Algunos sencillos hábitos cotidianos son:
- Arregla tu cama por la mañana
Arreglar la cama es una de esas cosas que hacemos como bañarnos, cambiarnos de ropa y desayunar, que le dice a nuestro cerebro que es momento de despertar y activarse.
Si eres de los que creen que al no tender la cama eliminas a los ácaros y bacterias, te comento que eso se soluciona de una forma más práctica y fácil: aireando bien las sábanas.
Implementando este hábito en tu día a día, ayudará a que seas más productivo. Además, es delicioso llegar a la casa por la noche y encontrar la cama organizada.
Puedes hacerlo después de ducharte y vestirte, así habrás invertido 5 minutos de tu tiempo efectivamente. La habitación cambia con la cama bien arreglada.
- Limpia la cocina todas las noches
Imagina lo bien que te sentirás cuando te levantes a hacer el café, y te encuentres con tu cocina impecable y lista para el día.
No se puede negar que esto es algo difícil porque muchas veces estamos tan cansados que lo que provoca es dejar todo tirado e irse a dormir.
Por eso, no olvidemos este hábito tan importante. Además, es posible que no te tome más de 10-15 minutos ordenar tu cocina.
Si no quieres pasar horas aseando, lo ideal es hacerlo a diario, pero en pequeñas dosis.
Al usar un plato lávalo inmediatamente después y no dejes que los vasos queden depositados en cada superficie visible. Además, si pasas la aspiradora o barres regularmente las zonas de mayor tránsito, mantenerlas impecables no te llevará más de unos minutos.
Cuando uses el baño o te duches, lava el sanitario y el lavamanos. Esto permitirá que el mueble permanezca siempre limpio, libre de esas permanentes manchas que lo opacan con gran velocidad.
La limpieza en general se hará más fácil y tomará menos tiempo.
- Deja la habitación ordenada antes de salir de ella
Independientemente de la zona –sala, comedor, cocina, patio o dormitorios-, si vemos objetos en el suelo, debemos colocarlos en su lugar antes de dejar la habitación en la que estamos por completo, así contribuyes al orden en general.
- Bota la basura cada noche
No acumules restos ni esperes a que la bolsa esté a rebosar porque si no las manchas de los cubos y el olor lo impregnará todo.
Agrega este hábito de limpieza automática a tu rutina diaria, y tu casa será más higiénica.
- Sacude tus zapatos al entrar a tu casa o quítatelos
Este sencillo hábito ayuda a reducir el tiempo que nos pasamos limpiando y además, evita que ingresen a nuestro hogar gérmenes y bacterias que pudiera haber en las suelas de tus zapatos.
- Lava una carga de ropa al día
Si por lo menos lavas una carga de ropa al día, no tendrás que pasarte todo un día libre lavando.
Procura revisar si hay suficiente ropa de color/blancos/ropa negra para poner a lavar cada jornada. Incluso puedes doblarla mientras ves televisión.
Acumular es sinónimo de una deficiencia emocional y puede robarte energía.
Libérate de la mayor cantidad posible de papel como cuentas que ya pagaste y no necesitas, catálogos y periódicos viejos.
Archiva prolijamente los documentos que necesites conservar y despeja todas las superficies. Pronto notarás cómo esto hace una gran diferencia.
- Pon cada cosa en su lugar
Toma la costumbre de no dejar tu bolso o cartera, zapatos y/o ropa en la entrada de tu casa apenas llegues, ni mucho menos repartidos por toda la casa.
Selecciona y acomoda un espacio en tu casa, que te dé cierto orden, que sirva para depositar todo lo que llevas afuera apenas llegues, así encontrarás todo lo que necesitas para salir rápidamente y en un solo lugar.
Si utilizas algo de otra habitación, regrésalo a su lugar en cuanto hayas terminado de utilizarlo. Y si no tiene “casa”, desígnale una.
También aplica con la ropa, no dejes que se forme una pila de prendas en algún lugar de tu habitación. Ármate de valor y ordénala de una vez.
- Recoge todo antes de dormir
Al final del día, invierte 5 minutos de tu tiempo en recoger y limpiar todo lo que puedas. Trabaja rápido, y de esta manera encontrarás una casa muy agradable al inicio del día siguiente.
- Planifica la limpieza a fondo
Eventualmente llegará el momento en que tengas que ordenar y limpiar profundamente.
Planifica ese momento con anticipación y trabaja todos los días anteriores en pos de acortar el proceso de limpieza profunda lo más posible.
Puedes hacer una cada dos meses que incluya vaciar la nevera y los armarios para limpiarlos y no te olvides de las alfombras y cortinas.
Educa a los pequeños
Los japoneses tienen una tradición durante los días previos al fin de año en los que se dedican a hacer una limpieza exhaustiva de sus casas; esto se conoce como osoji (大掃除) o ‘gran limpieza’.
Detrás de esta gran limpieza hay un componente espiritual y metafórico: al limpiar la casa físicamente es como si se limpiase también el alma y la vida de sus habitantes y se puede comenzar así el año nuevo desde cero, purificados, limpios física y espiritualmente.
El osoji también se lleva a cabo en oficinas, escuelas, despachos y hasta en pequeñas tiendas y locales.
En la mayoría de las escuelas de Japón los estudiantes de primaria y secundaria, además de barrer, trapear y servir un refrigerio como parte de su rutina escolar, también tienen que lavar los baños.
Además, los colegios japoneses no cuentan con cafeterías ni comedores, por lo que los estudiantes comen dentro de las aulas y son ellos mismos los que se encargan de organizar todo y servir a sus compañeros.
Michie Afuso, presidenta de la organización ABC en Japón, que asiste la integración de extranjeros y japoneses asegura que “la obligación también hace que los niños entiendan la importancia de limpiar lo que está sucio”.
Aprovecha la mugre –que siempre está allí- para enseñarles a los niños la importancia de la limpieza, porque una actitud dispuesta, servicial, diligente y responsable, les abre muchas más puertas que el puro conocimiento académico.
Ellos querrán involucrarse dependiendo de la forma en que tú comuniques la importancia de mantener la casa limpia: es un beneficio para todos, y también es una responsabilidad de todos. Mientras más pronto lo hagamos, más pronto gozaremos de otras actividades, y si lo hacemos juntos, podemos hacerlo más rápido.
La manera de obtener cooperación de los niños no es a través de gritos, golpes o premios y castigos.
También es clave saber decidir en cuáles tareas domésticas involucrar a los niños y en cuáles no. A veces es prioritario que el trabajo se realice rápidamente, y a veces es prioritario que el niño participe y se sienta útil. Depende de la tarea, de las circunstancias y del niño.
A final de cuentas, la casa siempre se vuelve a ensuciar y el quehacer jamás termina, pero tú tienes la decisión de convertir esas tareas monótonas en un gran beneficio que dure para toda la vida.
FUENTE: INSPIRULINA