LA HABANA.- Sentado en un banco de madera cubierto por un toldo de franjas rojas y blancas de una cafetería privada ubicada en el céntrico barrio habanero del Vedado, Eusebio, un emprendedor cubano radicado hace veinte años en Europa, observa atento al lonchero, que prepara una docena de salchichas a la plancha. Con calma bebe una cerveza negra y luego prende un tabaco torcido a mano.
El plan B
Cuando DIARIO LAS AMÉRICAS le pregunta si los dueños de negocios tienen un plan B para afrontar la regulación de 'cero efectivo' decretada por el régimen, Eusebio se reclina en el espaldar del banco y hace una breve pausa antes de responder.
“La respuesta corta es sí. La mayoría de los que tienen un emprendimiento en Cuba, sean nacionales o extranjeros, conocen a la perfección cómo funciona la burocracia y las instituciones del Estado. Por tanto, además de tener un plan alterno, aseguran sus negocios aliándose a un tipo, casi siempre bien conectado con altos funcionarios del gobierno, para poder sortear los caprichosos y erráticos vaivenes políticos del régimen. Los cubanos residentes en la isla saben que existe una puerta giratoria que delimita el ámbito legal del clandestino. Y lo usan a conveniencia, conocen sus reglas y pueden moverse en la informalidad. Pero los cubanos radicados en el exterior, como yo, que he abierto un negocio por una mezcla de nostalgia y aventura, tenemos dos opciones: cerrar la MIPYME y largarnos o buscar alternativas, si queremos salir adelante”, afirma Eusebio.
De vieja data
La historia del enfrentamiento de la dictadura castrista contra los emprendimientos privados es de vieja data. Confiscaciones, elevadas multas y regulaciones impositivas onerosas son las herramientas que cíclicamente ha utilizado el régimen para descarrilar los negocios particulares. Una noche de 1968, un iracundo Fidel Castro, prohibió los últimos 55.000 pequeños negocios que aun sobrevivían al huracán verde olivo. Puestos de fritas, cafetines de barrios y talleres de carpintería, entre otros, fueron expropiados a sus legítimos dueños.
Entonces, Eusebio era un niño, pero conoce esa historia. “Sé de la antipatía que siente el gobierno hacia los negocios particulares. Los sistemas de orientación marxista ven a los emprendedores como sus enemigos de clase. Sucedió en la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), en la República Democrática Alemana y en otros países de Europa del Este patrocinados por el Kremlin. He visitado naciones europeas que una vez fueron comunistas. Y tanto allí como aquí, siempre hubo una resistencia al Estado en el tema de los negocios privados”, explica y añade:
Contrabando por doquier
“Igual que en Cuba, en los países del llamado campo socialista, la gente temía oponerse políticamente al gobierno. Sin embargo, casi todos los ciudadanos contrabandeaban mercaderías occidentales o lucraban con bienes del Estado. Ese comportamiento está ligado al instinto de supervivencia para escapar de las continuas crisis económicas y desabastecimientos. Los regímenes comunistas de Europa fueron muy efectivos a la hora de enfrentar a la oposición política. Pero nunca pudieron derrotar el mercado informal. En Cuba pasa lo mismo. Está prohibida la lotería, pero en todas las barriadas juegan a 'la bolita'. Es delito comprar carne de res del ganado sacrificado por matarifes clandestinos o camarones robados de un hotel, y los cubanos, estén a favor o en contra del gobierno, corren el riesgo y lo compran”, subraya Eusebio y agrega:
“En seis décadas nadie ha podido frenar el mercado negro, ilegal. No lo consiguió Fidel Castro y mucho menos lo detendrá Díaz-Canel. Es que sociedades ineficientes como la cubana, generan tanta escasez que si no existiera el comercio clandestino el sistema hubiera implosionado. El régimen lo sabe y por eso intenta regular los negocios privados pues se sienten superados. Tienen miedo de que las personas ganen mucho dinero. Los ven como un enemigo potencial. Debieran centrarse en enfrentar la pobreza y no prohibir la generación de riqueza”.
Equivocación
Eusebio considera que las regulaciones para reducir el uso del efectivo son una estrategia de dos carriles: “No tienen divisas para imprimir más dinero. Y creen que con prohibiciones pueden reducir la inflación. Están equivocados. La economía tiene sus propias reglas. Y aquí el mercado informal funciona con efectivo, porque esos bienes suelen ser robados de empresas estatales. Ese mercado clandestino provee de alimentos y artículos de primera necesidad al 90 por ciento de la ciudadanía. Por tanto, el corralito financiero decretado por el gobierno ya sea por falta de infraestructura tecnológica o por la desconfianza que existe en la población al sistema bancario, no va a tener éxito. Hasta que en Cuba no prolifere una amplia gama de ofertas de bienes y servicios, no se podrán bancarizar y digitalizar las transacciones comerciales”.
En su opinión, quienes han invertido una buena cantidad de dinero probablemente rematen las mercancías que les quede en el almacén, luego cierren el negocio y se marchen del país. "A otros, enchufados con altos funcionarios del gobierno, que venden desde automóviles eléctricos hasta camiones de carga, esa medida no les va a afectar. Esas regulaciones están enfocadas en los negocios que son electrones libres, que se dedican a comprar contenedores de alimentos y perjudican los negocios de empresas militares, porque esas MIPYMES venden más barato que las tiendas estatales por divisas (MLC). Pero muchos de los emprendedores que viven en Cuba, por una u otra vía, van a seguir haciendo negocios para sobrevivir. No les queda otra”, concluye Eusebio.
Norge, contable en una MIPYME, aclara que “no estamos en los años 80, cuando ‘Papá Estado’ por la libreta le garantizaba a la población una muda de ropa o un cake de cumpleaños. Ahora ni siquiera hay medicamentos e insumos sanitarios básicos. Son los emprendedores privados, ya sea en gastronomía, comercio o transporte, los que están sacando adelante el país. Gracias a las MIPYMES el precio de la cerveza bajó de 250 pesos a 130. Y la caja de pollo, que hace unos meses costaba 12.000 pesos, cuando se nos permitió importar, su precio se redujo hasta los 7.000 pesos. El problema en Cuba son los bajos salarios. Pero eso es un asunto del gobierno”.
Obligados a carabina
En esa MIPYME trabajan 80 personas y gracias a sus salarios de 30.000 a 50.000 pesos mensuales, pueden alimentar mejor a sus familias. "La bancarización es una medida para controlar el flujo de dinero de los privados, porque casi todos los negocios, al no existir un mercado mayorista y los gravámenes son exageradamente elevados, se ven obligados a tener doble contabilidad. Si el gobierno tuviera un mercado cambiario de divisas, te aseguro que las MIPYMES no tuvieran tanto efectivo en caja. Pero al no poder comprar dólares en bancos del Estado, tenemos que adquirirlo en la calle según la cotización del mercado informal. De lo contrario, ¿Cómo podríamos reaprovisionarnos?”, se pregunta Norge.
Pequeños empresarios consultados para esta nota, coinciden en que, de momento, la política de 'cero efectivo' no les afecta. “La clientela que atendemos recibe remesas o tiene altos ingresos. Si en algún momento comenzaran a escasear los pesos, venderemos en dólares o euros. Nuestros clientes son más de guardar el dinero debajo del colchón que en los bancos”, comenta el dueño de un bodegón privado.
Según el criterio de estos emprendedores, si el gobierno persiste en un enfrentamiento frontal contra los negocios privados comenzarían a operar en el mercado subterráneo. Y si algo saben los cubanos, tras 64 años de dictadura, es vivir de lo que se cae del camión.
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@DesdeLaHabana