jueves 6  de  febrero 2025
RELACIONES

El desastre venezolano sacude a La Habana

Aunque las autoridades niegan un nuevo “período especial” mientras Nicolás Maduro se debilita, Raúl Castro anticipa otra etapa de dificultades económicas

ARNALDO DÍAZ BORGES
Especial

El Gobierno de la isla reconoce que la "contracción en los suministros de combustibles pactados con Venezuela" se reduce en un 20% en el primer semestre de 2016. En otras palabras, de los más de 100.000 barriles de petróleo que llegaban a Cuba diariamente desde Venezuela, a precio preferencial, después de los acuerdos de ambos países en el año 2000, la isla solo recibe un 80% del crudo.

Las afectaciones implican una serie de medidas conocidas por el pueblo cubano: largos apagones, recortes de gasolina, reducción de la jornada laboral, entre otras carencias.

Aunque las autoridades niegan una vuelta al terrible Período Especial de los años 90 la situación es compleja. Venezuela sucumbe en un callejón sin salida: económico, político y social. El Gobierno de Nicolás Maduro se debilita en todos los frentes, lo que imposibilita cumplir los acuerdos económicos con Cuba. Y, por otra parte, a pesar del restablecimiento tardío de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, la derogación del embargo económico está en manos del Congreso, donde se impone el voto republicano contra cualquier acercamiento al Gobierno de Raúl Castro.

Cuba retoma su paso de cangrejo. La tradicional dependencia económica de la isla se hace notar en todas las esferas. Los errores de casi seis décadas de obsoleto socialismo, sin alternativas viables contra las carencias, donde prevalece el interés político por encima del económico y social, arrastran al país a un hueco negro sin retorno.

Esta vez no se derrumba el imperio soviético. Esta vez llega el ocaso del pulmón energético venezolano. Ahora las miradas esperanzadas de La Habana están puestas en su "enemigo histórico" del norte.

El hundimiento de Venezuela arrastra a Cuba a un nuevo periodo de crisis económica

Cuando más expectativas económicas se habían despertado en Cuba, el hundimiento de Venezuela, su pulmón energético, ha marcado la entrada de la isla en una nueva fase de anemia. El presidente Raúl Castro lo reconoció el viernes ante la Asamblea del Poder Popular, el Parlamento. El dirigente mencionó la "contracción en los suministros de combustibles pactados con Venezuela, a pesar de la firme voluntad de Nicolás Maduro y su Gobierno por cumplirnos". 

Los acuerdos de Cuba con Venezuela para la importación de crudo a precios preferenciales vienen de principios de los 2000, cuando Hugo Chávez y Fidel Castro fraguaron una alianza con la que La Habana ganaba un mecenas energético y Caracas, fundamentalmente, médicos e inteligencia para el aparato de seguridad del Estado. La isla recibió durante años más de 100.000 barriles de petróleo diarios. Hoy, con su socio en una profunda crisis debido al desplome global de los precios del crudo y a su deterioro político-institucional, la entrada ha caído significativamente. De acuerdo con datos de la agencia Reuters, en el primer semestre de 2016 el bajón fue de al menos un 20%.

Raúl Castro reconoce la crisis

El Producto Interior Bruto cubano creció un 4,7% en el primer semestre de 2015, una cifra relevante aunque insuficiente para las necesidades de aceleración de la deteriorada economía de la isla. Un año más tarde, durante el mismo periodo de 2016, los resultados no sólo no han mejorado sino que se han debilitado hasta un crecimiento del 1%, la mitad de lo previsto, poniendo en alerta al Gobierno de Castro. Con todo, el mandatario ha hecho hincapié, frente al runrún de la inminencia de un nuevo Periodo Especial (la demoledora crisis de principios de los noventa tras la caída de la Unión Soviética), en que Cuba no se está asomando a una sima de esa profundidad: "No negamos que pueden presentarse afectaciones, incluso mayores que la actuales, pero estamos preparados y en mejores condiciones que entonces para revertirlas", afirmó ante la Asamblea.

Las primeras medidas ya se notan en el sobredimensionado sector público, con recortes en gasolina, menos uso de aire acondicionado y jornadas más cortas.

Durante las sesiones parlamentarias, el ministro de Economía Marino Murillo informó de que para el segundo semestre del año se ha decidido una reducción general de gasto de combustible del 28%, tratando de dejar intacto el gasto residencial, es decir, el consumo en los hogares, y garantizando las necesidades de industrias clave como el turismo, el níquel y el azúcar. La exportación de estos dos últimos bienes, así como la de petróleo venezolano refinado en la propia isla, también ha caído, en línea con la crisis de los precios de las materias primas en América Latina. A ellos se suma la mengua de ingresos por servicios profesionales a socios exangües como Venezuela, Brasil o Angola.

La falta de divisas, cruz de la economía socialista cubana, se ha recrudecido y la previsión de importaciones se ha corregido a la baja, de los 14.416 millones de dólares que había calculado Economía para 2016 a 11.973, un 15% menos, según los datos de Murillo. Un 17% de inversión pública se congela. Para el alumbrado de las calles se prevé un 50% menos.

Cuba aguarda por Washington

Con Venezuela despeñándose y una nueva oleada de emigración de trabajadores cubanos a Estados Unidos, para Cuba resulta cada vez más urgente que el deshielo diplomático del último año y medio con su vecino y antiguo archienemigo del norte se concrete aprisa en movimiento económico. La llegada de turistas estadounidenses avanza y en el segundo semestre del año se reanudarán los vuelos comerciales, lo que seguramente disparará esos números, y el caudal de remesas ha aumentado, con un récord de 3.345 millones de dólares en 2015, según The Havana Consulting Group, pero el embargo sigue en pie, impidiendo los negocios entre empresas de Estados Unidos y Cuba.

La derogación del embargo depende del Congreso. El presidente Barack Obama ha pedido a los representantes legislativos que lo liquiden, pero prevalecen las resistencias del mayoritario sector republicano.

Una victoria de la demócrata Hillary Clinton en las presidenciales de noviembre daría continuidad al impulso de Obama desde la Casa Blanca. Es difuso lo que pasaría si ganase el republicano Donald Trump, si su naturaleza de hombre de negocios lo llevaría a apoyar que el Congreso elimine el embargo o si al menos en un principio, escurriría el bulto para no soliviantar al núcleo duro cubanoamericano de su partido.

Hoy La Habana mira preocupada a dos capitales. A Caracas, donde se cierra el horizonte, y a Washington, donde no termina de abrirse.

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