Las recientes maniobras diplomáticas del presidente colombiano Gustavo Petro hacia China y su propuesta de celebrar la próxima cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Estados Unidos reflejan una política exterior audaz y cargada de ideología que amenaza la influencia de Washington en el hemisferio occidental.
Aunque envueltas en el lenguaje de la cooperación y el multilateralismo, estas acciones alinean a Colombia con regímenes antidemocráticos y redes criminales bajo el disfraz de soberanía regional.
Este documento sostiene que la iniciativa CELAC de Petro no solo es diplomáticamente incoherente, sino estratégicamente peligrosa, al invitar la influencia autoritaria al espacio estadounidense y al mismo tiempo ignorar la crisis del narcotráfico que socava la estabilidad hemisférica.
I. Las delirantes ambiciones de Petro y la reconfiguración geopolítica
El presidente Gustavo Petro no está simplemente trazando un nuevo rumbo diplomático para Colombia: está intentando reescribir el mapa estratégico del hemisferio occidental. Comunista convencido, Petro mantiene una profunda raíz ideológica como exintegrante del grupo guerrillero M-19, una insurgencia marxista violenta que operó en Colombia durante las décadas de 1970 y 1980. Su cosmovisión está moldeada por la lucha socialista de la Guerra Fría, y su política exterior actual refleja una creencia persistente en la resurrección de esa lucha ideológica, ahora por medios diplomáticos y alianzas estratégicas en lugar de conflicto armado.
II. CELAC: Plataforma de autócratas y redes criminales
Aunque presentada como un foro de integración latinoamericana, CELAC ha sido cada vez más cooptada por regímenes autoritarios con profundos vínculos con el crimen organizado. Países como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia dominan su agenda, utilizando el foro para promover la resistencia ideológica contra la política estadounidense y para brindarse cobertura mutua en materia de corrupción, represión y narcotráfico.
Las recientes decisiones tomadas en la cumbre de Tegucigalpa reflejan un giro radical y autoritario. CELAC decidió realizar su próxima gran sesión en China—un país sin democracia, con presos políticos y una represión sistemática de la disidencia. Esta decisión evidencia una inclinación deliberada hacia regímenes autocráticos.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, figura destacada en CELAC, reforzó esta deriva al asistir recientemente a la celebración del Día de la Victoria en Moscú, alineando simbólicamente a Brasil—y por extensión a CELAC—con un estado actualmente envuelto en la invasión ilegal de Ucrania.
De hecho, esta creciente alineación ideológica de CELAC con China y Rusia refleja la disfunción estructural de los BRICS, una coalición de conveniencia que falla reiteradamente en alcanzar consensos o acciones coherentes (Reuters, 2025b). Pese a sus ambiciones, los BRICS rara vez logran acordar siquiera un punto sustantivo, reduciendo sus cumbres a simbolismos vacíos. CELAC corre el mismo riesgo: declaraciones grandilocuentes que ocultan contradicciones internas y ambiciones autoritarias.
III. La crisis de la cocaína: ¿Ceguera política o palanca estratégica?
A pesar de un discurso centrado en la salud pública y reformas, Colombia bajo Petro continúa exportando cientos de toneladas de cocaína anualmente, gran parte con destino a Estados Unidos. Colombia sigue siendo el mayor productor de cocaína del mundo (UNODC, 2024), alimentando un mercado negro transnacional que sostiene la violencia, fortalece a los carteles y deteriora la confianza entre Bogotá y Washington.
Preocupa especialmente que el propio presidente Petro ha admitido públicamente su consumo de cocaína—no como un hecho del pasado, sino como una realidad presente a lo largo de su carrera política (Semana, 2022). Aunque ha negado las acusaciones recientes de adicción activa—lanzadas por antiguos aliados como el canciller Álvaro Leyva—el contexto general, incluyendo su conducta errática en actos oficiales, plantea serias dudas sobre su capacidad de liderar con imparcialidad y autoridad moral una lucha efectiva contra el narcotráfico (Associated Press, 2025; Reuters, 2025a).
Además, su exembajador en Venezuela, Armando Benedetti, confesó públicamente su adicción y renunció en 2024 a su cargo para ingresar en rehabilitación (Colombia One, 2024). Cuando figuras clave de una administración encargada de combatir el narcotráfico están involucradas en el consumo de drogas, la credibilidad de la estrategia antidrogas de Colombia se ve severamente comprometida.
IV. China en América Latina—y la obediencia de Petro
China no es un actor económico pasivo en América Latina—es un rival estratégico. Sus inversiones en puertos, infraestructura, redes digitales e industrias extractivas forman parte de una campaña a largo plazo para desplazar la influencia estadounidense y establecer enclaves ideológicos en la región.
El entusiasmo de Petro por alinearse con China recuerda a un revolucionario de la Guerra Fría buscando relevancia en el siglo XXI, esta vez a través del capital rojo, no del Ejército Rojo. Esta alineación no debe verse como una simple decisión económica, sino como parte de un esfuerzo ideológico que amenaza la seguridad hemisférica.
V. Recomendaciones estratégicas para la política de EEUU
- Rechazar categóricamente cualquier cumbre CELAC en suelo estadounidense a menos que se cumplan condiciones claras de alineación democrática y cooperación antidrogas.
- Recalibrar la asistencia estadounidense a Colombia, condicionando el apoyo a metas verificables en materia de lucha contra el narcotráfico y cooperación judicial.
- Exponer los vínculos de CELAC con el narcotráfico y el autoritarismo, contrarrestando su legitimidad mediante aislamiento diplomático y campañas estratégicas.
- Fortalecer las instituciones democráticas y la sociedad civil en Colombia, especialmente aquellas que resisten el expansionismo ideológico de Petro.
- Expandir esfuerzos interagenciales para neutralizar operaciones de influencia china y colusión con carteles en toda América Latina.
Conclusión
Gustavo Petro no está simplemente navegando un entorno diplomático complejo—está intentando revivir una ideología revolucionaria marxista ahora disfrazada de multilateralismo moderno. Su propuesta de traer a CELAC a suelo estadounidense no es una invitación a la unidad regional, sino un intento calculado de reposicionar a Colombia dentro de un eje de influencia liderado por China, regímenes criminalizados y los residuos del comunismo de la Guerra Fría.
Si Estados Unidos no reconoce esta estrategia por lo que es—una subversión deliberada del orden democrático y la seguridad hemisférica—corre el riesgo de permitir que caballos de Troya entren no solo en sus puertas diplomáticas, sino en el corazón mismo de su estrategia.
Referencias
Publicado en el Miami Strategic Intelligence Institute (MSI²)