WASHINGTON - EFE
Pero en el bando republicano, la tónica general sigue siendo rechazar el acercamiento diplomático a la isla mientras no haya cambios políticos sustanciales.
WASHINGTON - EFE
La política hacia Cuba entró esta semana en la campaña presidencial, con dos debates en los que Donald Trump fue el único republicano a favor de las relaciones diplomáticas con la isla y el aspirante demócrata Bernie Sanders elogió algunas facetas del comunismo cubano.
En vísperas de las primarias en Florida del próximo martes y del viaje a Cuba que hará este mes el presidente Barack Obama, las ideas sobre la isla de los aspirantes a la Casa Blanca salieron a relucir en dos debates.
El primero fue el demócrata, celebrado el miércoles en Miami, donde la exsecretaria de Estado Hillary Clinton y el senador Bernie Sanders defendieron el restablecimiento de relaciones con Cuba y la necesidad de que el Congreso levante el embargo a la isla.
Los moderadores reprodujeron una entrevista que Sanders dio en 1985, en la que el entonces alcalde de Burlington (Vermont) criticaba la invasión estadounidense de Cuba en 1961 y alababa las mejoras en salud y educación durante el régimen de Fidel Castro.
Sanders replicó que su objetivo en esa entrevista "era decir que Estados Unidos se equivocó al tratar de invadir Cuba", igual que en sus muchos intentos de "cambiar regímenes" en Latinoamérica.
Preguntado sobre si se arrepiente de lo que dijo en 1985, el senador afirmó que "Cuba es, por supuesto, un país autoritario y antidemocrático" y expresó su confianza en que "se convierta lo antes posible en un país democrático".
"Pero sería incorrecto no reconocer que en Cuba han hecho buenos avances en sanidad. Están enviando doctores a todo el mundo y han hecho algunos avances en educación", indicó.
Voces en contra
Esa respuesta le acarreó algunos abucheos entre la audiencia de Miami, donde parte del exilio cubano es escéptica hacia el acercamiento de Obama a Cuba y ve con malos ojos todo lo que se asemeje a un elogio para los Castro.
Clinton trató de sacar jugo a ese escenario, al asegurar que Sanders alabó en su entrevista de 1985 la "revolución de valores" en Cuba, y afirmó que no podía estar "más en desacuerdo" con ese enfoque cuando en la isla "se oprime a gente, se hace desaparecer a gente, se la encarcela o incluso se la mata por expresar sus opiniones".
Habrá que esperar al martes para ver si ese debate le pasa factura a Sanders entre los votantes de origen cubano en Florida.
Pero, al menos entre los demócratas, Cuba parece haber dejado de ser el asunto espinoso que fue en el pasado, dado que el 77 % de los estadounidenses apoya la normalización de relaciones con la isla, según un sondeo publicado en 2015 por el centro de estudios Pew.
Entre los estadounidenses de origen cubano, el 53 % respalda esa apertura, de acuerdo con una encuesta divulgada en diciembre por la empresa especializada en sondeos Bendixen & Armandi, y las generaciones jóvenes son las que más simpatizan con la nueva política.
Pero en el bando republicano, la tónica general sigue siendo rechazar el acercamiento diplomático a la isla mientras no haya cambios políticos sustanciales, como demostró el debate celebrado el jueves entre los cuatro aspirantes en liza.
Los senadores de origen cubano Marco Rubio y Ted Cruz prometieron romper las relaciones con Cuba si llegan al poder, mientras el gobernador de Ohio, John Kasich, se limitó a indicar que acabaría con la política de "tratar mejor a sus enemigos que a sus amigos".
La nota discordante la aportó Trump, quien dijo que no está "de acuerdo con el presidente Obama" sobre la política hacia Cuba, pero se encuentra "a medio camino" entre la posición del mandatario y el rechazo absoluto de sus rivales republicanos.
"Creo que tiene que haber algo (que cambie la relación con Cuba). Después de 50 años, ya ha llegado la hora, amigos", sostuvo Trump.
El magnate defendió que hace falta "un acuerdo mucho mejor" que el que se alcanzó en julio pasado para restablecer las relaciones diplomáticas y avanzó que probablemente cerraría la embajada en La Habana hasta que logre un nuevo pacto con Cuba.
"Querría alcanzar un acuerdo fuerte y bueno, porque ahora mismo, todos los aspectos de este acuerdo favorecen a Cuba", argumentó.
También hizo una vaga advertencia sobre la posibilidad de que los cubanos demanden a EEUU por "400.000 millones o un billón de dólares" si no se atiende su petición de que se les paguen reparaciones por las pérdidas relacionadas con el embargo.
Rubio se llevó una enorme ovación al replicar que, si los cubanos demandan a EEUU en un tribunal, "perderían" el litigio y que el único "buen acuerdo" aceptable sería que Cuba "tenga elecciones libres, deje de meter a gente en la cárcel por protestar, tenga libertad de prensa", entre otras condiciones.
"Entonces podríamos tener una relación con Cuba", argumentó en tono triunfal el senador, que necesita una victoria en Florida para salvar su campaña presidencial.
Más allá de la cuestión de cómo votarán el martes los estadounidenses de origen cubano, la tardía entrada de la cuestión de Cuba en los debates electorales sugiere que no será un asunto dominante en lo que queda de campaña.
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