viernes 21  de  marzo 2025

Alcantarillado de mis dos ciudades

El alcantarillado del condado Miami-Dade está a punto de colapsar. Al parecer, el dinero para el mantenimiento se utilizó en cualquier otro gasto

nVeinte años atrás (cuando las dictaduras rojas todavía no avanzaban en América Latina) los habitantes de mi ciudad natal en Guayaquil, Ecuador, nos enteramos de que el servicio de alcantarillado y agua potable había colapsado. Lo supimos porque las aguas negras contaminaban el agua que bebíamos, porque las calles se inundaban apenas comenzaba a llover, y porque cada vez era más difícil proveer del líquido vital a los nuevos barrios. n

Entonces la ciudad cambió al alcalde que había permitido semejante desastre y privatizó el servicio de agua potable.

nHubo que enfrentar la feroz oposición de algunos partidos de izquierda y de ciertos dirigentes sindicales, convencidos de que el Estado no debe renunciar nunca al manejo de los servicios vitales. n

La pelea no acabó allí, porque después, cuando el servicio se privatizó, hubo que pelear contra la soberbia de algunos ejecutivos de la nueva empresa privada que se había hecho cargo del servicio, que pretendían que la ciudad aceptara su manejo sin chistar. La prensa cumplió un papel muy importante, llamándoles la atención a los nuevos encargados, para que de verdad mejoren el servicio. n

No fue fácil, pero finalmente se encontró un punto intermedio adecuado, y hoy Guayaquil cuenta con un excelente servicio de agua potable y alcantarillado, a cargo de una empresa con fines de lucro, pero bajo el control de un ente municipal. n

Cuando el gobierno actual del Ecuador llegó al poder, anunció que acabaría con las privatizaciones de la u201clarga noche neoliberal u201d. Afortunadamente, en el caso del agua potable de Guayaquil, aún no lo consigue. n

Entonces, por esos avatares de la vida, me tocó abandonar mi país y venir a vivir a Estados Unidos, donde me acabo de enterar de que el servicio de agua potable y alcantarillado del condado Miami-Dade está a punto de colapsar. Al parecer, el dinero para el mantenimiento se utilizó en cualquier otro gasto. En otras tierras eso es un delito que se llama malversación. Asimismo, le entregaron el mantenimiento de la red de agua potable a empresas privadas que cobraron una fortuna por un pésimo trabajo. Quizás por eso no fue el Municipio de Miami-Dade el que hizo sonar la campana de alerta, sino el gobierno federal, que tuvo que recurrir a los tribunales para que obliguen a las autoridades locales a hacer algo (ni siquiera todo, sólo algo). Los trabajos iniciales costarán 1.600 millones de dólares, que los pagarán los usuarios con tarifas más caras. Luego habrá que invertir más dinero, y con eso las tarifas volverán a subir. Y aun así, se prevé que sólo en 10 ó 15 años quizás el problema se corrija.

nMe permito sugerirle al Municipio de Miami-Dade que le solicite consejo a municipios eficientes como el de Guayaquil. Quizás el alcalde Jaime Nebot le explique al alcalde de este condado la lección más importante que los guayaquileños aprendimos, que la democracia no elimina por sí sola la ineficiencia y la corrupción; y que sólo cuando los ciudadanos se ponen de acuerdo para mejorar sus servicios, bajo el liderazgo de sus autoridades, corrigiendo los defectos de algunos administradores públicos y la voracidad de ciertas empresas privadas, es cuando las cosas comienzan a andar bien.

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