sábado 17  de  mayo 2025
GIRA PRESIDENCIAL

Liderazgo: Trump reconfigura la geopolítica estratégica de EEUU

La exitosa gira del presidente Donald J Trump por tres países del Medio Oriente demuestra también los resultados de la Casa Blanca en política exterior en poco más de 100 días

Por Leonardo Morales

MIAMI — La repercusión de los acuerdos comerciales y de defensa logrados por el presidente Donald J. Trump en Arabia Saudita y Catar no sólo suman cifras importantes y empleos como parte del tsunami de inversiones prometido por la Casa Blanca, sino que representan un reforzamiento histórico geopolítico de Estados Unidos.

Trump fue recibido por los sauditas, en especial el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, con uno de los mayores honores oficiales a un presidente en el país árabe; incluso, fue escoltado antes de llegar a Riad por seis aviones de combate F-15, en signo de respeto y alta seguridad.

Antes del encuentro con bin Salmán, la limosina (“la bestia”) blindada del mandatario estadounidense fue custodiada por decenas de jinetes sobre caballos blancos.

El Presidente hizo un anuncio sorpresivo ante miles de asistentes: la suspensión de las sanciones a Siria.

"Ordenaré el cese de las sanciones contra Siria para darle una oportunidad de grandeza", dijo Trump en un discurso en Riad.

Ante la decisión, todos los presentes aplaudieron de pie durante casi dos minutos, entre ellos el gobernante de facto bin Salmán, quien mostró en público su especial satisfacción.

El efecto Trump

Trump dejó Arabia Saudita con una enorme satisfacción por la acogida, los resultados y los honores durante su visita, calificada de histórica por la Casa Blanca. Pero más que eso, con un acuerdo de inversiones por más de 600.000 millones de dólares de los sauditas, entre ellos la firma de $140.000 millones en defensa.

El pacto incluye sectores de energía, tecnología, minería, defensa.

Trump sigue a la misma velocidad vertiginosa que desde su primer día, con estrategias precisas, movimientos inesperados y acciones quirúrgicas que abarcan los ámbitos económicos, sociopolíticos y geopolíticos. Es decir, Trump trabaja en todas las direcciones dentro y fuera de EEUU.

El tablero del presidente Trump no ha experimentado ni una sola pausa en sus jugadas y tiene desconcertados a sus adversarios y críticos.

El Partido Demócrata se ha ido cuesta abajo en su nueva tendencia radical. La gira carnavalesca de Berni Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez lo ratifican. Sin “ton ni son” en apenas el comienzo del nuevo gobierno y sin elecciones hasta noviembre de 2026, fue más un “tenemos que decir algo” bajo la enorme presión de los donantes y miembros del partido azul” que “un proyecto verdadero que cambie la imagen de al menos un tercio del electorado en general”.

Las técnicas de manipulación de la opinión pública mediante entrevistas preconcebidas en los medios liberales a personas que dicen estar arrepentidas de haber elegido a Trump, tampoco les ha funcionado y la ofensiva de jueces izquierdistas se desmorona con el paso del tiempo y dictámenes de la Corte Suprema de Justicia.

Los adversarios del inquilino de la Casa Blanca siguen sin encontrar el norte en la brújula… están desconcertados; continúan muy lejos de un programa de acción que supere la mera resistencia, la crítica burda o el “pataleteo del ahogado”.

La inflación volvió a ceder en abril, pero analistas vinculados al anterior gobierno siguen especulando que los aranceles del gobierno del presidente Trump harán disparar los precios. Al menos, por ahora, dejaron de repetir sin fundamentos que EEUU se encaminaba a una recesión económica.

Líderes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Reserva Federal de EEUU y en especial el secretario del Tesoro, Scott Bessent, descartaron esa posibilidad, luego de una intensa campaña de rumores infundados durante más de ocho semanas.

Mientras, el líder republicano avanza en cumplir sus planes. “Nada ni nadie me detendrán en Hacer a América Grande Otra Vez”, recalcó Trump en sus primeros días y el uso reiterado de su gorra “MAGA” muestra el mismo mensaje.

Regreso del liderazgo

Su gira en el Medio Oriente confirma que el liderazgo de Washington ha regresado. Nada que ver con la infructuosa visita de Biden a Arabia Saudita en julio de 2022 en busca de apoyo para bajar los precios del petróleo, en plena crisis inflacionaria en EEUU. Biden se fue con las manos vacías y alguna que otra promesa que jamás se concretó.

En su estadía en Riad, Trump dialogó con el nuevo líder sirio, Ahmed al Sharaa, otro punto importante en su agenda en aras de un redimensionamiento geopolítico de EEUU en el mundo.

En su segunda parada de la gira por tres países del Medio Oriente, el líder republicano llegó a Doha, la capital de Catar, también escoltado en el Air Force One -esta vez por ocho aviones de combate- y fue recibido por una gran comitiva que lo trasladó al palacio real.

