Mientras el dictador cubano, Fidel Castro, gozó de comodidades y privilegios durante su propio encarcelamiento, los presos políticos de hoy son sometidos a tratos crueles e inhumanos, sin acceso a derechos básicos.
La tiranía que él fundó somete a cientos de activistas, periodistas y opositores, muchos de ellos jóvenes, a un infierno carcelario
Mientras el dictador cubano, Fidel Castro, gozó de comodidades y privilegios durante su propio encarcelamiento, los presos políticos de hoy son sometidos a tratos crueles e inhumanos, sin acceso a derechos básicos.
La evidencia histórica demuestra que, tras el asalto al Cuartel Moncada en 1953, Castro cumplió su condena en condiciones que le permitieron acceso a libros, máquinas de escribir e incluso visitas. En sus cartas relató que tenía la oportunidad de cocinar alimentos, alumbarse, tener acceso a la luz solar y vista al mar.
Hoy, la tiranía que él fundó somete a cientos de activistas, periodistas y opositores, muchos de ellos jóvenes, a un infierno carcelario. Los testimonios de las familias denuncian la falta de atención médica, el hacinamiento extremo, las condiciones sanitarias deplorables y el aislamiento. Este atroz comportamiento del régimen busca castigar y silenciar cualquier voz de disidencia, deshumanizando al opositor.
Irónicamente, las facilidades que la tiranía le otorgó a su fundador para que se convirtiera en un líder político, son negadas sistemáticamente a quienes hoy luchan por la libertad. Es por esto que la comunidad cubana que adversa al régimen y los defensores de derechos humanos exigen el cese inmediato del maltrato y la liberación de todos los presos políticos.
FUENTE: Redacción