LA HABANA — Dos jineteras [prostitutas], cansadas de caminar, el miércoles 12 de junio, después de una noche sin dormir, se sentaron a tomar medio litro de ron blanco en un parque de la Avenida del Puerto, cuando vieron entrar a la bahía habanera una enorme fragata militar rusa escoltada por un submarino de propulsión nuclear. “Fue una noche complicada. Estuvimos merodeando por bares y paladares a ver que se nos pegaba pues estábamos sin un quilo (centavo)".
Una de las jóvenes cuenta que la señora donde vive alquilada le estaba 'dando el berro' (peleando) para que le pagara. "Y mi madre en Holguín pidiéndome que le enviara dinero porque necesitaba comprarle comida a mi hijo. Entonces salía pal’ fuego con mi amiga. Pero la calle está mala. Muchas putas y pocos clientes”.
En un principio, dice sonriendo, pensó que “los yumas estaban desembarcando en La Habana. Imagínate, no veo el noticiero ni leo el Granma. Y comenzamos a saludar a los marineros como si fueran turistas de un crucero. Luego nos percatamos de que era algo oficial, por los la gran presencia de militares en el recibimiento”.
La visita a La Habana de un buque y un submarino nuclear ruso que operan con misiles hipersónicos Zircón, con un alcance de más de mil kilómetros y velocidades nueve veces superiores a la del sonido, capaces de impactar en milésimas de segundo en Estados Unidos, además de un pulso político a la administración Biden, lanzaba un poderoso mensaje de apoyo al estamento militar cubano.
Así lo considera un ex oficial de las fuerzas armadas. “Creo que esas visitas de altos oficiales militares y de la inteligencia rusa en los últimos dos años son una muestra de apoyo a Raúl Castro.
A qué vienen
La señal es clara: vamos a respaldar cualquier movimiento en la política interna. Es probable que Putin, viendo el desastre económico y la corrupción imperante en Cuba, haya puesto como condición para futuras inversiones, además de onerosas concesiones a nuestra soberanía, más control y estabilidad económica y política”, explica y añade el oficial retirado:
“Ese control no lo ofrece Díaz-Canel ni su camarilla. La descomunal burocracia frena cualquier medida lanzada por el gobierno. La mayoría de las instituciones civiles están lastradas por la corrupción en todos los niveles, desde los gobiernos municipales y provinciales hasta el nacional. El actual modelo económico y político es el principal enemigo que ahora mismo tiene el país. Es un desmadre. Todo el mundo quiere ocupar un cargo y meter la mano en la caja. Putin y los oligarcas, incluyendo China, no van a invertir un centavo sino tienen ganancias. Y la sensación que se tiene es que la debacle está al doblar de la esquina. Por eso creo que hay un golpe militar enmascarado. La Resolución 9/2024 de las fuerzas armadas va en esa dirección: efectuar operativos contra la corrupción y la delincuencia y retomar el control de la administración civil que permita, a corto plazo, ciertas garantías a futuros inversores”.
La dictadura más longeva del hemisferio occidental apuesta por modernizarse con una estrategia híbrida: capitalismo oligárquico de pesos pesados del régimen, en alianza con sectores del exilio que quieran participar en la repartición de la tarta económica y un poco de mano dura con la corrupción y la delincuencia estilo Bukele en El Salvador.
Para que ese escenario funcione se necesitan estabilidad política, económica y social. El gobierno de Díaz-Canel ha sido incapaz de activar la producción agrícola y contener la inflación. Cada paquete de medidas que lanza el régimen es un despropósito. Ninguno ha funcionado. Y provocan mayor pobreza, crispación social y el aumento de la emigración.
Éxodo imparable
En los últimos tres años se han marchado de Cuba casi 600.000 personas. Y el éxodo no se detiene. El sistema electro energético nacional es ruinoso. Las industrias están paradas o funcionan a medio gas. Las cosechas han caído entre un 50 y un 70 por ciento. Una isla que fue líder mundial en la producción azucarera hoy es incapaz de abastecer el mercado interno.
