En su viaje inverso, de lo implícito hacia lo explícito, de lo no evidente a la evidencia, explorando lo que es invisible a nuestros ojos y desvelando la abstracción geométrica contenida en imágenes figurativas, Raquel Soffer (1957), descubre las metáforas constructivas del color partiendo de la unidad mínima que forma una imagen digital, el píxel (picture element). Un píxel usualmente se visualiza como un punto o un cuadrado, pero conceptualmente no tiene una forma determinada, se trata de la muestra abstracta de una unidad de medida de resolución. Cada Píxel admite 256 variaciones de color, es único e independiente pero debido a lo limitado de nuestra visión lo percibimos como un conjunto. Los píxeles son puntos de color y las imágenes que normalmente vemos se forman como una sucesión de éstos, siendo su conjunto una matriz coherente de información para el uso digital. Esta imagen puede ser mostrada e interpretada por un ordenador y es así como Soffer construye las estructuras íntimas de una imagen dada, sea una pintura o una fotografía. La artista utiliza la abstracción para liberarse de cualquier asociación simbólica con la realidad al crear estructuras constructivas, formas y colores que surgen de su inmersión en el pixelado que es utilizado para representar ideas abstractas y crear una nueva realidad concreta.
Para John Berger, “La imagen nos permite, por deducción, mirar el ver del otro” [1], sin embargo, se hace aún más complejo mirar lo que el artista o nosotros, como indagadores de una obra, no podemos ver en su interior. Si bien nos maravillamos ante las imágenes de Van Gogh, Seurat, Reverón o de El Bosco que podemos apreciar en museos, litografías, libros o en Internet, resulta asombroso que alguien nos muestre lo que coexiste en el interior de esas obras cuando son digitalizadas, desmaterializadas. Eso es lo que Soffer nos invita a mirar en su nueva propuesta conceptual que ha titulado Metamorfosis.
Lo que vemos en la serie Metamorfosis no son sino momentos y estados de formas geométricas abstractas, fragmentos de un proceso de ocultación y manifestación de un fenómeno visual. El simple acto de mirar se convierte en el acto de ver a través de eso que no vemos pero que vislumbramos ¿Metáforas? ¿Una exploración hacia las metáforas visuales? La idea de Soffer es una búsqueda a la inversa a partir de lo obvio, se zambulle hasta llegar al génesis de la imagen que está velado a nuestra mirada. Sin negar ni desvalorizar la obra pictórica o fotográfica escogida por ella, todo lo contrario, Soffer invierte el proceso partiendo de la esencia de esa imagen, es decir, sus píxeles, que son los que organizan las gamas de colores para que nuestro ojo pueda apreciar una imagen. Es una pintura retiniana, y a la vez es una pintura de ideas, de símbolos, metafórica.
En las obras que componen Metamorfosis, la artista emprende un poético retorno a la matriz, habitando la forma y reinaugurándola, debido a que, en la desmaterialización de la obra escogida, se desvela la esencia del modelo aditivo RGB o del modelo sustractivo CMYK. Son obras constructivas que surgen del reordenamiento de los colores de las pinturas escogidas por la artista, logrando que su significado quede oculto detrás de otro significado. Tuve la oportunidad de conversar con Raquel Soffer y comunicarle mi avidez de conocer más sobre su propuesta.
Sin entrar en el origen mitológico de este término en Ovidio o en la alegoría de Gregor Samsa, “metamorfosis”significa latransformación de algo en otra cosa. ¿Cuál es su intención al desmaterializar o transformar obras de arte?
La obra Metamorfosis emerge como una reconfiguración contemporánea de composiciones de la historia del arte a partir de su digitalización. La esencia de las obras no desaparece, sino que renace en una forma distinta, impredecible y vibrante, como un reflejo de la transformación perpetua del arte y la percepción humana. Lo que intento es sostener un diálogo entre el pasado y la abstracción digital. Es una reflexión sobre la naturaleza del cambio y la manera en que la tecnología puede disolver, reconstruir y resignificar las narrativas del pasado. Al reconfigurar obras como El jardín de las delicias de El Bosco, a través de la manipulación digital de los píxeles de un detalle de esta pintura icónica, trascendemos la representación figurativa y nos sumergimos en un paisaje visual abstracto donde la forma original se diluye en un juego de texturas, color y caos controlado. Sobre la idea de metamorfosis, Juan Carlos Cirlot escribió en su Diccionario de símbolos: “Las transformaciones corresponden al gran simbolismo de la inversión, pero también al sentimiento esencial de la diferencia entre lo uno indistinto primigenio y el mundo de la manifestación. Todo se puede transformar en todo porque nada es realmente nada”.[2]
Para James Baldwin, la misión del artista en la sociedad es desvelar lo que nuestra mirada no alcanza a ver. Sus obras y propuestas transmiten una búsqueda que podríamos calificar de esotérica en la que el arte es para usted un vehículo que la ayuda a reflexionar sobre enigmas y símbolos.
Voy a responderle citando Los discípulos en Sais de Novalis, debido a que este filósofo y poeta del romanticismo alemán brindó respuestas a algunas de mis intuiciones: “Los seres humanos –comienza diciendo Novalis – recorren diferentes caminos. Aquel que emprenda la ruta y los compare, descubrirá formas que pertenecen a una gran escritura cifrada que se encuentra en todas partes: en las alas de las aves, en la cáscara del huevo, en las nubes, en la nieve, en los cristales…” Para Novalis, el universo está pleno de símbolos y significados ocultos. En todo lo que nos rodea en nuestro ambiente lo divino escribe sus mensajes, está en nosotros descifrarlos. Eso es lo que pretendo mostrar, por supuesto no la gran escritura del mundo sino más modestamente la de la imagen digital.
Esta conversación con la artista me ha permitido una aproximación al arte digital para entender la poética contenida en esa tendencia: “Lo virtual no se antepone a lo real porque es otra forma de construcción de la realidad. Lo virtual en el arte pareciera crear una falsa ilusión de separación entre el soporte material y la sustancia sensible e inmaterial de la obra, pero tal separación es ficticia porque el arte mismo, expresado en cualquier plataforma, soporte o dispositivo digital siempre asiste a una poética en que la forma y la idea sensible poseen ya una composición inmanente”, así lo expresa la investigadora Claudia Mosqueda.[3] Sobre la belleza de una obra digital, pienso que podríamos retomar la idea de Merleau-Ponty: “La belleza, es el entrecruzamiento entre una presencia que se ofrece a la vista y una mirada que la capta”.[4] Metamorfosis nos ofrece la belleza objetiva de las obras concretas, basadas en detalles que pasarían por insignificantes pero que representan una nueva manera de ver lo que nosotros no vemos.
[1] John Berger, Voir le voir, Éditions B42, 1976.
[2] Juan Carlos Cirlot, Diccionario de símbolos, Editorial Labor, 1992.
[3] Claudia Mosqueda Gómez, La materialidad e inmaterialidad en el arte digital: Clave para
comprender su inmanencia, Revista Humanidades, vol. 9, N° 2, Universidad de Costa Rica, 2019.
[4] Maurice Merleau-Ponty, La Phénoménologie de la perception, Paris, Gallimard, 1945.