en casi todas las provincias desde hace dos años. Un ingeniero eléctrico, reveló a DIARIO LAS AMÉRICAS, que “se desconoce qué hizo el gobierno con el crédito ruso otorgado en 2016 para construir cuatro unidades de 200 megawatts cada una. Si se hubiera destinado al sistema electro energético, estaríamos mucho mejor. Las autoridades no han sido previsoras y el pueblo está pagando su incompetencia. Que nadie espere soluciones mágicas. En un país donde no falta el sol, abundan zonas con fuertes rachas de vientos y al ser una isla estamos rodeados de mar, apenas se invierte en energías limpias y renovables. Las actuales termoeléctricas tienen más de 40 años de explotación. No conozco ningún proyecto de construcción de nuevas termoeléctricas. Por lo tanto, los apagones se agudizarán con el paso del tiempo”.
El escenario puede empeorar todavía más. Las elecciones del próximo 28 de julio en Venezuela son seguidas con lupa por el régimen. Una parte importante del petróleo que se consume en Cuba llega gratis desde Venezuela o a cambio de médicos y oficiales de contrainteligencia que adiestran a sus homólogos venezolanos en el arte de la represión.
En los medios estatales se ha desplegado una amplia campaña de manipulación, desprestigio y fake news en contra de María Corina Machado, Edmundo González y la oposición venezolana en general. Las declaraciones del mandatario brasileño Lula da Silva, aliado del castrismo, criticando al autócrata Nicolás Maduro y su anuncio de un baño de sangre o guerra civil si pierde las elecciones, no se reflejan en la prensa oficial controlada por el partido comunista.
Una fuente asegura que Díaz-Canel “ha enviado personal adiestrado en divulgación y uso de las redes sociales para contrarrestar el apoyo popular de la oposición. La infraestructura tecnológica y padrones cedulares en Venezuela lo manejan los servicios especiales de la Isla”.
Si Maduro cae, el terremoto político también podría arrastrar a la dictadura cubana.