La gran apuesta por el turismo del emporio militar GAESA ha fracasado. Han invertido 20.000 millones de dólares en los últimos diez años en la construcción de hoteles. Aunque GAESA es dueño de 60.000 habitaciones, el nivel de ocupación fluctúa entre el 20 y 25 por ciento. República Dominicana, uno de los competidores en el Caribe, en 2023 recibió 10 millones de turistas y recaudó 8.000 millones de dólares, a Cuba arribaron 2,4 millones de visitantes. Y según fuentes del Ministerio de Turismo, los ingresos brutos rondaron los 700 millones de dólares. Pero como por la debacle económica tienen que importar casi todos los insumos, las ganancias netas se estiman en alrededor de 250 millones de dólares.
GAESA se apropia también del 70 por ciento de los salarios de médicos y otros profesionales que son enviados a las llamadas misiones en el exterior y posee un sistema financiero que controla el 70 por ciento de las divisas que entran al país. Pero no han podido reactivar la economía.
Las finanzas de ese grupo empresarial son un secreto de Estado. Nadie sabe cuánto dinero ingresan y en qué lo invierten. Raúl Castro y la casta verde olivo diseñaron un modelo hermético en lo económico y mixto en lo político. En el sector civil su apoderado Miguel Díaz-Canel sería el encargado de dirigir el manicomio socialista, apuntalado por el aparato propagandístico del partido comunista, experto en vender humo e ilusiones. Las empresas de las fuerzas armadas, que discretamente sustituyeron sus uniformes por guayaberas y trajes a la medida, administrarían la recaudación de dólares y su posterior inversión.
El plan no era un disparate. Mientras con el dinero de la corrupta empresa brasileña Odebrecht se construía el puerto del Mariel y una futura zona franca de maquilas con mano de obra barata, Raúl Castro negociaba en secreto con Barack Obama un nuevo trato que posteriormente fracasó por miedo al cambio y ceguera política.
El sueño húmedo del post castrismo era administrar una dársena que abastecería de mercancías a los puertos de la costa norte estadounidense. Cuando cerraban los ojos veían a diez millones de turistas gringos gastando dólares a manos llenas, tomando mojitos y paseando con mulatas por La Habana en viejos Chevrolet descapotables.
El régimen castrista tuvo una oportunidad de oro de echar a andar reformas económicas, sociales y políticas de calado. Pero la soberbia pudo más que la sensatez. Y apostó por el inmovilismo. Entonces llegó la tormenta perfecta.
El gobierno de Donald Trump aplicó medidas que afectaron directamente a las empresas militares. Venezuela, sumida en una bestial crisis económica, dejó de entregar los más de cien mil barriles diarios de petróleo que le permitían al Palacio de la Revolución mantener alumbrado al país y reexportar una parte al mercado mundial.
Por si no bastara, una terrible pandemia mundial terminó de paralizar la economía nacional. Tres años después, Cuba aún no ha podido recuperar las producciones anteriores a la llegada del COVID. El aumento de la pobreza ronda el 88 por ciento y el hambre y los apagones de doce horas han capitalizado el descontento. La gente está harta de mentiras y de vivir en una nación sin presente ni futuro. Los cubanos que pueden emigran.
Poder a la sombra
Ante un gobierno cada vez es más inoperante e impopular, la decisión del poder en la sombra (Raúl Castro, los generales y GAESA) ha sido la de militarizar el país. Con la aprobación del nuevo decreto, el cuerpo armado da luz verde para disparar en caso de que una muchedumbre irrumpa en una “zona de producción agropecuaria, inversiones constructivas y de montaje, y otras áreas urbanas y de interés” para la oligarquía militar.
Igualmente se abrogan el derecho de colocar oficiales de la FAR activos, en los gobiernos municipales y provinciales. Es una aplicación, sin declarar, del Estado de emergencia previsto en el artículo 222 del remedo de Constitución aprobada en 2019.
Aunque la medida no ha tenido mucha repercusión en una población agobiada por conseguir comida, el ex oficial de las fuerzas armadas considera que “es un golpe de Estado solapado a Díaz-Canel. Y están decididos a disparar a mansalva a las personas que en casos de protestas populares intenten entrar en zonas de interés de los militares. Esas directrices van encaminadas a apartar al actual gobierno, que es un lastre. Raúl Castro y los militares que están detrás de ese plan intentarán venderse como salvadores de la patria frente a la corrupción y el mal desempeño de Díaz-Canel y sus ministros. Estoy convencido de que tienen el aval económico y político de Rusia y China. El peligro de ese decreto es que legalizan una posible matanza de ciudadanos indefensos”.
@DesdeLaHabana