SAN JOSÉ.-JOSUÉ BRAVO
Especial
Desde que se agravó la crisis con los cubanos en Costa Rica por el cierre de fronteras en Nicaragua, a mediados de noviembre anterior, los países centroamericanos y México han colaborado para la salida de unos 9.800 a través de corredores terrestres y aéreos
SAN JOSÉ.-JOSUÉ BRAVO
Especial
A punto de terminar un segundo puente aéreo abierto por México para que los migrantes cubanos varados en Panamá continuaran su viaje a Estados Unidos, uno de ellos considera que en el sentimiento de todos se alberga la esperanza de que se establezca “un corredor humanitario permanente aéreo o terrestre”.
Pavel Fernández, pastor evangélico actualmente ubicado en Syracuse, Nueva York, y quien se convirtió el líder del último grupo de 4.000 cubanos varados en el país canalero, considera que la migración desde la isla no se va detener aún con el cierre de fronteras que han hecho países como Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
“Yo creo que la migración cubana va seguir por una u otra vía. Quizá sea cada vez más difícil hacer la ruta para quienes lo intenten, y ahora se habla que muchos están ingresando por Alaska después de atravesar Siberia (Asia). La migración cubana va seguir, es un fenómeno que nada tiene que ver con el tema de la economía, todo mundo sabe que el tema es político y con base a eso se está haciendo la migración”, analiza Fernández una semana después de haber abandonado Panamá por medio del puente aéreo habilitado por México.
Pavel Fernández, pastor evangélico actualmente ubicado en Syracuse, Nueva York,
se convirtió en líder del último grupo de 4.000 cubanos en el país canalero
“Es muy difícil predecir lo que harán los países involucrados. A nosotros los cubanos nos gustaría que se hiciera un corredor humanitario permanente, aéreo o terrestre, lo cual creo que dentro de las políticas de gobierno de los países no estaría estipulado. No sabría decirte con certeza cuál es el pensamiento político de esos países, no pienso que Centroamérica vaya abrir sus fronteras y más bien creo que harían lo mismo que Nicaragua que la cerró”, añadió.
Desde que se agravó la crisis con los cubanos en Costa Rica por el cierre de fronteras en Nicaragua, a mediados de noviembre anterior, los países centroamericanos y México han colaborado para la salida de unos 9.800 a través de corredores terrestres y aéreos.
Aún en Panamá hay 157 cubanos que deberán salir en un vuelo programado a más tardar para este miércoles 25 de mayo, para completar la partida hacia Ciudad Juárez de los 3,995 isleños que permanecían varados desde que Nicaragua y Costa Rica les cerraran la ruta.
Con menos estrés mental, intentando adaptarse a la vida de un nuevo mundo después de la desesperante condición en la que estuvieron a lo largo de una ruta migratoria que incluye países como Ecuador, Guyana, Venezuela, Colombia y Panamá; Fernández dice que la experiencia les ha marcado de por vida.
“El paso por todos estos países marca aun cuando se haga pensando en forma positiva. A la mayoría de todas estas personas que pasaron sobre todo Colombia y Panamá, ha marcado. He conversado con muchos de ellos y dicen que si les tocara volverlo a hacer, aun recibiendo un pago de millón de dólares, no lo harían”, reseña el pastor.
“Porque cruzaron selvas, vieron cadáveres dentro de la selva, estuvieron perdidos dentro de la selva sin saber que iban a sobrevivir… Son experiencias que marcan toda la vida y siempre van estar ahí y cuando ellos estén con sus familiares, van a recordar eso siempre porque lo llevan dentro”, añade.
El líder evangélico recuerda que aún en las precarias condiciones que tuvieron en Panamá, donde estaban hacinados en albergues y pequeños hoteles, recibiendo alimentación y asistencias deficientes, a veces a la intemperie; la mayoría tuvo esperanza de que hubiera una solución como la que finalmente resultó con la salida de los 3,995 por México
Fernández siempre tuvo la esperanza de llegar a Estados Unidos, nunca se pensó que los fueran a deportar, pero “sí estábamos con la expectativa de qué pasaría con nosotros porque las autoridades de Panamá no nos informaban nada. Algunos decidieron esperar la negociación con muchas expectativas, hubo desesperación y otro grupo se fuer con coyotes”, recuerda sobre la estadía de la mayoría de ellos en Chiriquí, norte de Panamá.
“Ahora solo hemos pedido a Dios que nos enseñe a vivir en un nuevo país, explorar nuevos caminos, donde no solo es aprender un nuevo idioma, sino costumbres y estar acá hasta que Dios disponga”, concluye.
LEA TAMBIÉN: