viernes 6  de  diciembre 2024
DESDE EL CONSEJO DE LA REGENCIA EN CáDIZ

Los venezolanos, colonizados por los mitos revolucionarios

Durante su discurso de incorporación a la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras,  Asdrúbal Aguiar desarrolló "El problema de Venezuela"

El 18 de junio de 2014, mientras en Madrid el rey Juan Carlos cumplía el acto formal de abdicación y la medianoche saludaba a Felipe VI como el nuevo rey de España, el diario El País, lapidario, titulaba: España fue el Titanic, para ilustrar el paso de la nación, con mucha pena y poca gloria, por la cita mundialista de Brasil. n

En Venezuela, el hasta hace unos días vicepresidente de Planificación Jorge Giordani, sacaba sorpresas a un país que ya poco se sorprende, revelando en carta pública las contradicciones y debilidades del Gobierno de Maduro, noticia (la de las contradicciones, debilidades y desaciertos), que no sorprende desde hace rato a los estudiosos del drama nacional. A hombres como el jurista, catedrático y pensador venezolano Asdrúbal Aguiar, quien, entre una y otra realidad recibía, justo ese miércoles 18 de junio, su medalla de incorporación como miembro de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras, en la muy española y muy latinoamericana ciudad de Cádiz (Andalucía). n

El acto solemne, celebrado en la Sala del Trono de la que fuera sede del Consejo de Regencia en 1812, hoy sede de la Diputación Provincial, se realizó con la presencia de los Académicos de Número, encabezados por la directora de la Real Academia, Doña Carmen Cozar Navarro, en representación del abdicado Rey Juan Carlos, quien ejerce la presidencia de la casi bicentenaria corporación. n

El académico y catedrático de historia, Don Manuel Bustos, mientras ocupaban el presidium el Vice Almirante Antonio Querol, Comandante del Arsenal de La Carraca, donde fallece el Precursor Francisco de Miranda, y el Académico Secretario, Don Fernando Sánchez García, leyó las palabras de recepción del neoacadémico Aguiar, destacando particulares de su obra escrita - integrada por 19 libros - y crónicas periodísticas.

Y al referirse a su trayectoria docente y desempeño público nacional e internacional desde cargos de Estado y elevada responsabilidad, subrayó la defensa que de la democracia y la libertad de expresión en las Américas ha realizado el mismo, desde distintas tribunas. E hizo énfasis en los aportes que Aguiar realizara desde el 2000 hasta 2012, ejerciendo la Presidencia de Unión Latina, con sede en París, para fomentar el estudio histórico y jurídico de La Pepa, la célebre Constitución Política de la Monarquía Española, pionera del liberalismo en Occidente, aprobada por las Cortes Generales y Extraordinarias reunidas en Cádiz en 1812, durante la invasión napoleónica.

nSu discurso de incorporación no podía llevar título distinto: El problema de Venezuela. Y es así, porque la nación constituye su gran desvelo. nInició sus palabras agradecido. Conmovido: n u201cLa valoro (la incorporación) como privilegio inestimable.

Es de suyo un sello de compromiso, un anillo de fidelidad, por ser esta Real Academia y su sede histórica, Cádiz, los faros del auténtico constitucionalismo liberal hispanoamericano u201d. La"ofrendo a Venezuela en tránsito adolorido y a sus estudiantes, víctimas actuales de la intolerancia oficial". n

Recordó, en su amplio y denso discurso, u201ca otros compatriotas que me preceden con méritos más que superiores, incorporados a esta egregia corporación hasta 1933 u201d nNombres como los de don Lisandro Alvarado, u201cverdadero erudito y políglota u201d; Rufino Blanco, u201cescritor prolijo y diplomático u201d; Felipe Tejera, u201cescritor y crítico literario, recordado por su Manual de Historia de Venezuela ; Eloy G. González, escritor, ingeniero, político y redactor de El Cojo Ilustrado; Pedro Manuel Arcaya, u201cjurista, sociólogo, historiador y diplomático u201d; u201cel eminente investigador científico Plácido Daniel Rodríguez Rivero, quien funda, sostiene y dirige los Archivos de Historia Médica Venezolana u201d y César Zumeta, incorporado el 19 de enero de 1933.

El mito revolucionario

El jurista, en su documentada aproximación a la realidad venezolana, observa que u201cdurante 183 años de historia independiente los venezolanos hemos sido, en 130 años, ciudadanos de repúblicas militares o colonizadas por los mitos revolucionarios u201d.

Y no se trata, observa en su discurso de incorporación, sólo de la actual revolución bolivariana que cínicamente muta en socialismo del siglo XXI y es una suerte renovada del viejo marxismo que le sirve de trastienda y ancla en la hermana República de Cuba desde la segunda mitad del siglo XX, para justificar así otro despotismo más de los tantos que nutren el devenir de Hispanoamérica.

n u201cAsí las cosas, lo constatable, es que tras cada acto de fuerza o mediando la demanda del caudillo militar y/o rural de ocasión, sigue siempre la explicación intelectual y detrás el texto fundamental de circunstancia, obra de escribanos cultos y refinados, que le otorgan ribetes democráticos y hasta constitucionales a lo así ocurrido.

u00bfOcurre acaso una suerte de aparente transacción entre la fuerza y la razón, o mejor, estamos en presencia de la transformación utilitaria definitiva de la razón, haciéndola sirviente de la fuerza en Venezuela? u201d nAdvierte que cada u201crevolución u201d ha pretendido consolidar u201c, u201ca través de reformas constitucionales o de constituyentes, las previsiones necesarias para que el mandamás logrero alcance su estabilidad, se aleje del poder sin perderlo, o se prorrogue en el ejercicio del poder, directamente o al través de sus designados u201d.

El Derecho en el sentir nde la gente

En su angustia de país, y luego de repasar la realidad política venezolana de uno a otro siglo, recuerda sus propias reflexiones en el 2000 sobre la Venezuela del XX: u201cNo cabe la idea de una cultura jurídica propia o doméstica en Venezuela u2026si se constata el sugerido divorcio entre las formas del Derecho y el sentir de la gente u201d. n

Ante su propia interrogante de cómo u201czanjar el desencuentro existencial que todavía pesa sobre nuestra difusa conciencia colectiva u201d, recurre al pensamiento del maestro Rómulo Gallegos, u201cquien afirma en 1909 que el sentido de la ley no ha penetrado en la conciencia venezolana ( u2026)porque no se nos ha enseñado a verla como cosa propia, y tan extraña permanecería para nosotros si ella fuera sacada de la propia alma nacional u201d.

n u201cY desde entonces, desde los días inaugurales poco nos importa a los venezolanos que u2018los de arriba u2019 tuerzan a su antojo a las leyes porque, en verdad, las mismas no le hablan al alma u2013 lo dice Gallegos u2013 y su desdén tampoco nos significa nada, pues incluso quienes alguna vez claman sanciones para los violadores de la ley, que siempre son otros o los otros, lo hacen con hipocresía y sin sentir que éstos atentan contra la patria ultrajada u201d.

nEn palabras finales, y asomado a la u201cVenezuela civil u2013que-duda y se fractura u201d, recuerda el valor institucional y democrático de quienes se ocuparon del país entre 1958 y 1999, luego de la dictadura y antes de la llegada del u201cSocialismo del XXI u201d, quienes encontraron u201ccomo piso común la idea del pluralismo democrático y su defensa u201d.

nDesde Cádiz, fue obvio el llamado: la democracia, como leyes y justicia u201cque hablen al alma u201d valen la pena. Las voluntades venezolanas, hoy como ayer, están llamadas a rescatar el valor del hombre civil.

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