CARACAS.-REDACCIÓN
La escasez de alimentos y otros productos necesarios dispara la conmoción social que busca abastecerse por la fuerza
CARACAS.-REDACCIÓN
La escasez en Venezuela ha tocado las puertas de la desesperación e incluso la barbarie. La angustia por no tener qué comer, las enfermedades que se han desatado por la falta de productos de higiene personal y la obligación de vivir en función a un número de identificación han colocado al venezolano en una situación de extrema incertidumbre.
Ahora las largas colas forman parte del nuevo paisaje en cada rincón del país. De lunes a domingo, la gente espera en su tensa calma la oportunidad de comprar lo que haya, aunque no signifique que sea lo que realmente necesite.
De esta manera, el venezolano experimenta públicamente una nueva modalidad: los saqueos. Lo que antes era rumor, ahora se convirtió en un hecho factible y en una alerta para el Gobierno de Nicolás Maduro que de nuevo se excusa con argumentos vagos.
Otra vez la oposición y Estados Unidos son los “culpables”, según el presidente venezolano.
“Fíjense ustedes que el general John Kelly, comandante del Comando Sur de EEUU”, dijo el mandatario venezolano durante una alocución, “vaticinó hace cuatro meses que julio era el mes de la implosión social en Venezuela. Ustedes saben que un general del ejército de EEUU no vaticina, ordena, actúa, y la derecha maltrecha de Venezuela ejecuta”.
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El pasado viernes 31 de julio, un grupo de personas se agolpó frente al depósito del supermercado Uniferia, en la localidad de San Félix, estado Bolívar, donde presumían la existencia de variados productos. Durante el asalto, Gustavo Patiñez, un joven de 21 años y padre de un niño de 4, fue asesinado con un disparo en el pecho, mientras 30 personas fueron arrestadas.
La agitación se mantuvo durante todo el fin de semana. El Gobierno de Maduro se vio en la necesidad de mantener desplegados varios equipos de seguridad para que los asaltos no continuaran. Sin embargo, los intentos de saqueo no han cesado. Según medios locales, el lunes 3 de agosto la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) atacó con perdigones a un grupo de personas que intentaron asaltar el mercado Mercal.
Conflictos se recrudecen
El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) emitió recientemente un informe acerca de los recientes hechos de violencia, a raíz de la falta de alimentos y otros productos necesarios, además de la inseguridad que vive la ciudadanía.
Entre enero y junio de este año, según el informe, hubo 2.836 protestas en el país. De esa cifra, 83% de las manifestaciones o conflictos callejeros estuvieron relacionados con exigencias de índole social.
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Marco Ponce, coordinador de OVCS, advirtió durante una rueda de prensa que “los venezolanos están perdiendo la paciencia y el incremento de saqueos es notorio. Esto resulta preocupante porque el aumento de actos vandálicos contra abastos, supermercados, farmacias, transportes, almacenes y galpones crece a diario”.
Ponce sentenció: “Los saqueos son reflejo de la desesperación de las personas".
Perfil sicológico
El psiquiatra Luis Madrid explicó en exclusiva a DIARIO LAS AMÉRICAS que en Venezuela existe una tensión producto de 15 años atrapados dentro de las expectativas. “El venezolano vive ahora como un ser individualista, en el que solo protege sus propios intereses y todo representa una amenaza”.
En este sentido, las respuestas que puede ofrecer el ser humano en estas circunstancias son “llenas de agresión y defensa por lo propio (…) No existe un concepto grupal de sociedad, sino que parte de que ‘lo mío’ es más importante que ‘lo tuyo’”.
A este análisis, se suma el que ofreció el psicólogo Gabriel Rodríguez, quien dijo que el venezolano se “acostumbró” a hacer colas para comprar productos porque “es lo que todo el mundo hace”. Este concepto está relacionado a lo que en psicología se llama “conformismo social”, donde una persona cede a las conductas de los demás y se acostumbra.
Ambos expertos coinciden que el proceso para que los ciudadanos piensen distinto se convirtió en un largo camino a transitar: “Se necesitan medidas políticas y económicas que realmente den sensación de estabilidad a largo plazo; cambios en el discurso gubernamental, como dejar de culpar a quien no tienen cerca, como Estados Unidos; y actuar para demostrar con hechos que sí se puede mejorar”.