jueves 28  de  marzo 2024
OPINION

La Juventud Cubana y el Estado

Respondiendo a recientes protestas de un grupo de artistas para demandar el cese de obstáculos políticos y económicos, el gobierno ha convocado a la “movilización de los artistas e intelectuales” en la defensa de la política cultural de la Revolución para “difundir las ideas marxistas, leninistas y martianas”.

ALEIDA YANES.-
Especial

Mientras Cuba se embarca en una odisea de reacomodos en su modelo político y económico para poder sobrevivir sin Venezuela, entre los que se incluye el acercamiento parcial a los Estados Unidos con el fin de recibir beneficios económicos, la juventud cubana se mantiene como su más grande reto.

Una juventud apolítica, desesperanzada, cuyo número decrece con el tiempo, al ser erosionada por la migración y por la paulatina reducción de nacimientos (por cada 105.8 adultos de más de 60 años, hay 100 niños cubanos). A esto se aúna la crisis de profesionales del país con un 10% menos de jóvenes cursando estudios post-secundarios desde el 2012.

Sin embargo, la lealtad política al partido comunista cubano de este grupo de la población es la más inmediata preocupación del gobierno. Distanciados por edad, no reconocen en las viejas autoridades pasajes de la revolución del 59 como hicieron sus abuelos y padres, ni en las nuevas una respuesta a sus demandas. 

El gobierno se enfrenta al reto de definir y capturar ‘el espíritu’ de la juventud cubana para venderle un proyecto político que la mayoría miran con ira o hastío. Con este fin, el partido está impulsando talleres nacionales para estudiar sus intereses e identidad.

El brazo ejecutor de estos estudios descansa en el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ) y La Red Nacional de Investigadores sobre Juventud, fundada en 2014. Ellos se dedican a comprender como los jóvenes cubanos emplean su tiempo libre, cual es su formación laboral, nivel de preparación política, vida social y familiar.

A falta de suficientes datos públicos, un desglose cualitativo sobre el espíritu de la juventud cubana comprendida entre los 15 y 34 años se pudiera dividir en 1) los comprometidos con el gobierno; 2) los neutrales; 3) los pasivos rebeldes; y 4) los criminalizados.

La primera categoría comprende a aquellos jóvenes que participan en la Unión de Jóvenes Comunista (UJC) afiliada al partido comunista, sindicatos y organizaciones de base a través de escuelas, universidades, o empleos estatales. Algunos por convicción política y otros por no perder la oportunidad de estudiar o trabajar. Esta categoría está poblada por el sector de la juventud con mayor nivel educativo y habilidades laborales.

Desde la secundaria hasta la universidad se les obliga a participar como acompañantes en asambleas, procesos de auditoria de empresas estatales, o producciones agropecuarias. De esta forma, la dualidad política y económica se desarrolla al unísono.

Por un lado, su participación política es usada como vía para encauzarlos hacia el  campo laboral que tenga más carencia de profesionales. Y al mismo tiempo, el empleo o estudio es usado como arma de captación política.

Por ejemplo, en Pinar del Río, organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y el jefe de sector de la policía, reclutan por cuadras a mujeres jóvenes desocupadas, para entrar al servicio militar como primer paso hacia una carrera universitaria.

Además, en meses recientes, el partido ha alertado sobre la protección que se debe extender a futuros profesionales de la salud, ya que podrían ser blanco de “campañas difamatorias”. Y para el próximo año se han propuesto aumentar la escasa integración de la juventud rural (24% de la juventud nacional) a organizaciones políticas, a través de oportunidades de empleo estatal en las provincias.

No obstante, en los últimos años, el número de militantes ha decrecido también en esta categoría, ya sea por baja participación de los ya inscritos o por la renuencia de algunos a pertenecer a organizaciones políticas.

El gobierno ha respondido a esta disminución con una reforma en la educación superior para “reforzar la labor política-ideológica a través de las asignaturas marxismo-leninismo e historia de Cuba” a partir del 2015.

La Fiscalía General es el órgano gubernamental que más intensamente ha trabajo con niños y jóvenes en todas las provincias de Cuba en el último año. Las reuniones están regidas por la estrategia de comunicación del órgano con la población para fortalecer el “trabajo político- ideológico”. Lo que se traduce en alertar a éstos sobre sus derechos de uso del intranet y responsabilidades laborales y éticas.

En los neutrales se encuentran los cuentapropistas, usufructuarios y campesinos independientes. Aunque no concuerdan con el gobierno, no lo enfrentan directamente para no perder aquellos derechos que les permiten vivir alejados de la maquinaria diaria del estado.

El gobierno planea transformar esta relativa lejanía al extender la sindicalización de los trabajadores autónomos en áreas como el turismo, con especial atención al potencial comportamiento “subversivo” del 31% de cuentapropistas jóvenes.

De igual forma, los usufructuarios y dueños de tierras han sido obligados a pertenecer a sindicatos, a nuevas organizaciones de base junto a sus familiares, y Cooperativas de Créditos y Servicios; quedando políticamente atados al gobierno como virtuales trabajadores estatales.

Los pasivos rebeldes abarcan a aquellos que se oponen a las prohibiciones diarias y limitaciones sistémicas. Es la más apática versión de la juventud cubana, la que no colabora; con esporádicos arranques de rebeldía en contra de la expansiva incursión del gobierno en cada aspecto de la vida diaria.

Su rebeldía es desorganizada y rápidamente contrarrestada por el gobierno. En ocasiones son imputados por temas indirectos como la adquisición de computadoras o materiales de construcción.

Se les da la oportunidad de dar un paso atrás, en dirección a los neutrales, a través de la policía de sector u otras organizaciones de base quienes les advierten sobre las consecuencias de sus acciones.  

De acuerdo a las asambleas de diciembre del partido, éste mira con especial atención a los jóvenes que se han interesado por el periodismo en intranet, a los que se acusa de utilizar la estrategia de “un discurso menos agresivo” para deslegitimar a las instituciones.

Por otro lado, respondiendo a recientes protestas de un grupo de artistas para demandar el cese de obstáculos políticos y económicos, el gobierno ha convocado a la “movilización de los artistas e intelectuales” en la defensa de la política cultural de la Revolución para “difundir las ideas marxistas, leninistas y martianas”.

Intelectuales también han sido reclutados este año para entablar un “diálogo [sobre historia cubana] con las nuevas generaciones” a través de sociedades Martianas. Además, el gobierno utiliza herramientas de ocio como la creación de videojuegos nacionales, los Joven Club de Computación y gimnasios populares para poder proveer formas de entretenimiento estatal.

  Finalmente, los criminalizados no sólo incluyen a criminales comunes, sino también a aquellos que han adoptado el coloquial ‘resolver’ como forma de vida. Es decir, realizan pequeñas transacciones como revender productos no permitidos en Cuba.

También comprende al creciente número de adictos a drogas y al alcohol, y a aquellos que cometen “indisciplinas sociales” como destruir propiedad pública, un acto común en Cuba que pretende ser resuelto por nuevas comisiones vecinales.

Para todas estas categorías, el gobierno cubano utiliza un método de contención preventivo, detectando patrones negativos en la juventud que le permitan hacer correcciones de manera experimental a nivel local. El empleo y estudio han sido siempre un buen termómetro para identificar lo que el gobierno ha codificado como el “estado de peligrosidad”, es decir aquellos jóvenes que no pueden ser controlados institucionalmente. 

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