ESPECIAL
@DeLaHabana
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LA HABANA.- La primera vez que Abdel fumó marihuana lo hizo para no desentonar con sus amigos. Recuerda que después de bajar dos litros de whisky barato, partieron rumbo a una casa en la playa con media docena de muchachas, que tras acordar un pago de veinte pesos convertibles para cada una, armaron una orgía espectacular.
El joven no procedía de una familia disfuncional. Creció y fue educado esmeradamente por unos padres que siempre estuvieron a su lado mientras estudiaba saxofón y piano en un conservatorio estatal. En raras ocasiones, Abdel bebía un par de cervezas o una copa de vino tinto. Ni siquiera fumaba cigarrillos. "En la escuela de música sufrí acoso por mi comportamiento atildado y bitongo”, rememora.
Luego de graduarse se integró a una banda de jazz y comenzaron a llegar los éxitos y contratos en el exterior. También las fiestas después de las descargas donde se ingería alcohol a lo grande, se fumaba marihuana colombiana y al final inhalaban varias rayas de cocaína.
“Cuando estábamos en el extranjero era más fácil conseguir la cocaína. Pero en La Habana un integrante del grupo conocía a varios ‘puntos’ que vendían drogas. No importaba el precio del gramo de melca, 90, 100 o 120 cuc, unos 90, 100 o 120 dólares al cambio. Económicamente las cosas nos estaban saliendo bien. Por puro complejo de manada, para no ser diferente, me sumé a las descargas que cada vez se hacían más frecuentes”, cuenta Abdel.
Hace cinco años la banda se desintegró. Abdel comenzó a tocar como solista. Pero ya no tuvo el mismo éxito. El consumo de drogas le pasó factura. “Dejé a un lado la creación artística. Llegaba tarde a las presentaciones y pasado de tragos. Me volví adicto a las drogas. Me cuesta mucho superar la adicción”, confiesa.
Estuvo ingresado en una clínica que atiende la adicción a drogas, pero al año volvió a recaer. Ahora su padre lo lleva a la consulta de un especialista que utiliza un método de rehabilitación novedoso. Abdel reconoce que todo depende de él.
"Si no pongo de mi parte nunca podré superar la adicción. Lo peor de esta enfermedad es el daño que provoca a tu familia y seres queridos. Al final no tengo nada. Incluso vendí mis instrumentos musicales para comprar drogas. Iniciarse en ese camino destructivo es fácil, lo difícil es salir de ese infierno”, argumenta.
Aumento
Iraida, especialista en rehabilitación, apunta que el alcohol y las drogas crean “una dependencia brutal. No distingue clase social. Igual en sus redes caen personas de bajos recursos, familias disfuncionales que gente de alto poder adquisitivo, intelectuales y ciudadanos que han recibido una buena educación. El mejor tratamiento contra los estupefacientes y el alcohol no garantiza que los pacientes vuelvan a recaer. Muchos llegan tarde a la rehabilitación, cuando el daño físico y síquico ya es irreversible”.
Según la especialista, en Cuba ha aumentado dramáticamente el número de casos: “Veinte o treinta años atrás, los adictos a las drogas eran pocos. El alcoholismo predominaba. Ahora en cada municipio habanero hay una clínica de día para atender casos de drogadicción y alcoholismo y siempre está llena. De acuerdo a un estudio, uno de cada tres adictos a las drogas duras (cocaína, LSD y otras), acuden algunas vez a recibir un tratamiento de desintoxicación. Por lo que el número de casos que no reciben tratamiento médico se puede multiplicar por dos”.
Joel se ha convertido en dependiente del alcohol. Vive en un barrio pobre donde residen familias oriundas de las provincias orientales que ilegalmente residen en La Habana.
“Desde que te levantas ves a la gente enganchada a la botella de ron. El desayuno es alcohol, en el almuerzo sigue el alcohol y en la comida más alcohol. Todo gira alrededor de una botella de alcohol. Cuando terminé el noveno grado, dejé la escuela para ayudar a mi mamá, que es soltera y tiene que criar ella sola a mis tres hermanos", recuenta Joel.
Se puso a trabajar en una panadería donde todas las madrugadas empinaban el codo. "Cuando iba a la discoteca comencé a alternar el alcohol con la yerba (marihuana). También consumía pastillas, parkisonil, metilfenidato o anfetaminas, cualquiera que diera un vuele rico. Hasta preparábamos cocimientos con hojas de campana. Terminé enganchándome al cambolo, una mezcla de cocaína con bicarbonato que acaba con tu vida. Estuve preso dos años, me cogieron con cinco pitos de marihuana y cuatro de cambolo. La policía me acusó de vender drogas. Hice tratamiento de desintoxicación, pero a estas alturas de mi vida, no tengo fuerzas ni ganas de dejar las drogas”, revela Joel.
Tráfico, venta
En diez meses de 2019, las autoridades cubanas incautaron más de 1 490 kilogramos de estupefacientes, informó a la prensa oficial el coronel Juan Carlos Poey Guerra, jefe de la dirección antidrogas del Departamento Técnico de Investigaciones del Ministerio del Interior (MININT). El 93% de esa droga fue incautada por recalo. Los carteles de drogas sudamericanas y mexicanas, cuando son interceptados por patrullas guardafronteras, tiran las pacas de cocaína en aguas internacionales.
De acuerdo a un exoficial del MININT, “esas pacas tienen balizas que les permite identificarlas posteriormente. Cuba, al estar situada en el corredor marítimo donde se trasiega con miles de toneladas, muchas de esas pacas llegan a nuestras costas. La mayoría la ocupa el MININT, pero un número que no podemos precisar, la persona que se adueña de ella la vende en las redes clandestinas de drogas. Estamos hablando cocaína pura y marihuana de calidad. Un pescador costero saca su cuenta: una paca que venda lo saca de la pobreza para toda la vida. También se han dado casos de oficiales del MININT que no queman toda la droga incautada y venden una parte de la misma”.
La especialista en desintoxicación explica que en Cuba cada vez es más frecuente que los consumidores de drogas duras y blanda se inicien en edades más temprana. "No tengo cifras a mano, pero la incidencia de jóvenes que beben alcohol o prueban sicotrópicos y marihuana es alta”, y pide a las familias mayor atención a sus hijos. “A veces pasamos por alto pequeños detalles como la hora que llega a dormir, su comportamiento en el hogar o desconocen con quiénes ni dónde se reúnen. Cualquier señal puede servir para atajar una futura adicción”.
A veces todo comienza con una fiesta entre amigos. Pregúntenle a Abdel, el músico habanero.