LA HABANA.-ANTONIO G. RODILES
Especial
Existe una fuerte preocupación con respecto a que un viaje del presidente norteamericano a Cuba se convierta en otro espaldarazo al neocastrismo
LA HABANA.-ANTONIO G. RODILES
Especial
A más de un año del anuncio del restablecimiento de relaciones entre el Gobierno norteamericano y el régimen de la Habana, resulta incierto qué camino tomará el escenario político y económico de nuestra Isla.
La Administración del presidente Barack Obama ha trazado y cumple una amplia agenda llena de concesiones al régimen sin pedir ni recibir nada a cambio, ni para los Estados Unidos ni para el pueblo cubano.
Es importante remarcar que la violación de las libertades y derechos políticos, civiles, económicos, sociales y culturales de los cubanos está contemplada en el sistema jurídico y legal vigente, lo cual limita, por ley, la implementación de cualquier medida que pudiera favorecernos.
El Gobierno norteamericano ha validado al castrismo como actor político, logrando incluso que sectores internos y externos, que se asumen dentro de la oposición, acepten esta premisa y generen estrategias basadas en ella.
La agenda muestra cierta lógica y puntos coincidentes a la establecida con Birmania, aunque el régimen cubano ni siquiera se muestra dispuesto a dar pasos iniciales. Es importante señalar que las proyecciones y alcances, sobre todo en la arena internacional, de ambas dictaduras han sido muy distintas, al igual que los entornos en que se han desarrollado.
Uno de los elementos que hace muy particular el caso cubano es la existencia de un exilio a solo 90 millas con un notable capital humano, político y financiero, al que el régimen observa con profundo temor. No en balde se ha enfocado en los últimos tiempos no solo en tratar de parasitarlo, sino en buscar agentes y espacios de influencia para intentar controlarlo o al menos maniatarlo. Ninguna dinámica política o social en el presente o futuro de la Isla podrá ser efectiva desconociendo el papel del exilio.
En concordancia con el caso birmano, algunos proponen en Cuba la vía electoral como un posible camino a la democracia, aun dentro del férreo entorno totalitario. Avalar un proceso electoral dentro de este escenario terminaría por legitimar al régimen y sus sucesores, al menos en el mediano plazo, y dejaría en sus manos también todo el poder económico y redes de influencia para un nuevo momento político.
Acreditar al neocastrismo es el camino opuesto a la creación de un Estado de Derecho.
La posible visita del presidente Obama a nuestra Isla parece planteada en términos similares a la primera que realizara al país asiático. En ese caso, el presidente tuvo un encuentro con la líder opositora Aung San Suu Kyi, quien en no pocas ocasiones ha sido criticada por mostrarse titubeante ante violaciones de derechos humanos. También se reunió brevemente con otros representantes de la sociedad civil. La visita ocurrió bajo fuertes críticas de opositores como el exprisionero político Aung Din, que la señalaban como un acto de legitimación del régimen imperante.
Existe una fuerte preocupación con respecto a que un viaje del presidente norteamericano a Cuba se convierta en otro espaldarazo al neocastrismo. Si bien el gobernante ha declarado públicamente que desea encontrarse con distintos sectores de la sociedad cubana, tenemos la impresión de que la oposición, sobre todo esa que no comparte la agenda de la actual administración, podría ser disminuida como ya ha ocurrido en otros casos.
La inclusión dentro de la sociedad civil de cuentapropistas, artistas, intelectuales y otros actores, que permanecen bajo el pleno control del régimen, intenta y logra, en múltiples casos, diluir y relativizar el discurso claro y directo sobre los desmanes y abusos que se cometen a diario en la Isla.
Hemos escuchado con insistencia el falaz argumento de que la oposición está alejada del pueblo y sus problemas. Esta aseveración muestra un vacío de información y un desconocimiento de la naturaleza y el actuar de los regímenes totalitarios.
La oposición es la porción de ese pueblo, ya harto, que se atreve a señalar abierta y directamente al régimen como el eje principal de nuestros problemas, y que reclama sus derechos básicos a pesar del alto costo que implica. Exigir el ejercicio de nuestras libertades constituye el máximo compromiso de cualquier movimiento de oposición frente a una dictadura despótica y corrupta como la implantada en nuestra tierra desde hace ya casi 60 años.
Admitir la legitimidad del castrismo, implica consentir sus crímenes y violaciones del pasado y presente. Aceptar que el neocastrismo sea parte del futuro de nuestra nación nos lastra profundamente y condena en anticipo. Se equivocan quienes proponen una supuesta reconciliación en la que no se contemple la verdad, la justicia y la compensación de las víctimas como elementos fundamentales.
La Casa Blanca tiene en sus manos dar un golpe de timón a un proceso que no goza de la consideración y apoyo de amplios grupos de cubanos, sobre todo de aquellos que han pagado un alto costo por enfrentar abiertamente a tan despótico régimen. Insistir en una agenda donde los principios y la verdad están ausentes es condenarla al fracaso.
La visita del presidente Obama, a pesar de que propicie una cortina inicial cargada de euforia y expectativas, puede traer más legitimidad al régimen y más confusión y desconcierto a los cubanos. Como en otras ocasiones, todo ese momento terminará disolviéndose si no se condiciona a la dictadura a dar pasos concretos en el desmantelamiento del totalitarismo.
Está muy fresca en nuestra memoria la desfavorable impresión que dejaron a muchos cubanos las visitas del papa Francisco y del secretario de Estado John Kerry. En ambas fue el régimen quien sacó mayores dividendos afincándose cómodamente en su intransigencia y violencia.
Tres pasos básicos que pudieran darse en el contexto de la visita serían, como propone el Foro por los Derechos y Libertades (ForoDyL):
—Cese inmediato de la represión contra todo cubano que defienda sus derechos y libertades fundamentales. Amnistía para los presos políticos o con connotación política.
—Ratificación y monitoreo sobre la implementación de los Pactos de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
—Encuentro formal con una representación de la oposición cubana.
Quienes exigimos y defendemos la libertad y nuestros derechos y desde hace más de nueve meses salimos al espacio público para ejercerlos bajo la campaña #TodosMarchamos, conocemos bien el rostro represivo del régimen. A pesar del costo que implica continuaremos en un esfuerzo que consideramos vital en esta lucha.
En circunstancias semejantes, y frente a retos y disyuntivas similares el líder de los derechos civiles Martin Luther King aclaró: "En relación a algunas posturas adoptadas, la cobardía plantea una pregunta: '¿es peligroso?'; el oportunismo plantea la pregunta: '¿es político?'; y la vanidad lo junta todo y plantea la pregunta: '¿es popular?'. Pero la conciencia plantea la pregunta: '¿es justo?'. Y llega entonces un momento en que uno debe posicionarse ante algo que no carece de peligro, que no es político, ni es popular, pero debe hacerlo porque su conciencia le dice que es lo justo".