domingo 17  de  marzo 2024
CUBA

Proyecto intenta rescatar la historia perdida del arte cubano contemporáneo

Con "Malditos de la Posguerra", la galerista Sandra Ceballos busca reconocer la obra de quienes han sido discriminados por motivos políticos y personales

Por María Matienzo Puerto

Sandra Ceballos, cofundadora y directora de Espacio Aglutinador, la galería de arte más antigua que opera de forma independiente en Cuba, desarrolla en estos momentos un proyecto que supera su obra como artista plástica e intenta reconstruir la historia del arte cubano a partir de quienes define como excluidos.

"Malditos de la Posguerra" durará dos años y “es una consecuencia de una serie de circunstancias. Es una idea que se fue gestando en mi relación con el arte, en mi relación con los artistas. Es mi manera de hacer justicia”, asegura Ceballos, nacida en 1961 en la oriental provincia cubana de Guantánamo y graduada en la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro en 1983.

Ceballos vive y trabaja en La Habana, el objetivo de su proyecto esta vez es mostrar a los que han sido víctimas de una política cultural excluyente.

“La idea realmente coge forma ahora, pero está dentro de los principios básicos de Espacio Aglutinador”, la galería que fundó en 1994 y comienza describiendo en qué consiste Malditos de la Posguerra, “son artistas mayores, con talento, con calidad y que no fueron ni han sido reconocidos por motivos políticos, personales o porque quizás alguno era homosexual; o por la manera de trabajo que tienen las instituciones, y que a mí nunca me ha gustado, que es sentarse a esperar a que vengan los artistas y no salir a buscarlos, no salir a investigar”.

Y trata de no generalizar aunque no menciona nombres, “quizás deba salvar a algunos especialistas. Todos no son iguales, pero los que salen e investigan son los menos. Y como habitualmente no se hace ese tipo de gestión, se van quedando artistas de mucha calidad encerrados en sus casas y nadie los conoce”, con lo que empieza a definir algunas líneas de las instituciones culturales cubanas y a la vez lo que pretende con Malditos de la Posguerra.

“Es un proyecto de mucha investigación porque no debo equivocarme”, afirma Ceballos quien ya lleva dos muestras como resultado de trabajo: la primera, “Omni revisitado” que documenta el caso Omni Zona Franca, “uno de los más críticos” según la curadora, porque a diferencia de otros, “han tenido ciertos periodos de prisión domiciliaria” como consecuencia de su trabajo performático desde principio de los 2000; y segunda, “Crónicas y Evidencias”, en la que mostró la obra de Alberto Casado y documentos del encarcelamiento de Ángel Delgado, en la década del 90 por su performance La esperanza es lo último que se está perdiendo.

“En esta exhibición hay artistas que han estado presos y otros que murieron fuera de su patria como Guido Llinás”, y comparte su recuerdo con el pintor abstracto, “allá en París él me decía que sentía mucha nostalgia por Cuba pero que aquí no podía hacer su trabajo porque no era ilustrativo del proceso revolucionario, como le dijeron en aquella época, y él solo quería seguir haciendo sus abstracciones con libertad”.

“Así como Llinás, está incluido Jesús Gonzáles de Armas, a quien quería muchísimo y quien me contó cómo lo fueron apartando”, la curadora dice que llegaron a ignorarlo tanto que cuando algún interesado preguntaba por él, en las instituciones decían no conocerlo aunque tenía una larga trayectoria como artista, “Jesús de Armas era un investigador de los indios de Baracoa, mientras otros trabajaban con etnias que no pertenecían a Cuba. Ese fue su delito. Al final terminó sus días en París también”.

De esa generación ha incluido otros nombres, otros documentos reveladores sobre Reinaldo González Fonticiella, Manero, Tomás Oliva, Raúl Milián.

“En el caso de Antonia Eiriz, busqué a una persona que creció a su lado y que puede darme la información lo más exacta posible sobre qué le pasó a este mito de la plástica”, Ceballos también le dedica, junto a Cleva Solís y Dulce María Loynaz, la idea de Malditos de la Posguerra.

