lunes 28  de  abril 2025
EMILIO MARTINEZ CARDONA

“Los tiempos están llevando al populismo al basurero de la historia”

El nuevo libro de Emilio Martínez Cardona, publicado por el Interamerican Institute for Democracy, con sede en Miami, es una recopilación de pequeños ensayos de política y literatura, dos terrenos en los que navega el autor y los mezcla dentro de una matriz común: la libertad.

“En América Latina tenemos que aprender a condenar el autoritarismo por igual, de izquierda o de  derecha” expresa el escritor Emilio Martínez Cardona, periodista, novelista y poeta, que, en términos de nacionalidad, se define como “anfibio”: mitad uruguayo, mitad boliviano.

Este lunes, en un auditorio del Miami Dade College, en el downtown, el intelectual cubanoamericano, Carlos Alberto Montaner, presentó el último libro de Martínez, que lleva por título “De Orwell a Vargas Llosa”. “Lo que plantea este autor forma parte de los grandes debates de Occidente desde el siglo XVIII: lo gobiernos que intentan cooptar a los intelectuales”, explicó Montaner.

Este nuevo libro de Martínez, publicado por el Interamerican Institute for Democracy, con sede en Miami, es una recopilación de pequeños ensayos de política y literatura, dos terrenos en los que navega el autor y los mezcla dentro de una matriz común: la libertad.

Defiende lo que él mismo denomina “las ideas republicanas y liberales”. Y su alegato permanente es frente a lo que él considera “dictaduras disfrazadas de democracia” o “híbrido entre autoritarismo y ciertas formas residuales de democracia”.

Cree, por lo tanto, que los últimos acontecimientos (como la victoria de Macri en Argentina y la estruendosa derrota del chavismo en Venezuela) “están llevando al populismo al basurero de la historia”. Y caracteriza los últimos acontecimientos como “una ola de cambios en América Latina”, que se podría extender a Brasil con la posible revocatoria del mandato de su presidenta, o el posible fracaso del referéndum reeleccionista del 21 de febrero en Bolivia que, en la actualidad, según Martínez, la encuestas le dan una mayoría absoluta al No, es decir, un 53-54% de opinión negativa a la reelección indefinida.  

-Precisamente, después del triunfo de la oposición en Venezuela, ¿Se puede seguir caracterizando, si las cosas siguen como van, a ese país como uno gobernado por un régimen dictatorial?

- El gobierno sandinista, por ejemplo, era una dictadura. Sin embargo, perdió su última elección. El gobierno de Pinochet era una dictadura pero perdió un referéndum. Siempre hay un final y eso no cambia el hecho de que de ahí para atrás haya habido una dictadura.

-Pero en lo más crudo del régimen de Pinochet la oposición estaba en la clandestinidad, mucho menos podía hacer manifestaciones públicas. A pesar de todos los rasgos autoritarios, e incluso con presos políticos, en Bolivia o Venezuela la oposición está a la luz del día, hace manifestaciones y gana elecciones. ¿No es un contrasentido?

- Pero eso es reciente. Porque hay un agotamiento. Te ponía el ejemplo del sandinismo y de Pinochet. Durante mucho tiempo coparon pero cuando la ola es abrumadora no hay cómo pararla. Sin duda las dictaduras del siglo XXI no son las mismas del siglo XX. No es el mismo modelo.  Es posible que haya que matizar. 

-Eso de  “búsqueda de la verdad” es siempre una utopía, nunca se llega del todo. Pero tratar de encontrarla molesta a mucha gente, según dice usted en su libro.

- El gobernante democrático, así sea de mala manera, tolera esa verdad. En los últimos años, en ciertos regímenes de América Latina, que yo considero  dictaduras disfrazadas de democracia, hemos visto que la constante es el hostigamiento de la prensa cada vez que hay un cuestionamiento. En Bolivia, cada vez que la prensa cuestiona al gobierno por sus supuestos vínculos con el narcotráfico, hay una reacción bastante airada del gobierno que va desde la agresión verbal hasta la instauración de procesos judiciales. Y la más sutil: la compra de medios desde el poder.

-¿Qué medios ha comprado el gobierno de Bolivia?

-Desde el circulo intimo del presidente se controla  el 70% de los medios. Se ha creado una red pública muy grande, a parte del canal estatal que siempre existió y que ahora está en una función netamente propagandística.  Se ha creado una red de 20 emisoras por todo el país, que son públicas, pero tambien son propagandísticas. También se procedió a comprar medios privados. Uno de los casos más sonados es La Razón, uno de los principales diarios del país.

-¿Los compran personas cercanas al gobierno de Morales?

-Son testaferros que responden al vicepresidente del gobierno [Alvaro García Linera].

-Por qué en su libro ataca de una manera tan feroz al novelista y poeta uruguayo Mario Benedetti?

Pasó un poco que Benedetti estaba idolatrado y por eso quise poner algo en el otro fiel de la balanza. Y por eso suena un poco feroz. En el caso de Benedetti no creo que tenga el mérito literario que se le ha dado, y políticamente doy antecedentes que no son conocidos. En relación con el terrorismo tupamaro, al que estuvo vinculado Benedetti, es bueno aclarar, porque a veces veo que en la actualidad hay una distorsión histórica, que los tupamaros se levantaron contra un régimen militar y es todo lo contrario. Los tupamaros se levantaron contra cuatro gobiernos democráticos  y más bien contribuyeron a erosionar la estabilidad de la democracia uruguaya y a que vinieran los militares.

-Uruguay ha pasado por la izquierda sin los traumatismos de otros países. ¿A qué se debe eso?

La institucionalidad democrática de Uruguay es bastante fuerte y digamos que ha sido un contra peso. Es parte de la tradición del país. La estabilidad se construyó con los dos grandes partidos históricos, el blanco y el colorado, sin turno pactado entre ellos. 

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