martes 26  de  marzo 2024
DÍA DE LA INDEPENDENCIA DE CUBA

Raúl Moas: tendiendo puentes entre jóvenes cubanos

Raúl Moas, director ejecutivo de Raíces de Esperanza, opina que los cubanoamericanos tienen mucho que aportar paras reconstruir la nueva nación

MIAMI.-ILIANA LAVASTIDA

@IlianaLavastida

Como rasgo único definió Raúl Moas, director ejecutivo de Raíces de Esperanza, la nostalgia que tienen por Cuba los hijos y nietos de exiliados nacidos en EEUU, quienes si bien se definen como estadounidenses, también muestran gran orgullo de traer intrínseca la cubanía y como tal actúan, consecuentes con el arraigo que sienten por una tierra que la mayoría no conoce.

Es la génesis de esta organización sin fines de lucro, fundada hace 11 años, que sin pretensiones políticas asumió la función de servir de enlace para que los cubanos de “ambas orillas se encuentren” y faciliten la integración de una nación fragmentada por intereses de poder.

“La política respecto a Cuba es un tema que divide, dijo Moas en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS,  a propósito de la conmemoración del aniversario 113 de la independencia de la nación caribeña.

 “Lo que sí tenemos como centro [del proyecto] es lo mejor y sólo lo mejor para el pueblo cubano y de una manera especial para la juventud cubana. Queremos que el joven cubano pueda actualizarse, realizar su potencial y ofrecerles una vida digna a sus familiares”, precisó como premisa principal.

¿Qué hace Raíces de Esperanza para concretar el acercamiento?

_Cuba es un tema muy complejo muy cargado de emoción. Hay mucho dolor allá y acá, y para empezar a entendernos y construir un país mejor, tenemos que comenzar a vernos cara a cara.

Entonces la idea de conocer a la juventud cubana, que ellos vengan y se de ese intercambio, es algo clave para nosotros, y estamos a favor de que aumente de una manera auténtica y profunda.

Raíces es una organización bastante joven pero hace unos años decidimos publicar una guía para facilitar al joven que vive fuera de Cuba cómo acercarse a los de la isla.

Es una guía para realizar un intercambio socialmente responsable. De manera que el viaje a Cuba sea algo que pueda traer beneficios para el pueblo. Que la gente se hospede en casas particulares y se relacionen con el pueblo para conocer a la Cuba auténtica, porque para conocer los sueños, los retos y las esperanzas de la gente hay que ir más allá de la imagen turística. Ese es el propósito de Discover Cuba [nombre dado a la guía]. Es un camino, una avenida más clara para la persona que quiera conocer a la Cuba auténtica.

Viajes con propósito

Y una vez que van conociendo, ¿emprenden acciones concretas?

_ Quienes se identifican como miembros de Raíces de Esperanza y deciden viajar a Cuba llevan una memoria flash, un móvil o algo que sirva para ayudar a aumentar la conectividad de la gente desde allá.

La idea de llevar tecnología a Cuba por las vías legales es algo por lo que abogamos, igualmente por el apoyo a emprendedores, a los cuentapropistas, a los que se inician en el mercado privado. También desde aquí uno puede servir como asesor, como enlace y como fuente de apoyo para que los jóvenes puedan actualizar su conectividad. Para nosotros un móvil es algo común, pero allá el teléfono más básico significa el acceso a un familiar con el que no han hablado en cinco años. Con un móvil, más allá de ser alguien que recibe información, puede convertirse también en alguien que genera información.

Cualquier paso que se dé hacia adelante, un pequeño negocio, un teléfono, una computadora, para algunos no es nada significativo, pero son avances que poco a poco ayudan a cambiar la vida.

El negocio privado, a la vez que da independencia económica, aumenta la capacidad de tener libertades personales. Si tengo independencia económica no dependo tanto del sistema, ni del Estado.

La nostalagia por Cuba

¿Por qué existe el fenómeno de la nostalgia por Cuba entre jóvenes que nacen aquí?

_ Es algo único, no conozco otro grupo de hijos de una diáspora de cualquier país de América Latina que tienen esa nostalgia por tierra de sus padres como la tienen los cubanoamericanos.

Mis padres por ejemplo, vinieron de Cuba de cuatro y seis años de edad, con mis abuelos en los años 60, para tener una vida mejor y vivir en una sociedad libre. Vivieron experiencias muy traumáticas, nada agradables, crecí escuchando esas historias.

Cuba está omnipresente entre nosotros, la cultura, la comida, el baile, el idioma, la manera de comportarnos. Mientras crecía, ya yo sabía que Cuba era parte de mi identidad, aunque no sabía más allá de eso.

