viernes 22  de  marzo 2024
Hermanos al Rescate

Carlos Costa mostraba devoción por el rescate de balseros

Mirta Méndez, hermana de uno de los cuatro pilotos masacrados en dos avionetas de Hermanos al Rescate, recuerda una anécdota que reafirmaría el talante altruista de su ser querido
Por DANIEL CASTROPÉ

MIAMI.- El joven piloto Carlos Costa, una de las cuatro víctimas del derribo de dos avionetas de Hermanos al Rescate por una acción de guerra del régimen cubano en aguas internacionales el 24 de febrero de 1996, reafirmaría dos años antes su convicción de ayuda a centenares de cubanos que se lanzaban al mar hastiados de la mala vida que padecían en su país.

Mirta Méndez, su única hermana, tiene aún presente que en un crucero de la compañía Carnival, que zarpó del Puerto de Miami el 14 de agosto de 1994, sería Carlos quien “con su vista de águila” logró divisar en altamar a unos balseros que huían de la isla y, tras verlos, propició su rescate y un mejor futuro para esas personas.

Ocurrió una tarde, cuenta Mirta. En el barco, que haría paradas en Playa del Carmen, Cozumel, Grand Cayman y Ocho Ríos, antes de regresar a Miami, viajaban Mirta, sus padres, su esposo, los tres hijos de la pareja, su hermano Carlos y otras personas cercanas al núcleo familiar.

“Eso fue un lunes, el primer día del crucero”, explica Mirta, quien se emociona al narrar la actitud que vio en su hermano cuando éste pudo detectar una pequeña embarcación rudimentaria en la que se transportaban al menos ocho balseros rumbo a La Florida.

Carlos, al advertir la presencia del pequeño bote, corrió hacia un teléfono contiguo al área de la piscina del crucero para hablar con el capitán. “Mi esposo y yo vimos que salió muy apresurado hacia el teléfono, parecía un loco, y no sabíamos qué estaba pasando”, contó.

La acción de Carlos permitió que el crucero detuviera su marcha y subieran a bordo los migrantes cubanos. “Todo el mundo quería saber la historia de los balseros, Carlos hizo todo lo que pudo para ayudarlos y entre los que íbamos en el barco hicimos una colecta para darles ayuda”, indicó.

Una fotografía compartida exclusivamente con DIARIO LAS AMÉRICAS muestra la embarcación rudimentaria con los “balseros” a bordo, muy cerca del crucero, y en otra aparece Carlos junto a uno de los emigrantes rescatados.

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Balseros cubanos rescatados en 1994 cuando Carlos Costa viajaba en un crucero.

Balseros cubanos rescatados en 1994 cuando Carlos Costa viajaba en un crucero.

“Gracias a Carlos, esas personas pudieron quedarse en Estados Unidos. Mi hermano era un gran hombre”, dijo Mirta, con voz entrecortada por un sentimiento que, asegura, “jamás podrá desvanecerse”.

Una pasión

Carlos Costa nació en Estados Unidos en 1966, y residía junto a sus padres en Miami Lakes. Desde muy niño estuvo interesado por la aviación, pero sería más tarde cuando surgió en el joven lo que su hermana denomina una “gran pasión” por la “política en Cuba”.

En casa, rememora Mirta, “poco se hablaba de las cosas de Cuba”. Sin embargo, cuando Carlos se integra a Hermanos al Rescate, “porque tenía que hacer horas de vuelo y por lo bonito que hacía la organización”, su vida dio un giro radical.

Rescatar emigrantes cubanos o auxiliarlos con alimentos en la compleja travesía de varios días o semanas en el mar, se le convirtió en una “obsesión”. Si había niños en las balsas, narra Mirta, su deseo de ayuda era mayor.

“Esa era su alegría más grande, cuando había niños que habían rescatado”, agregó.

Un día horroroso

Como en otros casos, la familia de Carlos Costa se enteró de la masacre de las avionetas a través de la televisión.

No hubo ninguna información oficial en un principio. Todo eran especulaciones. Cuando Mirta vio la noticia, cuenta, “casi me vuelvo loca”.

Mirta esperaba que Carlos no estuviera volando ese día. Lo llamó muchas veces y también le fue imposible comunicarse en ese momento con sus padres.

“Ya yo vivía con mi esposo y tenía a mis tres hijos. Nos fuimos directo para el hangar [en el aeropuerto de Opa-locka], pero no nos decían mucho porque ellos mismos no sabían”, recuerda.

En el hangar de Hermanos al Rescate, se encontró con sus padres. “Fue una noche muy mala. Eso fue muy horroroso para todos. Mi madre nunca más fue la misma persona después de eso”, afirmó.

La orden de disparar

Con el paso del tiempo, salió a la luz un audio en el que se escucha a militares del régimen cubano que daban la orden de derribar a las dos avionetas en las que volaban Carlos Costa, Mario de la Peña, Armando Alejandre, Jr. y Pablo Morales. Una tercera aeronave logró ponerse a salvo.

Expresiones de soeces y con voz de júbilo como “¡Le dimos, cojone!” o incluso “Patria o muerte”, en boca de los tripulantes de los cazabombarderos que pulverizaron en el aire los pequeños Cessna de Hermanos al Rescate, todavía resuenan en la memoria de Mirta.

La hermana de Carlos considera que “fue algo sucio” escuchar la forma “tan alegre cómo esta gente hablaba cuando derribaron las avionetas”.

A su juicio, causarle la muerte a otro ser humano no debe causarle alegría a nadie. “Eso se estila en tiempos de guerra, pero no estábamos en guerra”, apuntó

Después de escuchar el audio que sirvió como acervo probatorio de una resolución condenatoria de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “mi padre no fue el mismo”. Murió en 2011.

Justicia

Al cumplirse 25 años de ese hecho que diferentes organismos internacionales han catalogado como un delito de lesa humanidad, Mirta todavía piensa en su hermano y le parece increíble que el crimen continúe impune.

“Yo le diría al régimen de Cuba que la muerte de mi hermano y de los demás pilotos aún no se ha olvidado y jamás se olvidará”, subrayó.

Y cree, asimismo, que los responsables del derribo de las avionetas y de las pérdidas humanas pagarán algún día “de una u otra forma”.

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@danielcastrope

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