Es muy difícil rastrear cuando empezó el proceso de discriminación de las mujeres en el esfuerzo de consolidar el dominio patriarcal, pero desde que tengo uso de razón siempre ha habido discriminaciones o diferencias en el trato o responsabilidades entre hombre y mujer en mi entorno.
Muchos suponen que el patriarcado no existe, que es una definición apartada de la realidad, pero de hecho, el machismo como cultura se preserva a través del modelo patriarcal. Durante incontables años no ha existido una reacción social firme hacia la discriminación o el maltrato hacia las mujeres, y es que el silencio y los subterfugios por parte del pensamiento machista son necesarios para la continuidad del patriarcado. Los roles de los hombres y de las mujeres cambian en cada época y cada cultura, pero la discriminación hacia las mujeres es mundial e intemporal.
En todas las culturas las mujeres han sido y son discriminadas en mayor o menor grado. En Atenas las mujeres eran únicamente tomadas en cuenta para procrear, realizar las labores del hogar y cuidar del hombre, no tenían voz ni voto. La mujer era vista como un ser inferior. En esta civilización y en otras era un honor tener un hijo varón, mientras que las niñas eran abandonadas. En el Medio Oriente las mujeres se han visto sometidas a un régimen machista durante muchos años, en el cual se ven obligadas a cumplir con ciertas tareas por imposición del hombre y la religión. El Islamismo es una de las religiones más radicales del mundo actual.
Recientemente Nasrin Sotoudeh ha sido condenada por defender los derechos de las mujeres en Irán. Y le han impuesto la pena extremadamente cruel: 38 años de cárcel y 148 latigazos. Con esta condena las autoridades iraníes recuerdan a las mujeres que seguirán subyugadas por unas leyes que vulneran su dignidad y sus derechos.
La discriminación de la mujer en los países desarrollados se ha reducido a pasos agigantados durante los últimos cien años: el derecho al voto, el acceso a trabajos que estaban reservados a los hombres, la conquista de la educación universitaria son algunos ejemplos de ello.
Viendo los hechos históricos nos damos cuenta de que la distancia cultural entre las civilizaciones antiguas y la nuestra no es tan grande como creemos, seguimos cometiendo los mismos errores y el más recurrente es la violencia doméstica contra la mujer.
Las mujeres vivimos distintas formas de discriminación que limitan el ejercicio de nuestras libertades y existen mujeres que son más relegadas que otras como son las indígenas, trabajadoras domésticas, migrantes, madres adolescentes, madres solteras, lesbianas, analfabetas, adultas mayores, discapacitadas físicas o mentales y esto se basa en la vigencia de un conjunto de estereotipos y prácticas sexistas que deprecian lo femenino y a las mujeres como grupo poblacional.
Entre los tipos más comunes de violencias o discriminación contra las mujeres encontramos la violencia psicológica que consiste en tratos humillantes, comparaciones destructivas o marginalización que disminuye nuestra autoestima, conducen a la depresión y en casos severos al suicidio. El acoso y abuso sexual, la utilización de la fuerza incluso dentro del matrimonio la cual está vinculada estrechamente a la violencia doméstica. Discriminación laboral donde te exigen requisitos sobre el estado civil, maternidad, la edad y la apariencia física. Discriminación mediática la cual es la difusión de imágenes estereotipadas a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueve la explotación de mujeres o sus imágenes, así como también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas. Así mismo, en algunos países se han tipificado otras modalidades de violencia entre ellas la prostitución forzada, la esclavitud sexual, la mutilación genital y la esterilización forzada, entre otras.
En el caso de las mujeres tras las rejas, la cruel realidad es que la cantidad de mujeres en prisión en todo el mundo es mucho más grande de lo que la mayoría de nosotros podemos imaginar. La mayoría de las mujeres presas están convictas por crímenes no violentos. Algunas están embarazadas, algunas son drogadictas, muchas son madres y otras extremadamente pobres. Los Estados Unidos es el campeón en encarcelamiento femenino, sólo el 5% de la población femenina del mundo vive en Estados Unidos, pero Estados Unidos representa casi el 30% de todas las mujeres encarceladas en el mundo, le sigue Europa continental y después el Reino Unido.
En pleno siglo XXI, los actos de violencia y discriminación hacia la mujer siguen siendo una lacra en nuestra sociedad. Es importante que todos seamos conscientes de estas situaciones y las denunciemos cuando esté en nuestras manos. Lamentablemente, todavía queda mucho camino por recorrer.