La Cuba con la que crecí era la de ayer, la de mis abuelos, es algo casi mítico, que fue pero ya no volverá a  ser. Me impresionaba mucho porque veía la pasión con que hablaban mis abuelos de Cuba y siempre la idea era no volveremos hasta que esa persona [Fidel Castro] se muera, o hasta que ese sistema se caiga.

Lo veía como que había una persona muy mala que asumió el poder y mi familia tuvo que huir, también escuchaba que esa persona permanecía ahí causando mucho dolor. Para un niño es fácil verlo así, pero cuando entré en la universidad comencé a conversar con jóvenes que hablaban de Cuba de una manera diferente y esperanzadora.

Hasta ese momento oía hablar de una Cuba que no se podía salvar, que estaba sólo en la memoria. De repente comencé a escuchar anécdotas de que hay jóvenes dispuestos a construir un país para ellos y para las siguientes generaciones, y eso me impactó.

Mi paradigma de Cuba cambió. Pude ver que el mar no se tragó la isla después que mi familia se fue. Que hay gente allí que sigue viviendo y sufriendo, que siguen teniendo una esperanza.

El reencuentro

¿Cuál ha sido la experiencia de tu reencuentro con Cuba?

_Algo cautivador. En 2012 decidí viajar a Cuba por primera vez con unos amigos y fue una experiencia transformadora. Cada uno de los que conocí me decía “tú eres tan cubano como nosotros y ya cuando este capítulo de nuestra historia se acabe, nosotros como una misma nación, vamos a estar bien”. Eso me dio mucha esperanza.

Tenía la preocupación de cómo me iban a ver porque yo me siento súper cubano, pero obviamente soy americano, no sabía cómo me iban a recibir, soy hijo y nieto “de gusanos” [como llamaban a los que emigraron]. Pero no, allá ese rencor no existe. En gran parte, los jóvenes con los que contacté tenían las mismas esperanzas que yo. Entonces yo estaba por graduarme y comprometido con mi novia, que hoy es mi esposa, embullado por la vida y la trayectoria de mi vida, igual que ellos.

Sabía que esa realidad de dos semanas era algo temporal para mí que podría cambiar al volver. En cambio, la realidad para ellos no varía y eso me afectó porque la solución que encuentran muchos es irse a cualquier lugar. Entonces surge la pregunta, si todo el mundo se va quien se queda para construir una Cuba mejor, quién se queda para construir un futuro en el cual el cubano pueda ser libre.

Hace muchos años que para los jóvenes en la isla, la única esperanza es abandonar el país. Siendo así, ¿qué papel crees que tienen los cubanoamericanos que no vivieron esa experiencia traumática, en la reconstrucción futura del país?

_Por esa razón regresé a Cuba. Me costó unos meses entender esa experiencia pero al fin, desde hace dos años, dejé mi carrera en Contabilidad y Finanzas y comencé a tiempo completo como director ejecutivo de Raíces de Esperanza. A partir de ahí trabajo en tres áreas fundamentales, la tecnología, el emprendimiento y los viajes con propósitos para el intercambio personal.

Tendremos que trabajar en la reconstrucción física del país para la cual se necesitan miles de millones de dólares. Pero también está la reconstrucción de la nación, de la sociedad civil. Acá se habla mucho de la reconciliación entre ambas orillas, pero es un proceso interesante porque mis padres por ejemplo se tienen que reconciliar con una Cuba muy diferente a la que yo he conocido, son experiencias diferentes. En ese sentido pienso que los jóvenes cubanoamericanos pueden tener un papel muy importante en hacer dos cosas, primero conocer a la juventud cubana y entender su realidad, sus necesidades, sus retos y sus esperanzas.

Nosotros como organización, no sugerimos qué tipo de modelo económico o sistema político debe tener Cuba. Ese no es mi papel, se trata de proveerles las herramientas y el apoyo para que ellos decidan. Si el joven cubano quiere tener una economía basada en el mercado pero con una cucharada de socialismo muy fuerte, vale, que lo tengan, pero que tengan la posibilidad y la habilidad de elegirlo ellos mismos. El otro papel que podemos desempeñar los cubanos de aquí es ayudar  a la reconciliación.

¿Qué opinas de la política de acercamiento entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos?

En los últimos seis meses los gobiernos de los dos países están acercándose y eso está ayudando a que nuestros pueblos se acerquen.

En la medida que nos acercamos me doy cuenta que somos un mismo pueblo. Tengo muchas esperanzas con Cuba porque allí no hay tensiones étnicas, ni religiosas, no hay conflictos sobre los recursos. El problema cubano es político y los problemas de esa naturaleza tienen solución si hay liderazgo y una visión hacia el futuro.

Tengo mucha esperanza en que la nación cubana pueda dar pasos concretos y profundos en los próximos meses y años para reencontrarse, normalizarse y reconstruir una Cuba donde todos sean bienvenidos, con cualquier filiación política, religión y que cada cual pueda ser él mismo en su propia patria.

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