El cinismo al poder: ¿Quién es el dictador y quién es la dictadura?

Pero de lo que sí todos estamos muy claros es que en la dictadura Castro-Canel no se necesita disfraz, y que el decisor puesto a dedo presidente carga sobre sus hombros, como otros tantos cómplices, el peso de la represión, el miedo y la ruina de toda una nación.

Las palabras expresadas por Canel, lejos de sembrar confusión, revelan la esencia de un poder que desde hace décadas ha perdido legitimidad moral y política. Es un reconocimiento desesperado de que ya nadie les cree su narrativa-ficción de lo bien y mejor que vamos a estar.

Debo aclararle a usted, Canel, primeramente: ¿Quién es el dictador? Realmente creo que no debía hacerlo, porque usted lo sabe muy bien, pero por las dudas de la posible ignorancia le digo saber conscientemente que:

1. Dictador es quien gobierna sin someterse a elecciones realmente libres, justas y democráticas.

2. Quien reprime, criminaliza el libre pensamiento y la libre expresión. Quien persigue al que sueña y espera un nuevo amanecer en dignidad y paz.

3. Quien ordena golpizas, detenciones arbitrarias contra jóvenes artistas, madres, hombres de bien, sacerdotes, ciudadanos cansados del régimen que les desangra por más de seis décadas.

¿Quién es la dictadura?

Empecemos por el punto de que la dictadura no es un individuo propiamente hablando, sino un sistema estructurado para controlar cada aspecto de la vida de los ciudadanos. La finalidad de este sistema es violar todos los Derechos Humanos, sin dejar de señalar que no es servir su propósito, sino someter y hostigar a sus ciudadanos.

1. El único partido, que se proclama por encima de la nación y de la soberanía popular.

2. El apartado represivo del Ministerio del Interior, que espía, chantajea y asfixia psicológicamente a sus ciudadanos.

3. Un sistema judicial, que responde a los intereses del régimen y no a la verdad y a la justicia.

La dictadura que vive el sufrido pueblo cubano es la que usted, Canel, y sus secuaces dirigidos por Raúl Castro le imponen para que no sean libres: económicamente, culturalmente, políticamente y hasta espiritualmente.

Esta verdad es muy difícil de ocultar. Por eso les temen a las redes sociales, a internet, al periodismo independiente, a la sociedad civil, a los artistas libres y hasta a la fe. Porque saben que se les acaba el tiempo y su fecha de caducidad está más próxima que nunca.

A pesar de todos los desafíos, retos, incertidumbre y dolor, la esperanza no ha muerto. Los hijos de Mariana Grajales, los hermanos de los Padres Fundadores de la Nación Cubana, se mantienen demostrando una resistencia admirable por ver a la Isla liberada de la Hoz y el Martillo que le oprimen. Dentro y fuera de la isla, millones de cubanos seguimos soñando, luchando y deseando la libertad plena y esperanza cierta.

Yo sueño que Cuba, mi tierra querida, no siga siendo una finca vendida al mejor postor extranjero, ni una cárcel, ni una herencia de los Castros, sino que sea la Casa Cuba de todos y para el bien de todos; lo merecemos hoy, ahora y siempre.