domingo 29  de  junio 2025
ANÁLISIS

El juego a largo plazo de la KGB y la izquierda estadounidense

Este artículo explora el testimonio de Bezmenov sobre la guerra psicológica de la KGB, su mecánica ideológica y las tendencias en la izquierda moderna estadounidense

Diario las Américas | ANDRÉS ALBURQUERQUE
Por ANDRÉS ALBURQUERQUE

En la década de 1980, un exinformante de la KGB llamado Yuri Bezmenov desertó hacia Occidente y ofreció una serie de entrevistas y conferencias advirtiendo sobre una estrategia soviética a largo plazo diseñada para debilitar y, en última instancia, desestabilizar a Estados Unidos.

Este artículo explorará el testimonio de Bezmenov sobre la guerra psicológica de la KGB, desglosará su mecánica ideológica y la comparará con las tendencias observadas en la izquierda moderna estadounidense. El objetivo no es promover teorías conspirativas, sino examinar la coherencia entre el marco planteado por Bezmenov y los desarrollos actuales en la política y la cultura de EEUU.

Las cuatro etapas de la subversión ideológica

El objetivo de la Unión Soviética no era derrotar a Estados Unidos mediante una guerra, sino socavarlo desde dentro. El plan no consistía en un ataque directo, sino en la erosión gradual de los valores e instituciones estadounidenses a través de la influencia ideológica. El proceso constaba de cuatro pasos:

1. Desmoralización (15–20 años)

Esta fase se centra en adoctrinar a una generación de estudiantes e intelectuales con ideas antiestadounidenses, marxistas y colectivistas. Según Bezmenov, al final de esta etapa, las personas pierden la capacidad de evaluar críticamente la información o los hechos. Se vuelven ideológicamente rígidas.

“Aunque lo inundes con información auténtica... se negará a creerla”. – Bezmenov “Aunque lo inundes con información auténtica... se negará a creerla”. – Bezmenov

2. Desestabilización (2–5 años)

Una vez que se pierde la brújula moral, la desestabilización se enfoca en instituciones clave: la economía, las fuerzas del orden y las relaciones exteriores. Se intensifica la polarización. Los valores tradicionales se descartan o se redefinen, incluso se etiquetan como fanatismo.

3. Creación de una crisis

El sistema entra en crisis, a menudo precipitada por disturbios sociales o colapsos económicos. Se alcanza un punto de inflexión cuando el público comienza a exigir cambios radicales, lo que con frecuencia lleva a una ruptura en la gobernabilidad o el orden civil.

4. Normalización

Finalmente, un nuevo régimen—con frecuencia autoritario o colectivista—toma el control bajo el pretexto de restaurar el orden. Puede que no sea abiertamente comunista, pero sigue un modelo de control centralizado y vertical. En ese punto, la democracia deja de funcionar.

Paralelismos actuales en EEUU

Muchos comentaristas conservadores y pensadores políticos han retomado el modelo de Bezmenov en los últimos años, señalando paralelismos entre su marco y las tendencias actuales de los movimientos progresistas en EEUU. A continuación, se presentan algunas intersecciones:

Existe un paralelismo evidente entre la teoría de Bezmenov y el acelerado declive del Partido Demócrata hacia el precipicio de la extrema izquierda:

1. Educación y desmoralización cultural

El sistema educativo estadounidense moderno, especialmente en los niveles superiores, ha sido criticado por promover marcos ideológicos basados en la teoría crítica, de origen marxista. Conceptos como opresión sistémica, privilegio blanco y género como construcción social dominan el discurso académico. Las opiniones disidentes a menudo no solo se desalientan, sino que se condenan como dañinas, odiosas o incluso reaccionarias.

Bezmenov sostenía que la desmoralización requería una generación completa de adoctrinamiento ideológico. El panorama educativo actual refleja precisamente eso: produce graduados que desprecian el capitalismo, el patriotismo y las normas y valores sociales tradicionales.

2. Desestabilización de instituciones

Instituciones clave, como la policía, el ejército y la familia, han sido objeto de una creciente presión ideológica. El movimiento “Defund the Police” (Desfinanciar a la policía), la redefinición de los roles de género y el matrimonio, y un poder judicial cada vez más activista, son señales de esta fase de desestabilización.

Las intervenciones económicas como los estímulos masivos, la condonación de préstamos estudiantiles y la creciente dependencia del control federal son recordatorios claros de la advertencia de Bezmenov: las “muletas” sociales y económicas pueden usarse para fomentar la dependencia del Estado.

3. Crisis fabricada

El COVID-19, los disturbios de 2020 —denominados por la izquierda como “el verano del amor”— y la hiperpolitización de casi todo evento cultural han sido vistos por algunos como crisis aprovechadas con fines ideológicos. Muchos estadounidenses se volvieron más receptivos a la vigilancia, a las restricciones del habla y a las limitaciones de movimiento, todo normalizado en nombre de la seguridad.

Estas respuestas no fueron orquestadas por una potencia extranjera. El punto clave de Bezmenov es que la subversión ideológica no requiere que el subversor esté presente: las propias víctimas la ejecutan. Esto se basa en gran parte en el sueño de Antonio Gramsci de destruir a Occidente desde dentro usando sus propias leyes y estructuras. Y lo “bello” de todo esto es que esta teoría ha existido desde 1920, y parece que no le hemos prestado atención. Incluso hemos ignorado el peligro inherente contenido en ella. O peor…

4. “Normalización”

En nombre del progreso, han surgido nuevas normas sociales que parecen imponerse más por presión social y políticas institucionales que por consenso democrático. La censura por parte de las grandes tecnológicas, los marcos ESG (ambiental, social y de gobernanza), y los mandatos DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) en empresas y entidades gubernamentales se asemejan más a un control ideológico centralizado que a una reforma desde las bases.

La ideología como caballo de Troya

El mensaje de Bezmenov no giraba en torno a un plan soviético en el sentido de un búnker secreto lleno de agentes conspiradores. Más bien, advertía sobre la fragilidad inherente de las sociedades libres, que pueden ser inducidas sutilmente a perder confianza en sus valores fundamentales. La izquierda moderna no está necesariamente ejecutando un plan de la KGB, pero la similitud en los patrones de desmoralización y desestabilización sugiere que la subversión ideológica puede ocurrir de forma orgánica, mediante cambios culturales y la adopción acrítica de ideas importadas que pueden haber habitado en las mentes de nuestros titiriteros desde el principio de los tiempos. Cambios y titiriteros son palabras clave a seguir.

Queda por ver si Estados Unidos presta atención a la advertencia de Bezmenov. Aunque tiene décadas de antigüedad, su mensaje sigue siendo una advertencia para cualquier sociedad tentada a sacrificar la verdad, la libertad y la responsabilidad individual en nombre de la pureza ideológica o la justicia social.

Publicado en el Miami Strategic Intelligence Institute (MSI²).

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