Todo el recorrido fue engalanado con banderas de EEUU. Decenas de miembros de la guardia real en camellos y del ejército le dieron la bienvenida en presencia del Emir de Catar, el jeque Mohamed bin Abdulrahman al Thani.

Trump dialogó cerca de dos horas con el Emir, quien lo acompañó en todo momento.

Ambos firmaron acuerdos de defensa, incluida la compra por parte de Catar de drones estadounidenses MQ-9B.

Trump informó que Qatar Airways hizo un pedido "récord" de 160 aviones Boeing por valor de más de 200.000 millones de dólares.

"Son más de 200.000 millones, pero 160 en cantidad de aviones. Es fantástico, es un récord", dijo Trump al firmar una serie de acuerdos con el Emir de Catar.

"Es el pedido de aviones más grande en la historia de Boeing, eso es una noticia excelente", aseguró el mandatario estadounidense.

Sin embargo, la prensa de izquierda se centró en las últimas horas antes de su viaje en la propuesta de regalo de la familia real de Catar al Pentágono de un lujoso Boeing 747-800 – valorado en 400 millones de dólares- para que Trump lo utilice mientras se terminan los nuevos aviones presidenciales Air Force One en construcción, y así sustituir los actuales con 40 años en uso.

Durante la firma del convenio fue visible el regocijo del presidente ejecutivo de Boeing, Kelly Ortberg, en un momento en que Boeing enfrenta problemas de rentabilidad, despidos, reajustes financieros y demandas.

Los acuerdos de inversión firmados en Arabia Saudita y Catar representan el regreso de unos dos millones de empleos a EEUU, informó el presidente Trump.

Chantaje fallido

Y es precisamente esto lo que tomó China como método de presión contra las acciones arancelarias de Washington.

China rechazó el envío de nuevos aviones Boeing, luego de los aranceles aduaneros adicionales de 145% de Washington sobre las exportaciones chinas a Estados Unidos, afirmó Ortberg.

La respuesta fue inmediata luego de la negativa del régimen comunista a tres aviones nuevos 737 MAX enviados a Pekín.

"Hay muchos clientes que quieren el (737) MAX. No esperaremos mucho tiempo. No dejaré que esto descarrile la recuperación de Boeing", aseguró.

Ortberg declaró que China "dejó de recibir los envíos a causa del contexto arancelario", días después de que informaciones de prensa dieran cuenta de que el gobierno de Pekín ordenó a las compañías aéreas chinas no incorporar nuevos aviones fabricados por Boeing.

La marcha atrás de Pekín en su escalada en la guerra comercial contra EEUU demuestra una vez más que no tiene las condiciones que dice para sostener un enfrentamiento directo de tal magnitud con Washington, y que su chantaje mediante Boeing tampoco les funcionó.

Trump tiene ahora mismo a China abogando por un acuerdo urgente sobre aranceles y el fin del conflicto, una postura muy diferente a los primeros días del diferendo. Su tono desafiante quedó atrás.

Millones de empleados y jóvenes se lanzaron a las calles en diferentes regiones del país para protestar por el cierre o la paralización de cientos de fábricas, salarios atrasados y despidos masivos que echaron más combustible a la presión interna del Partido Comunista por la decisión de escalar en la guerra comercial contra EEUU, y una crisis económica interna en los últimos años que oculta Pekín.

El impacto de los aranceles impuestos por el gobierno de Trump causó un efecto inmediato en la mediana y gran empresa china, donde en muchos sectores se ha disminuido a la mitad la producción o se ha paralizado, el mayor detonante para un estallido social.

La incidencia se profundizó en el sector automotriz, tecnología, maquinarias y textil.

Estados Unidos y China anunciaron una suspensión de 90 días de la mayoría de los aranceles que se habían impuesto mutuamente, marcando una desescalada en su disputa comercial.

La suspensión entró en vigor [el 14 de mayo], anunciaron las dos mayores potencias mundiales, tras dos días de negociaciones en Ginebra, Suiza.

Ambas partes acordaron reducir de forma temporal sus "aranceles recíprocos" en 115 puntos porcentuales durante un período de 90 días, según detallaron el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el representante de Comercio, Jamieson Greer.

De este modo, los productos chinos importados por Estados Unidos pagarán un arancel del 30% y los productos estadounidenses importados por China un 10%.

El diálogo es el encuentro de más alto nivel entre ambos países desde la toma de posesión de Trump, quien emprendió una ofensiva arancelaria justificada como respuesta a prácticas ilegales y contraproducentes para el mercado mundial y en especial para EEUU, que ha favorecido a China durante más de 60 años.

China de rodillas

A pesar del alivio en las tensiones comerciales entre Pekín y Washington mediante la reciente pausa, las empresas chinas se encuentran en un fuerte estancamiento, similar a cuando la pandemia o (“Plandemia”) de COVID-19. Otro golpe semejante [sería desastroso] para decenas de miles de compañías del gigante asiático, sobre todo cuando Amazon -el mayor minorista de internet- también asestó otra estocada al sistema económico asiático.

