Tuve la suerte de asistir recientemente a un evento muy diferente – 100 invitados de Coconut Grove, Brickell y Coral Gable-, con clase de yoga gratis, música y aperitivos orgánicos- en OM Movement, un maravilloso estudio de yoga y de movimiento funcional que abrió sus puertas en octubre del 2016 en Coconut Grove gracias a la inspiración de la cubano-americana Vivian Gómez, y que tiene ya más de 1,000 clientes, 25 profesores y 50 horas de clases semanales. El amplio y luminoso espacio de 4,000 pies cuadrados se abre en gigantescos ventanales sobre los árboles del Peackok Park en Coconut Grove, y cuenta con suelos de corcho traído de Portugal, muebles y revestimientos de madera de cedro y multitud de detalles de cobre importado de la India. El estudio ocupa hoy el segundo piso de lo que fue un famoso templo masónico en la década de los 50. También albergó el Flavors Club, una sala de billar, un Hunted House y el segundo Tobacco Road Bar que hubo en la ciudad. Con clases de todo tipo de yoga (Power Yoga, Viniasa, Skanda, Ayur-Yoga, Broga, Reparador, Híbrido, Básico, para niños, etc.), también ofrece la interesante modalidad de Movimiento Funcional, que se enfoca en todos los movimientos que habitualmente realizamos para proporcionarnos flexibilidad, elasticidad y fortalecimiento. La fusión de modalidades es, indudablemente, lo que hace a este estudio tan diferente.
Durante el animado y enriquecedor evento al que fui invitada allí, pude saludar a Vivian Gómez, la fundadora del lugar, y conocer su apasionante historia. Hija del inversionista cubano Luis Gómez y de la gallega Viviana Gómez, ambos exilados en Miami a principios de los 60, Vivian nació en Miami Beach. Graduada de Psicología y Criminología en la Florida State University, trabajo primero en una firma de investigaciones privada y, año y medio después, abrió su propia firma investigativa, Pro-Edge Group, que el pasado mes de febrero cumplió sus 25 años. Paralelamente, esta audaz detective privada había comenzado a invertir junto a su padre en bienes raíces, creando así un exitoso segundo negocio de carácter familiar. Apasionada deportista desde muy pequeña, no encontró mejor paliativo para el stress y el agotamiento de sus largos días de trabajo de aquella época que el Racket-Ball, deporte al que se consagró con vehemencia hasta llegar a clasificarse como una de las 15 mejores jugadoras de Racket-Ball del mundo , posición que conservó largos años. El 2010 marcó un drástico giro en su vida: sufrió una grave lesión mientras jugaba y, casi al mismo tiempo, su madre fue diagnosticada con Alzhéimer, falleciendo en el 2011. Aquello fue el punto final de su carrera deportiva pero, sin embargo, significó también el inicio de la nueva misión y pasión de Vivian: el yoga. Durante esta época tan dolorosa de duras pérdidas, lo único que la mantuvo a flote y la sacó adelante fueron las clases de yoga que comenzó a tomar. Pronto transformó una de las habitaciones de su casa en un santuario de yoga en el que meditaba a diario entre velas, incienso y alfombras persas, practicaba yoga, se colgaba del techo con su yoga-sling y sanaba cuerpo y alma. Pronto logró sacar su certificación de profesora de yoga y supo que, finalmente, había logrado encontrarle un sentido a su vida, un sentido que de inmediato quiso compartir con los demás para que encontrasen la espiritualidad y el sentido en el movimiento. Así fue como nació OM Movement, el “movimiento con sentido que sana”.