MIAMI.-LAURA RIVERA
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La firma del acuerdo comercial más ambicioso jamás logrado, que representa el 40% de la economía mundial, podría perjudicar a las empresas que no estén incluidas.
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Después de cinco años de negociaciones, Estados Unidos y otros 11 países firmaron este lunes los términos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), el tratado comercial regional más importante de la historia que creará la mayor área de libre comercio del mundo. Un ambicioso proyecto que todavía necesita el visto bueno del Congreso estadounidense -donde ya recibió fuertes críticas-, y el de las otras naciones participantes.
Las críticas e interrogantes que ha despertado esta alianza resuenan desde que comenzaron las reuniones entre los países y ahora se han vuelto a escuchar. La importancia de su impacto lo convertirá, probablemente, en un tema muy debatido en la carrera presidencial de 2016.
Los que lograron el tratado expresaron frases como las del Gobierno de México: "El acuerdo tiene un nivel de ambición, amplitud y estándares nunca antes alcanzados". El TPP incluye también a Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
El profesor de Derecho de la Universidad Duke Rachel Brewster dijo que los acuerdos regionales como el TPP pueden estimular el comercio en algunas áreas, pero también castigan a las empresas estadounidenses que están fuera del alcance del acuerdo.
Brewster explicó en un comunicado que "Estados Unidos se ve obligado a firmar estos tratados regionales porque las negociaciones comerciales mundiales en la Organización Mundial del Comercio se han estancado durante más de una década, pero estos acuerdos regionales tienen un alto costo".
"Al establecer las preferencias de algunos estados sobre otros, los beneficios de la liberalización se limitan a los miembros del nuevo grupo y no incluyen a muchos aliados tradicionales de EEUU", aclaró. Además, indicó que el TTP puede perturbar las relaciones establecidas con empresas de estados excluidos. Esto es particularmente problemático para las empresas de la Costa Este que son más propensos a tener cadenas de suministro exterior a los países de la Asociación del Pacífico.
El profesor agregó que para estas empresas de Estados Unidos, los costes de fabricación no subirán pero no van a ver bajas en los niveles arancelarios que sí tendrán los productores de la cadena del Pacífico, y por lo tanto verán afectada su competitividad en el mercado nacional y los mercados globales.
Mirada sobre China
Por otro lado, Washington no está dispuesto a que sea China quien imponga las reglas de la economía mundial, sino que quiere asegurarse de que las reglas del juego sean claras y transparentes para que Estados Unidos y el resto de países del TPP puedan competir y no estén en desventaja.
Según el presidente Barack Obama, el acuerdo "refleja los valores de Estados Unidos y da a nuestros trabajadores una oportunidad para lograr el éxito que merecen". "Cuando más del 95% de nuestros potenciales consumidores vive fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que China escriba las reglas de la economía mundial", señaló.
"Nosotros deberíamos fijar esas reglas, abrir nuevos mercados a los productos estadounidenses mientras establecemos estándares altos para proteger a nuestros trabajadores y preservamos nuestro medio ambiente", añadió.
Según algunos expertos, un fracaso de las negociaciones hubiera tenido consecuencias negativas para el liderazgo de Estados Unidos en la región, para la promoción de reformas del mercado en economías emergentes y para el futuro de la agenda comercial.
"Simbólicamente es un gran paso porque muestra que todavía es posible alcanzar acuerdos comerciales de gran envergadura", dijo a dpa Juan Carlos Hidalgo, experto del Instituto Cato, quien considera, sin embargo, que en la práctica el acuerdo va tener "un alcance muy limitado".
"Así como los opositores de estos acuerdos le achacan todo tipo de males y plagas a la firma de estos tratados, tampoco podemos caer nosotros en lo contrario, en decir que estos acuerdos son una panacea o que va a venir a potenciar de una manera significativa las economías de los países latinoamericanos", explicó Hidalgo.
En manos del Congreso
El acuerdo tiene todavía que ser ratificado de forma individual por cada uno de los estados miembros. El Congreso de Estados Unidos aprobó en junio una ley que le daba autoridad a Obama a negociar por la vía rápida acuerdos comerciales, que deben ser refrendados por el Congreso pero sin posibilidad de introducir enmiendas.
"Es más fácil para el presidente Obama vender este acuerdo al Congreso sin China", según Hildalgo.
Este experto recuerda que los más proteccionitas en Estados Unidos "han querido siempre presentar a China como un país que hace trampas: no sólo roba propiedad intelectual, sino que manipula su moneda, incurre en subsidios a sus empresas y no es una economía de mercado, por lo que no se le puede ofrecer las mismas garantías que a otros países que no hacen este tipo de prácticas".
Evan Ellis, experto en la relaciones entre China y América Latina del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William J. Perry, considera que la firma del acuerdo es "un gran logro no sólo para Estados Unidos sino también para la region del Pacífico" al establecer un estado de derecho y reglas claras sobre competencia y propiedad intelectual.
Ellis cree, sin embargo, que en un futuro se debería incluir a China en una nueva versión del TPP. "China es un actor demasiado importante para quedarse fuera de esto. Pero como paso inicial un TPP sin China es mejor que no tener TPP", concluye Ellis.
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