CARACAS.-PEDRO PABLO PEÑALOZA
@pppenaloza
La mayoría de los que abandonan el país son jóvenes que persiguen oportunidades de formación y ocio, acceder a un trabajo decente y bien remunerado
CARACAS.-PEDRO PABLO PEÑALOZA
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Una imagen que dice más que mil adioses. La foto de “Cromointerferencia de color aditivo”, obra del artista venezolano Carlos Cruz Diez que decora los pasillos del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, se ha convertido en la postal de despedida que cuelgan en las redes sociales centenares de compatriotas que se marchan del país en búsqueda de un mejor futuro.
La luminosa creación del maestro Cruz Díez es testigo silente de un fenómeno reciente en la historia de Venezuela: el éxodo generado por la crisis económica, la conflictividad social y la inestabilidad política.
Ante la caída de la producción petrolera y la paralización de la industria nacional, al parecer el principal producto de exportación de la República Bolivariana son sus propios ciudadanos. Sin embargo, no existen datos precisos que permitan mensurar la magnitud de la diáspora que ha surgido en estos tiempos.
“No tenemos cifras sobre la emigración de venezolanos que puedan reflejar lo que ha ocurrido en los últimos dos años. El Gobierno venezolano sigue sin mostrar estadísticas sobre el movimiento migratorio”, cuestiona Anitza Freitez, doctora en Demografía y directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB).
La opacidad interna obliga a recurrir a distintas fuentes internacionales, que incluyen desde organismos multilaterales hasta los indicadores de gobiernos extranjeros. Basándose en esos registros, Freitez elaboró un estudio junto con sus colegas Genny Zúñiga y Beatriz Borges Urrutia, que muestra el aumento de la emigración venezolana.
Mirando al norte
“Para mediados de la pasada década, el Banco Mundial estimaba que había cerca de 464 mil venezolanos residiendo en el exterior y para el 2010 se calculaba que esa cifra ya superaba el medio millón (522 mil)”, destacan las autoras en el informe titulado Políticas públicas sobre migraciones y participación de la sociedad civil en Venezuela.
El principal destino de los venezolanos es Estados Unidos. Las académicas señalan que 33 mil estaban afincados legalmente en EEUU en 1980, según el proyecto Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica del Centro Latinoamericano de Demografía (Imila). Dos décadas más tarde, el censo norteamericano arrojó que habían ascendido hasta 107 mil y para 2012 la American Community Survey (Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense) promediaba un total de 194 mil criollos empadronados en este país.
“En el contexto latinoamericano, Venezuela figura, junto a Brasil y Honduras, entre los países con las mayores tasas de crecimiento del stock de emigrantes residiendo en los Estados Unidos entre los años 2000 y 2005”, expresan las profesoras, tras recordar que el Banco Mundial reseñó que la cantidad de venezolanos establecidos en EEUU pasó de 130 mil a 172 mil entre 2005 y 2010.
Las líneas gruesas apuntan que entre 1989 y 2013, unos 148 mil venezolanos recibieron permiso para residir en Estados Unidos de forma permanente. Pero al concentrarse en el detalle, las analistas encuentran que “66% de esas admisiones se produjeron entre 2004 y 2013. Lo anterior revela que durante este último decenio, en promedio, han sido admitidos anualmente como inmigrantes cerca de 9.800 venezolanos, cifra que contrasta con el promedio de 2.800 venezolanos que anualmente alcanzaban ese estatus entre 1989 y 1998 y aun con la media de 4.650 registrada en el período 1999-2004”. De los 71 mil venezolanos que consiguieron la nacionalidad norteamericana entre 1991 y 2013, 52 mil lo hicieron entre 2004 y 2013, exponen Freitez, Zúñiga y Borges Urrutia.
El informe menciona que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reportó en 2014 que 8.009 venezolanos se encontraban bajo esa condición o en situación similar. Asimismo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reveló que 8.184 venezolanos pidieron asilo en EEUU entre 2000 y 2011.
¿Y ahora qué?
La última canción lanzada por el grupo de ska venezolano Desorden Público aborda el tema de la emigración repitiendo el estribillo: “Los que se quedan, los que se van, algún día volverán”. Pero, ¿será cierto? ¿Retornarán aquellos que se marcharon? Y, más importante aún, ¿la posibilidad de una renovación política detendría la estampida criolla hacia el exterior?
“No creo que la perspectiva de un cambio incierto constituya en este momento un factor de freno al flujo migratorio”, responde Freitez. A su juicio, ni una eventual rectificación del presidente Nicolás Maduro, ni un escenario de cambio de Gobierno, “son garantías de una recuperación rápida o relativamente rápida de las deterioradas condiciones de vida y de la restringida estructura de oportunidades para la población joven”.
La demógrafa subraya que la mayoría de los que abandonan el país son jóvenes que persiguen oportunidades de formación y ocio, acceder a un trabajo decente y bien remunerado, y emanciparse del hogar de los padres. “Todo eso no se recupera en seis meses, un año ni en cinco. Para que se frene el flujo emigratorio, tendrían que producirse señales claras de recuperación de todo eso que el país ha perdido”, acota.
El abogado experto en inmigración y Derechos Humanos, Julio Henríquez, director de la ONG Refugee Freedom Program, precisó a través de un boletín de prensa que en el primer trimestre de este año 3.507 venezolanos solicitaron asilo afirmativo en EEUU, cantidad que solo superaron los ciudadanos chinos con 3.701 peticiones en este periodo.
Henríquez percibe que el triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 no significó un cambio en la situación, debido a que inmediatamente después “se presentó un acelerado deterioro de las condiciones de DDHH en Venezuela, que se manifiesta con la reacción del Gobierno de aumentar las arbitrariedades y la violencia política, ejerciendo un inocultable control sobre el Tribunal Supremo de Justicia y usándolo para neutralizar las acciones de la nueva Asamblea Nacional”.
Freitez aclara que en el “proceso migratorio no solo intervienen los factores que operan en el país de origen, sino también los que actúan en los países de destino”. Más allá de las restricciones legales, “va pesando que la corriente migratoria venezolana consolida y las redes migratorias se densifican. Quienes se han ido antes abren camino y brindan algunos apoyos que facilitan el establecimiento de quienes van llegando después”.
“No percibo que este segmento de la población que piensa emigrar pueda cambiar fácilmente de opinión frente a la eventualidad de que el año próximo podría tenerse un nuevo Gobierno. Como tampoco se puede esperar que quienes estén afuera ya comiencen a preparar maletas para regresar. Me parece que es más complejo”, concluye la investigadora.
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