CARACAS. PEDRO PABLO PEÑALOZA
Especial
La receta parlamentaria propone una serie de lineamientos que tocan las distintas aristas de la crisis e intenta dar una respuesta a los desafíos que enfrenta el país
CARACAS. PEDRO PABLO PEÑALOZA
Especial
Todo el mundo llega a la misma conclusión: la economía venezolana es un desastre. Hasta allí las coincidencias. Luego, cada quien tiene sus visiones sobre las causas de la crisis y las posibles soluciones, siempre dependiendo del cristal ideológico con que se mire.
El Gobierno chavista, que según los analistas incrementó de manera alarmante la dependencia del petróleo y las compras en el extranjero, ahora dice que el modelo rentista y de importaciones masivas “se acabó”.
“Aquí hay un modelo económico en crisis, un modelo rentista petrolero parasitario, donde se produce poco, donde se roba mucho, un sistema estatal altamente corrompido, todo ese entorno sirve de cultivo para ataques a la revolución”, admitió el ministro de Comercio Exterior, Jesús Faría, en enero de este año.
Al igual que Faría, la oposición cuestiona que la suerte del país esté atada a los precios del barril de petróleo y denuncia el saqueo de las arcas públicas. Sin embargo, agrega una crítica adicional, que golpea los cimientos del chavismo: la culpa del desastre recae sobre el modelo socialista, que con sus excesivos controles impide el desarrollo de las fuerzas de la economía, afirman los adversarios del oficialismo.
“Siempre cuando hay un derrumbe del modelo económico le echan la culpa al modelo socialista, pero aquí fracasó el modelo rentista petrolero que no fue capaz de producir”, respondió en febrero pasado el vicepresidente Aristóbulo Istúriz, en defensa del proyecto ideológico que implantó el difunto presidente Hugo Chávez.
Para contrarrestar la debacle económica, el presidente Nicolás Maduro firmó el 11 de marzo un decreto de emergencia. El instrumento fue rechazado por la Asamblea Nacional de mayoría opositora, por considerar que el mismo no atacaba los problemas de fondo. Sin embargo, el Tribunal Supremo de Justicia, controlado por el chavismo, impuso su aplicación, otorgando amplios poderes al Jefe de Estado.
Maduro prorrogó en mayo las medidas especiales, dictando en ese momento un decreto de “estado de excepción y emergencia económica”. Aunque con este tipo de disposiciones el Gobierno se asegura el control discrecional sobre la economía venezolana, esto no ha impedido que proliferen las discusiones y propuestas alternativas para superar la hecatombe que empobrece a los venezolanos.
Ideas para el cambio
El Parlamento todavía habla. Básicamente, es lo único que puede hacer. A golpe de decretos y sentencias judiciales, el Gobierno ha limitado la actuación de la Cámara. No obstante, los diputados expusieron en marzo un plan con diez pasos para rescatar la economía venezolana.
Respetar el derecho de propiedad y el Estado de Derecho. Disminuir la inflación y mejorar el ingreso de la población. Apoyar la producción nacional. Incentivar la diversificación de la economía. Unificar gradualmente los tipos de cambio. Flexibilizar el control de precios. Diseñar una nueva política petrolera. Aplicar una política social eficiente para reducir la pobreza. Refinanciar de forma voluntaria la deuda externa. Y ejecutar una política de transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción. Este es el decálogo impulsado desde el Poder Legislativo, que en su elaboración contó con la participación del legislador José Guerra, economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela.
Para alcanzar esos objetivos, la AN propone una serie de lineamientos que tocan las distintas aristas de la crisis venezolana. Desde “eliminar gradual y sostenidamente el financiamiento monetario del déficit fiscal” hasta “incrementar la generación de electricidad y la provisión de agua”, pasando por “garantizar la seguridad personal”, “promover la instalación de nuevas empresas en el sector industrial y agrícola”, “focalizar los subsidios en todas sus modalidades” y “concentrar las funciones de Petróleos de Venezuela en las actividades petroleras”. La receta parlamentaria intenta dar una respuesta integral a los desafíos que enfrenta el país.
El economista Asdrúbal Oliveros sostiene que “hace falta un proceso de desmontaje de toda la política de controles de precios, y sentarse con las empresas para lograr planes de estímulo a la producción y manejo de la deuda que tiene el Estado con el sector privado por las importaciones no liquidadas”.
En una entrevista concedida al portal Crónica Uno, el director de Ecoanalítica aboga por ejecutar un “proceso gradual de unificación cambiaria y desmontaje del control de cambio”, reducir el tamaño del déficit público, negociar con los organismos multilaterales y reemplazar la política de subsidios generalizados por una que proteja directamente a la población más vulnerable.
Visión internacional
El caso venezolano se ha convertido en un tema de discusión regional. Al frente de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el expresidente de República Dominicana, Leonel Fernández, trajo a Caracas sus aportes para revitalizar la economía venezolana.
“Hay un sistema múltiple de tasas de cambio en Venezuela, la idea es que pueda haber una sincerización cambiaria, o dicho de otra forma, que una tasa fija con una moneda sobrevaluada pueda sustituirse por un sistema único flotante de tasas de cambio. No se está hablando de una devaluación porque con una sincerización cambiaria o establecimiento de una tasa única, algunos productos inclusive bajarían de precio, otros podrían subir”, explicó el líder caribeño en nombre de Unasur.
Previendo el impacto que un eventual ajuste tendría sobre los sectores populares, Fernández estimó necesario crear una “tarjeta de solidaridad” que elimine la política de “subsidios indirectos” que actualmente despliega el Gobierno de Maduro. “De esa manera, el usuario de la tarjeta podrá acceder a los bienes y servicios subsidiados, pero ya directamente como consumidor y no a la tasa de cambio”, detalló.
Unasur cree que la clave está en tres aspectos: reabastecimiento, unificación cambiaria y programas de compensación social. A juicio de Fernández, privilegiar esos temas es fundamental para “producir un alivio en el bienestar de la familia”.
El Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, a cargo del economista venezolano Ricardo Hausmann, está diseñando una estrategia para derrotar la crisis económica que azota a la República Bolivariana.
“Estamos explorando todas las vías de solución de nuestro problema de financiamiento internacional, incluyendo los nuevos mecanismos denominados ‘de acceso extraordinario’ en el Fondo Monetario Internacional, que ya se han utilizado en los casos de Grecia y Ucrania. También estamos estudiando todos los mecanismos de financiamiento bilateral (es decir: de gobierno a gobierno) que se han movilizado en crisis anteriores y las distintas estrategias de reestructuración de deuda que se han utilizado en crisis anteriores”, escribió Hausmann en el portal Prodavinci.
Pese a que la propuesta que se elabora en Harvard aún no está concluida, su promotor adelanta que apuesta por “una nueva política social de transferencias directas, que subsidie a las personas en lugar de subsidiar a los bienes”.
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