Amazon ha cancelado importantes pedidos de proveedores chinos, después de que el régimen asiático subiera los aranceles al 125%, luego de elevarlos primero al 84% en respuesta a sólo el 34% impuesto por Washington.

A partir de ese momento, y ante la reacción agresiva de China, Trump los subió al 104%. Xi Jinping, el líder del régimen comunista, decidió escalar el enfrentamiento al 125% y sólo logró que el contraataque estadounidense se elevara al 145% y luego al 245%.

China cobraba desde hace décadas hasta un 67% a la gran mayoría de productos estadounidenses, a algunos el gravamen era mayor del 80%. Sin embargo, EEUU -después del histórico acuerdo comercial firmado por Trump en enero de 2020- comenzó a ejecutar impuestos del 20%. Antes, el régimen comunista chino gozaba de aranceles mínimos en sus exportaciones a Norteamérica y muchos de los productos no pagaban impuestos.

China recibió durante varias décadas un trato comercial preferencial por parte de EEUU, con aranceles mucho más bajos que el resto de los países a cambio de que el régimen asiático abriera las puertas a las empresas estadounidenses y producciones de Norteamérica con grandes ventajas.

A partir de ese momento comenzó la fuga de capital de inversiones hacia Pekín, que hizo cambiar el rumbo de la economía estadounidense de productora a una economía de consumo en un 70%, algo que en su momento dio resultado, pero que a largo plazo ha sido un [fracaso de dependencia] para la economía estadounidense y casi la aniquilación de su otrora poderosa industria, unido a la trágica eliminación de millones de empleos; en particular, en las últimas tres décadas.

Un informe del Instituto de Política Económica estima que sólo entre el 2001y 2015 (14 años), EEUU perdió casi 3,5 millones de puestos de trabajo.

El fenómeno MAGA

Trump busca revertir todo esto y retomar el rumbo de la reindustrialización en EEUU, sobre todo disminuir al máximo la dependencia de China y de las importaciones en general.

La gira de Trump por el Medio Oriente, además de buscar la estabilización política, intenta formar un gran campo de beneficios para EEUU y traer grandes inversiones al país, un gran tsunami que comenzó con los más de $100.000 millones del japonés Softbank Group, luego los $21.000 millones de la automotriz Hyundai Motor, $55.000 millones de la farmacéutica Johnson and Johnson.

Por su parte, Apple anunció una inversión sin precedentes en EEUU de 500.000 millones de dólares, cifra que pudiera ser mayor de acuerdo con las declaraciones de Tim Cook, el cofundador y presidente ejecutivo del gigante estadounidense. La marca de yogur griego, Chobani, destinará al menos 1.200 millones.

Honda Motor informó que traslada la producción de su modelo civic Hybrid Hatchback de Japón a Indiana.

Trump incitó a los directivos de Apple a disminuir sus inversiones en India y hacerlas en EEUU.

La lista de empresas que han optado por salir de China y asentarse en EEUU y decenas de extranjeras que quieren aumentar sus inversiones en Norteamérica crece por semanas, en respuesta a nuevas órdenes ejecutivas implementadas por el gobierno de Trump para captar capitales sin precedentes.

No es casualidad que el Presidente haya viajado al medio Oriente con miembros relevantes de su gabinete y directivos de grandes empresas.

China vendió a EEUU en 2024 un volumen comercial de 440.000 millones de dólares, que supone un déficit comercial para Washington de 295.000 millones de dólares.

China es ahora el mayor país manufacturero del mundo y produce mucho más de lo que consume con un superávit de casi un billón de dólares (trillion), pero EEUU posee el mayor Producto Interno Bruto (PIB) del planeta estimado en 30.508 billones (trillions). Le siguen China, Alemania, India y Japón.

Trump además pidió en Catar reactivar la alianza de cooperación y paz en el Medio Oriente con los llamados Acuerdos de Abraham (los acuerdos de paz entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel) firmados durante su primer mandato.

En su gira por el Medio Oriente, el presidente estadounidense no sólo ha sido protegido y recibido como un importante jefe de estado, sino como un gran líder mundial, protagonista de la paz, la reconciliación, la estabilidad económica y un comercio mundial realmente justo.

Con Trump ha muerto la extensa era de “subvención mundial” por parte de EEUU y ha regresado la era de proteger y defender al trabajador estadounidense, salvar la clase media y reindustrializar al país. Trump no quiere “curitas” o “medias tintas”, Trump avanza en un cambio general y abarcador que perdure por el beneficio verdadero de los americanos y de EEUU, como prometió en su campaña y cumple desde su primer día en la Casa Blanca.

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FUENTE: Con información de AFP, New York Post, The Wall Street Journal, The New York Times.

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