MIAMI.- RUI FERREIRA
Especial
Falta seleccionar en ambos a países las ciudades que acogerán los consulados que deben representar los intereses de sus ciudadanos
MIAMI.- RUI FERREIRA
Especial
Una vez abiertas las embajadas Estados Unidos y Cuba, en La Habana y Washington, en términos diplomáticos entre los dos países quedan por hacer dos cosas: escoger embajadores y abrir los consulados fuera de las capitales.
El proceso de nombrar embajadores es totalmente diferente en los dos países. En la isla todo es mucho más rápido que en Estados Unidos. En La Habana, el nombramiento depende de una decisión política, tomada dentro del gobernante partido comunista y de otra por parte del Estado donde el Ministerio de Relaciones Exteriores tiene la primera palabra y el Consejo de Ministros, la última. Lo más importante es el nivel de confiabilidad del individuo nombrado, su conocimiento del país hacia donde será enviado y de la isla hacia el mismo.
En el tema del nombramiento de un embajador en Washington, los pasillos del poder en La Habana se han mantenido herméticos. Sin embargo, en un país donde la prensa hay que leerla con pinzas y entrelíneas, durante el fin de semana pasado se destacó un nombre que ya había surgido en rumores: José Luis Ponce.
En la década de los años 90, Ponce fue portavoz de la entonces Sección de Intereses de Cuba en Washington, pero a raíz de un conflicto diplomático terminó regresando a La Habana casi al final de su mandato. Desde entonces ocupó cargos de importancia en la cancillería y el pasado sábado apareció en un acto juramentación de nuevos embajadores con misiones ya asignadas en el exterior, el primer grupo nombrado “después del anuncio del restablecimiento de relaciones con Estados Unidos”, como ha destacado la prensa oficial.
Uno de los oradores y, posiblemente no por casualidad, fue precisamente Ponce, quien habló en nombre de los demás embajadores. Según la radio local, el nuevo embajador, sin destino oficial aún conocido, indicó “que esta será la primera vez en mucho tiempo que un embajador cubano no planifique entre sus actividades la lucha por la liberación de los Cinco Héroes, ese tiempo –aseguró- lo dedicarán a agradecer a las organizaciones de solidaridad con la isla por cuánto hicieron en pos de esa causa”.
Los “cinco héroes” son los espías cubanos miembros de la Red Avispa que estuvieron años presos en Estados Unidos y por cuya liberación Cuba desplegó una de sus mayores campañas mediáticas.
En Estados Unidos, el proceso de nombramiento de un embajador es mucho más complejo. El presidente Barack Obama propone a alguien y el nominado debe ser confirmado por el Senado, la rama del legislativo que supervisa la política exterior, lo cual lo coloca a merced del humor político del momento de los partidos y sus senadores. En este caso será un proceso difícil porque el poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado se encuentra fuertemente influenciado por dos senadores de origen cubano, el republicano Marco Rubio, de Florida, y el demócrata Robert Menéndez, de Nueva Jersey.
Desde que los dos países anunciaron el deshielo el 17 de diciembre, ambos han pregonado a los cuatro vientos que van a torpedear el nombramiento de un embajador y, aún más, no van a aprobar un centavo más para el presupuesto del funcionamiento de la embajada en La Habana. “Si soy electo, lo primero que haré es cortar las relaciones con este régimen tiránico mientras no se respeten los derechos humanos y no haya elecciones”, aseguró Rubio el pasado domingo en declaraciones a la cadena CNN.
Si el Senado no aprueba una nominación o retrasa el proceso, al Presidente Obama le queda la posibilidad de hacer “un nombramiento de verano”, mecanismo que le permite pasar por encima de la Cámara Alta, aunque el mismo tiene carácter provisional y un plazo de no más de un año.
Todavía no se ha escuchado un nombre pero en las últimas semanas, tal como en el caso cubano, en los pasillos políticos ha comenzado a circular la versión de que el exsecretario de Comercio de la administración de George W. Bush, Carlos Gutiérrez, estaría aspirando al cargo. De ser cierto es, cuanto mucho, algo sorprendente, porque Gutiérrez es conocido como un republicano que ha sido un crítico habitual del Gobierno de la isla. Hay quien cree que lo que ha sucedido es bien simple: Gutiérrez, un exadministrador delegado del gigante alimentario Kellogg, es de origen cubano y a los 61 años bien pudiera estar en una fase nostálgica de su vida. Lo cierto es que en las últimas semanas, el exsecretario de Comercio ha abogado por una apertura hacia la isla y se ha distanciado de viejos amigos, al mismo tiempo que se ha aproximado a la línea de la administración Obama.
A su vez, parece que Cuba no tiene prisa en nombrar un embajador. Por una cuestión de cortesía diplomática pudiera estar esperando a que Washington, aunque sea por un “nombramiento de verano”, logre enviar alguien a La Habana. De todos modos, los actuales encargados de negocios, el estadounidense Jeffrey DeLaurentis y el cubano José Ramón Cabañas, son dos diplomáticos con amplia experiencia en las relaciones bilaterales.
El segundo tema pendiente es el de los consulados. De momento, cada una de las embajadas alberga una sección consular. Sin embargo, tal como sucedía antes del rompimiento en enero de 1961, es normal que quieran abrir consulados en otras ciudades. Antes del fin de las relaciones, Cuba tenía 14 consulados en Estados Unidos, mientras que en la isla sólo había tres estadounidenses.
La semana pasada, Cabañas dijo a Noticias 23 que se justifica la apertura de un consulado en Miami, dada la enorme cantidad de cubanos que viven en el sur de Florida. Pero desde que se anunció la reanudación de relaciones, el alcalde la ciudad, Tomás Regalado, ha rechazado la apertura de una representación diplomática cubana con el argumento de que representaría un drenaje enorme del presupuesto de la Ciudad, porque tendría que movilizar a la Policía cada vez que tuvieran lugar manifestaciones.
De todos modos, todo indica que Cuba tendrá un consulado en Florida. Tampa es una opción, ya que tanto el alcalde como los congresistas estatales y federales elegidos por la región se han manifestado a favor. Tampa es la segunda ciudad cubana en el estado y su alcaldía promueve regularmente el viaje a la isla de empresarios y políticos locales.
Por lo demás, se da por descontado que la isla abrirá al menos un consulado en Nueva York, otro en San Francisco o Los Angeles, y posiblemente también en Houston y Chicago.
Con relación a la diplomacia estadounidense, con toda naturalidad Santiago de Cuba tendrá su consulado y la ubicación de cualquier otra oficina dependerá de las prioridades y estrategia del Departamento de Estado en términos de la distribución geográfica de sus representaciones por la isla. Ello está directamente vinculado a la existencia del acuerdo migratorio que impone el otorgamiento de por lo menos 20.000 visas anuales de inmigrantes.
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