Más de una década después de su destierro, al activista y periodista independiente Normando Hernández lo persiguen los recuerdos de las torturas que vio y sufrió durante sus siete años y cuatro meses como preso político de Fidel Castro. Él fue uno de los 75 disidentes y periodistas detenidos durante la Primavera Negra de 2003. Estuvo tras las rejas hasta su excarcelación en 2011, cuando fue forzado al exilio.
"Me dieron con tonfas, me tiraron escaleras abajo, me arrastraron pasillos enteros entre cuatro y cinco guardias… Desde que salí de la prisión, es extraña la semana en que no tenga una pesadilla relacionada con algún maltrato o situación vivida allá adentro", dijo Hernández en conversación con el Centro de Documentación de Prisiones Cubanas,reseña el portal web Diario de Cuba.
Tampoco olvida "una de las torturas más comunes" que conoció dentro del sistema penitenciario: "el uso que dan a las celdas de aislamiento, que las sufren todos los presos, no solo los políticos".
En esos lugares angostos, explica el opositor, suelen "esposar con 'shakiras' (cadenas que te inmovilizan manos y pies), acostarte en el piso casi en posición fetal y dejarte tirado allí, en una celda oscura, donde las ratas, cucarachas y mosquitos hacen de ti una presa fácil. Te tiran cubos de agua fría en las noches, en esas celdas húmedas. Cuando te quitan estas esposas, tus miembros están entumecidos y no puedes incorporarte ni caminar por tantas horas que te dejaron en esa posición".
La dictadura niega estas denuncias, pero lo cierto es que tales prácticas, y otras que también son violatorias de los derechos de los reclusos, no han quedado en el pasado. Entre el 1 de enero y el 10 de octubre de 2024, el CDPC registró 111 eventos en centros penitenciarios que implican algún tipo de tortura física o golpiza a reclusos. Estos incidentes, que deben ser entendidos como un subregistro del total posible, ocurrieron en 38 prisiones de 15 provincias del país.
Cuerpos castigados
De acuerdo con la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la tortura es "todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto (...), o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación".
Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Nelson Mandela) establecen que "ningún recluso será sometido a tortura ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (…), y no podrá invocarse ninguna circunstancia como justificación en contrario".
Durante el Examen Periódico Universal (EPU) de Cuba en la ONU, en noviembre de 2023, el fiscal cubano Dixan Fuentes Guzmán aseguró que en el país "están totalmente prohibidas las torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes". Quien mire una parte de la legislación cubana reciente podría creer al funcionario.
El Artículo 51 de la Constitución de 2019 señala que "las personas no pueden ser sometidas a desaparición forzada, torturas ni tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes". Mientras, el Código Penal vigente desde diciembre de 2022 establece penas de entre siete y 20 años de cárcel para cualquier funcionario público que torture o inflija "dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales", para obtener "una confesión o información", o como forma de castigo.
Sin embargo, la realidad de las prisiones indica que la ley en Cuba es letra muerta y, en cambio, predomina la impunidad de los agentes del Ministerio del Interior (MININT) y otras instituciones estatales.
Entre el 1 de enero y el 10 de octubre de 2024, el CDPC registró 73 víctimas de tortura física en prisiones cubanas, incluyendo 38 presos políticos. También contabilizó 18 denuncias de torturas y golpizas aplicadas de manera general a una población penal. Los centros penitenciarios con más denuncias de torturas son 1580 y Combinado del Este (La Habana), Boniato (Santiago de Cuba), Quivicán (Mayabeque) y Guamajal Hombres (Villa Clara).
Según Laritza Diversent, directora del centro de asesoría legal Cubalex, "la tortura es práctica común en Cuba". En declaraciones a DW, mencionó métodos como "interrogatorios de más de cuatro horas, a veces utilizando técnicas como la exposición a altas y bajas temperaturas. Golpizas tampoco faltan".
En efecto: el disidente Mario Alberto Hernández Leyva, de 54 años, ha denunciado en meses recientes haber sufrido golpizas y encierros en celdas de castigo en la Prisión 1580, ubicada en San Miguel del Padrón (La Habana).
José Díaz Silva, líder del Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR), al que pertenece Hernández, recordó en diálogo con el CDPC otra de las torturas aplicadas a su compañero, a quien visitó hace unos años en una prisión de Holguín para llevarle medicamentos, "porque lo habían dejado casi inválido": "Todos los días lo colgaban de una cama con unas esposas porque no quería vestirse de preso ni poner las manos detrás. El único apoyo que tenía para pararse era la punta del pie. Como consecuencia, todos los tendones se le jodieron".
El líder del MONR también fue expuesto a varias torturas antes de su destierro en 2022: "Estuve dentro de una patrulla bajo el sol, por horas. He recibido golpizas. Han simulado que me van a asesinar con pistola, con policías prestados, con capucha en la cabeza", dijo Díaz Silva. "En 2005, cuando llegué a la prisión de Agüica (Matanzas), me vistieron de preso a la fuerza y me esposaron con una técnica a la cual le dicen 'la guagua': con las manos detrás, encadenado a una reja. Ahí estuve desde las 2:00 de la tarde hasta entrada la noche".
FUENTE: Redacción/Con informacion de Diario de Cuba