“Decían que lo habían retirado un cuadro de una exposición. Eso fue parte del mito”, y comparte lo que ha indagado acerca de Eiriz, “Antonia era una persona bastante retraída y no creo que fuera ella la que formara algún tipo de atmósfera sobre su persona. Eso sí, recibió críticas muy fuertes que coincidieron con la muerte de su madre y un período de crisis depresiva. Críticas injustas y desmedidas lo que hizo que se retirara y dejara de pintar”.

“Esta es la gran tragedia en la vida de quienes nunca lograron colocar su trabajo como debía ser”, una realidad que analiza Ceballos y que genera, según ella, otra realidad no menos triste, “el resultado es que muchos estudiantes de arte no saben nada de esa historia que estoy tratando de reunir. No conocen de los abstractos porque están en el exilio, pero tampoco conocen a los que se quedaron porque solo aparecieron en catálogos independientes.”.

Entre los contemporáneos están Maite Díaz González, Aldito Menéndez, Tania Bruguera, Juan Sí González, Amaury Pacheco, Tomás Elson, entre otros.

“Mi interés es exponer la documentación no solo de lo que les sucedió sino de lo que ellos hicieron”, dice la artista cuando se le cuestiona lo utópico que pudiera parecer el proyecto, “documentar una censura es muy difícil, pero su trabajo y lo que provocó la reacción de las instituciones, no es imposible”, y no puede dejar de señalar dónde debe ubicar a Tania Brugueras en su catálogo de artistas excluidos.

“Lo que me interesa de ella ahora es trabajar con el periódico que hizo a finales de los 80, principios de los 90 que se llamaba Memoria de la Posguerra, en el que yo colaboré también. De ahí viene el título de mi proyecto. En su caso lo que quiero es exhibir las páginas de las dos ediciones que fueron suspendidas. Eso es lo primero”, y da a entender que de la Bruguera pudiera haber más.

Según Ceballos, Malditos de la Posguerra no presupone el fin de ninguna política, si no lo contrario: “Siento que de alguna manera la historia se está repitiendo. Es como traer de vuelta lo que vivimos en ese entonces. El texto de Iván de la Nuez para el catálogo habla de ese proceso cíclico. La historia del arte en Cuba ha sido eso, un tiempo de censuras y otro de ciertas libertades, para que luego vuelva a haber censuras. En estos momentos indiscutiblemente hay un incremento de la censura”, y lo ilustra con el silencio sobre la polémica Nueva Ley de Cine cubano, la reprobación de Juan Carlos Cremata en el teatro, u otras menos difundidas, o con “las circulares” de cultura que circulan entre los correos del servidor de Cubarte y que reducen las posibilidades de autonomía del arte cubano.

“Ellos están siendo la vanguardia ahora”, y se refiere a los cineastas y dramaturgos, “En las artes plásticas, los artistas lamentablemente están asumiendo la institución. Ha habido un bajón en cuanto al atrevimiento, a la crítica. La gente no quiere enfrentarse, la gente quiere ganar dinero por encima de todo”, así percibe a sus coetáneos quienes un día coquetearon con los límites.

Aunque no tiene un orden pensado porque las exhibiciones dependen de lo que vaya saliendo en la investigación, sabe que una de ella se llamará “Exilio, out side pero inse too”, un pretexto para hablar sobre el caso Sandra Ceballos quien, por esta “iniciativa” ha recibido “advertencias directas”.

“Sé que estoy molestando porque ya me lo hicieron saber”, y se refiere a agentes de la Seguridad del Estado preocupados por las intenciones de la artista. Lo que no hace más que, por un lado, incrementar la sensación de ser “exiliada en su propia casa” y por otro, afianzar el empeño de seguir adelante con Malditos de la Posguerra.

“Quizás el haber conocido a algunos de estos artistas era una señal de que tenía que hacer algo por ellos”, reconoce su compromiso, “Si era la casualidad o no lo que me llevaba a conocerlos, no sé, pero desde entonces me dolía por lo que estaban pasando. Si hubiera tenido algún tipo de poder los hubiera ayudado. Malditos de la Posguerra es más importante que yo”, y asume el riesgo también porque ella esté incluida entre los artistas que han sufrido “el trauma de la censura, las críticas destructivas y punzantes (impresas y verbales, expuestas y ocultas), la represión, el apartamiento y el olvido calculado como estrategia”, como describe Ceballos en el catálogo general, aún inédito.

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