RUI FERREIRA
Especial
Sirvió para oficializar la aproximación con el empresariado estadounidense que comenzó hace ya 20 años y también representó el regreso de los viejos socios de Moscú tras décadas de separación
RUI FERREIRA
Especial
La primera Feria Comercial de La Habana tras el deshielo con Estados Unidos sirvió para oficializar una aproximación con el empresariado estadounidense que comenzó hace ya 20 años.
Pero también representó el regreso de los viejos socios de Moscú que, tras una década de separación, están de nuevo en fuerza en La Habana firmando acuerdos comerciales y concediendo préstamos.
Es algo así como si el pollo de Florida y la carne rusa se hubieran puesto de acuerdo para ingresar a la economía cubana.
Dos mujeres hablan en el puesto de Pepsi en la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2015) (EFE)
En términos de Estados Unidos, lo más destacado fue la firma, el mismo día de la apertura de la feria, del acuerdo entre la compañía telefónica Sprint y ETECSA, la empresa cubana de telecomunicaciones, que permite a los clientes de Sprint realizar y recibir llamadas así como manejar sus cuentas de mensajes de texto estando en Cuba. Pero, aparentemente, no incluye en el servicio a los clientes cubanos de ETECSA.
“Para mí este acuerdo es un paso muy importante. La conectividad es la herramienta más importante del progreso”, comentó el director ejecutivo de la firma estadounidense, Marcelo Claure. Recuérdese que se trata del segundo acuerdo telefónico con una empresa estadounidense: en febrero, ETECSA pactó IDT Domestic Telecom, Inc. la construcción de una conexión directa entre los dos países.
Una torcedora elabora un puro en el marco de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV) (EFE)
En la feria participaron 28 empresas de Estados Unidos y dos cámaras de comercio. Una de ellas, la Cámara de Comercio Hispana del condado de Volusia, al norte de Orlando, en Florida, firmó un acuerdo con la cámara nacional cubana para la exportación de productos cárnicos procesados y bienes agrícolas.
En septiembre, con el apoyo de las cámaras de comercio de los dos países, se formó en Washington el Consejo de Negocios EEUU-Cuba con la marcada intención de aproximar los empresarios de los dos países. El primer encuentro se llevó a cabo a inicio de noviembre durante la feria.
Durante dos días, unos 50 empresarios estadounidenses de sectores tan disímiles como la banca, turismo, salud, energía, industria agrícola, transportes y telecomunicaciones intercambiaron ideas con sus colegas cubanos. “Esto es un paso en la búsqueda de cómo construir los vínculos comerciales, eliminar las diferencias que persistan y explorar oportunidades”, afirmó el vicepresidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Myron Brilliant.
Pero en medio de todo el jolgorio de la aproximación, los brindis con mojitos, los Cuba Libres con Coca-Cola, y el intercambio de regalos, Estados Unidos no escapó a la crítica cubana.
“Conocemos el interés de muchos empresarios de Estados Unidos por hacer negocios con Cuba. Les damos la bienvenida para participar en el mercado cubano en igualdad de condiciones con los del resto del planeta”, enfatizó el ministro cubano de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, en el foro donde presentó a su país como un potencial buen consumidor productos estadounidenses y se ofreció para vender a su vecino del Norte un renglón básico: la industria farmacéutica y su tecnología.
Sin embargo, el ministro cubano recordó la existencia del embargo comercial al que consideró, “el principal obstáculo al comercio bilateral”. Según Malmierca, los pasos de deshielo adelantados por el presidente Barack Obama aunque “son correctos” le parecen “insuficientes porque no cambian la esencia de la política [del embargo]”.
La feria también sirvió de marco para discutir el intercambio comercial con Rusia, que el año pasado concedió un préstamo de 100 millones de dólares a la isla. Esta vez Moscú envió a la Habana al viceministro de Desarrollo Económico, Alexei Lijachev, y su colega de Industria y Comercio, Giorqui Kalamanov, para participar en la reunión del Grupo de Trabajo Rusia-Cuba compuesta por tres decenas de empresas rusas y 10 funcionarios gubernamentales.
Aparte de discutir los suministros habituales, que abarcan los sectores de la energía, maquinaria industrial y transporte, surgieron nuevas propuestas. Aparentemente Cuba necesita de la ayuda rusa para modernizar la red ferroviaria y su flota naviera. El viceministro Lijachev indicó a la prensa rusa que Moscú pudiera en un futuro cercano comenzar a exportar embarcaciones a la isla. Pero no precisó de qué tipo.
También mencionó la venta de alimentos, una forma de incrementar las exportaciones rusas que, consideró, no son relevantes, en comparación con los que fueron los “gloriosos” años de la desaparecida Unión Soviética.
Durante el cónclave, el viceministro presentó la documentación que faltaba firmar para el suministro de cuatro plantas de electricidad de 200 megavatios cada que van a ser instaladas en las dos centrales que sirven a la región habanera.
Lo que Cuba dejó claro, tanto a estadounidenses como a rusos, es que necesita inversiones, muchas inversiones, aproximadamente 8.200 millones de dólares. Según Malmierca, esos fondos irían a parar a 326 proyectos que incluyen, sorprendentemente, la modernización de las emisiones de televisión con transmisiones en alta definición y la creación de una red pública de televisión de pago.
El ministro de Comercio Exterior explicó que su país quiere lograr al menos un paquete anual de inversiones de 2.000 millones de dólares, incluso ofreció la creación de empresas con 100% capital extranjero, y precisó a los empresarios que el incipiente sector privado cubano no quedará de fuera, algo a que aspiraba en presidente Obama cuando anunció el 17 de diciembre pasado el deshielo con la isla.
“Nos hemos dado cuenta de que el sector privado, las cooperativas y otras forma de propiedad y administración tienen un espacio en nuestro modelo de desarrollo futuro”, concluyó Malmierca.
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