miércoles 9  de  octubre 2024
Perú

Se los quieren robar

El presidente de Perú, Martín Vizcarra, quien acertadamente considera que la ley es una forma de censura al propio Poder Ejecutivo en su comunicación con la ciudadanía, ya dijo que rechazará la norma por inconstitucional
Diario las Américas | DANILO ARBILLA
Por DANILO ARBILLA

Es de no creer, en Perú el Congreso legislativo votó una “ley mordaza” para “acabar” con los medios de comunicación privados. Setenta congresistas votaron a favor y solo 30 en contra, mientras otros 7 se lavaron las manos y se abstuvieron.

La ley prohíbe al Estado realizar publicidad en los medios de prensa, radio y TV privados, y fue presentada por Mauricio Mulder Bedoya hasta entonces un insignificante y desconocido diputado del muy minoritario y venido a menos partido político APRA, versión degenerada de la legendaria Alianza Popular Revolucionaria Americana, fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre la que en su época liderara a decenas de partidos y movimientos de centro izquierda y antiimperialistas del continente. Hoy el APRA no es, ni de cerca, lo que era, pero Mulder con su iniciativa pasó a ocupar las primeras planas y a hacerse tristemente famoso. Algo así como lo que pasó en los EEUU en los 50 con el desconocido Joseph Mccarthy y más recientemente con Donald Trump.

Mulder contó con el apoyo de la mayoritaria bancada del “fujimorismo”, el que no podía negarse a sí mismo y dejar de ser coherente con su línea y su historia.

El presidente Martín Vizcarra, quien acertadamente considera que la ley es una forma de censura al propio Poder Ejecutivo en su comunicación con la ciudadanía, ya dijo que rechazará la norma por inconstitucional. La ley ha sido criticada también por el Relator para la Libertad de Prensa y por la Comisión de Derechos Humanos de la OEA y por su parte, las organizaciones de prensa y defensa de la libertad de expresión de Perú anunciaron que reclamarán ante la Corte Interamericana.

Mulder y acompañantes notoriamente afinaron la puntería y con el cuento de no alimentar con publicidad oficial las “arcas” de los –según los dictadores y totalitarios dixit- “tradicionales grandes empresarios” y “ogros” de la prensa, buscan atacar y si es posible acabar con el único instituto independiente de vigilancia y control del poder político y de los gobernantes. Se ha consumado a la vez la venganza de Keiko Fujimori, la hija más mala del dictador, quien culpó a los medios de su última derrota electoral.

Esto de la publicidad oficial tiene sus aristas. Una operación comercial normal, legal y legítima, en casos ha sido pervertida por malos gobernantes y dictadores para presionar, provocar la autocensura de los medios y para comprar medios y periodistas y así premiar a la prensa complaciente y castigar a la independiente u opositora. De ahí la necesidad de regular y controlar el manejo de la publicidad oficial a través de la ley, pero no de esta “ley de Mulder”. La publicidad oficial en los medios de prensa privados, que no los maneja el Gobierno de turno como pasa casi siempre con los medios del Estado, es una de las fórmulas de comunicación del Gobierno con sus electores y mandantes, como lo ha señalado el propio presidente de Perú. Es también en algunas ocasiones una ayuda a los medios de comunicación, lo que en definitiva garantiza y contribuye a la independencia, pluralidad y diversidad imprescindible para la plena vigencia del debate libre que hace a la democracia. Podría decirse que es un subsidio, pero quizás no tanto; en la medida que esa publicidad no sea discriminatoria y se maneje con criterios técnicos y profesionales o en casos excepcionales cumpla con algunos propósitos clara y legalmente establecidos (caso de apoyo a la prensa del interior o de provincias), es una obligación o deber del Estado contemplar ese tipo de “ayuda” a un sector cuyo rol es primordial. El Estado o Gobierno, por su lado además, obtiene su contraparte por cuanto informa a la población, como debe ser, sobre lo que está haciendo. Y este “trueque” es lo que lo hace diferente, a los subsidios que tantas veces se dan a sectores sociales o de la economía de alguna forma damnificados por diferentes causas.

La palabra subsidio suena mal para la prensa y hay muchos y acérrimos opositores a ellos- entre los que me cuento. Sin embargo hay que admitir que en estas épocas en que han surgido nuevas competencias y otras vías para informarse, no parece un desatino considerar alguna forma de “subsidiar” a un sector cuya desaparición sería suicida para los ciudadanos y para la democracia. ¿Volver a regímenes donde los medios de información son manejados por el estado –como lamentablemente aún pasa en muchos lados- o en el mejor de los casos, sometidos al ritmo y la veleidad, y también los temores y genuflexiones que las hay, de las redes y las plataformas?

Pues algo de esto y si no peor, es lo que pretende la ley Mulder. Perú hasta hoy es uno de los países donde los ciudadanos gozan de una total libertad de prensa. Ese es uno de sus orgullos y tesoros. Que los cuiden porque decididamente hay gente que acecha y se los quiere robar.

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