CARACAS.- JUAN FRANCISCO ALONSO
Especial
Varios juristas coinciden en que el juicio contra el líder opositor fue un proceso cargado de intereses políticos
CARACAS.- JUAN FRANCISCO ALONSO
Especial
Para algunos juristas venezolanos, el proceso que durante 15 meses se le siguió al dirigente opositor Leopoldo López, que terminó en septiembre pasado con su condena de más de 13 años, constituye una “parodia” o un “simulacro”, pero jamás un juicio en buena lid.
Según lo discutido durante el proceso, Leopoldo fue señalado por supuestamente querer derrocar al Gobierno de Nicolás Maduro mediante la ola de protestas que sacudió el país desde el 12 de febrero de 2014.
“Fue un proceso cargado de intereses políticos, desde la imputación hasta la sentencia donde se condenó el ejercicio de la libertad de expresión”, afirmó el exdecano de la Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas de la Universidad Central de Venezuela, Alberto Arteaga Sánchez, quien agregó: “El juicio contra López fue monstruoso, porque no se le enjuició por lo que supuestamente hizo, sino por quién es, es decir se le aplicó el derecho penal de autor (…) A López se le condenó porque es un excelente orador, con gran capacidad discursiva, porque llamó a rescatar la democracia, pero eso, según la Fiscalía y los tribunales, fue llamar al odio y a la violencia”.
En similares términos se pronunció la magistrada emérita del Tribunal Supremo de Justicia, Blanca Rosa Mármol de León, quien agregó: “Con López la justicia venezolana demostró, sin pudor ninguno, cómo viene siendo utilizada para perseguir a la disidencia, pero con él hubo un especial énfasis en encarcelarlo y asilarlo sobre todo, creo yo que por temor a su liderazgo”.
Para la exmiembro del máximo juzgado la justicia viene utilizándose contra los opositores, luego de los sucesos de abril de 2002, los cuales provocaron la salida temporal del poder de Hugo Chávez; y se aceleró con la ampliación del TSJ en 2004, lo cual permitió al chavismo controlar a la justicia.
Vicios de principio a fin
Para Arteaga la condena contra el líder fundador del partido Voluntad Popular estaba anunciada desde el momento en que se le impidió a su defensa presentar pruebas para demostrar su inocencia. “En el proceso hay tres partes: La acusación, la defensa y el juez que es el árbitro y quien debe tomar su decisión a partir de las pruebas y argumentos que ambas partes le presentan, eso aquí no ocurrió”.
En las más de 70 sesiones que duró el juicio desfilaron 120 testigos, pero de ellos solamente uno había sido promovido por la defensa, mientras que 117 (97%) eran funcionarios de la Fiscalía o de los organismos de seguridad del Estado. En cambio las casi 50 pruebas, entre videos, expertos y testigos que los abogadores del opositor quisieron llevar al juicio fueron rechazados sistemáticamente, primero por la Fiscalía y luego por los tribunales, incluyendo el TSJ.
El penalista Juan Carlos Gutiérrez, quien lideró el equipo que representó a López, por su parte cree que los vicios comenzaron desde el momento en que su cliente se puso a derecho y “una jueza sin jurisdicción decidió mantenerlo detenido preventivamente, aunque ya había mostrado su disposición a someterse al proceso penal”.
Tras afirmar que la negativa a permitir que los periodistas presenciaran el debate, en contravención a lo dispuesto en la Constitución y la ley, por si solo sería elemento más que suficiente para anularlo en cualquier país del mundo, Gutiérrez consideró que el nombramiento de Susana Barreiros en diciembre como Defensora Pública General es otra demostración de la componenda desde el poder contra su cliente.
“Esta designación fue una prebenda, un pago por un proceso viciado y por alterar las pruebas de la propia Fiscalía, en particular el informe de la experta (Rosa Amelia Asuaje), quien dijo que no podía acusar a Leopoldo López de incitar a la violencia con sus discursos, pero en la sentencia aparece acusándolo”, dijo.
¿Pero si estaba a la vista que el proceso contra López iba a terminar en condena por qué se entregó el 18 de febrero de 2014 a las autoridades? “El exilio y la clandestinidad no son opciones para mí”, le dijo el opositor a su madre Antonieta Mendoza, según relató ella, quien agregó: “Él sabía que al dar la cara iba a tener este resultado, pero sino lo daba el pueblo no iba a despertar. Tardó dos años para que despertara, pero despertó el 6 de diciembre”.
LEA TAMBIÉN:

video