MADRID.- Después de vender más de 20 millones de ejemplares de La chica del tren, la escritora británica Paula Hawkins regresa a las librerías en español con otro perturbador thriller psicológico en el que el suspense se construye a través de las heridas abiertas del pasado.
Escrito en el agua (Planeta) encabeza los rankings de ventas en los diez países en los que se ha publicado hasta la fecha y ha vuelto a aupar al "top ten" la novela que en la gran pantalla protagonizó Emily Blunt. Pero pese a que todo apunta a un nuevo éxito editorial y ya se han vendido los derechos para llevarla al cine, Hawkins se muestra prudente.
"Estoy segura de que no volveré a vender tantos ejemplares nunca más", afirmó en Madrid durante la presentación a los medios. "Si supiera la receta del éxito la habría repetido", reconoció. Pero por suerte, cuando todo sucedió ella ya había comenzado Escrito en el agua, tenía bien definidos a sus personajes y sabía a dónde quería llevarlos.
A Hawkins, que antes de dedicarse a escribir trabajó como periodista, le fascina la manera en que el ser humano lidia con su pasado, las estrategias que utilizamos para abordar el trauma o el duelo y la manera en que, a veces, fracasamos al intentarlo. En todo ello, afirma, la memoria desempeña un papel clave.
"Confiamos desesperadamente en nuestra memoria para construir la historia de nuestras vidas, pero ésta no necesariamente se ciñe a la verdad", señaló. "El libro trata de las historias que nos contamos a nosotros mismos para generar nuestra identidad. Todos nos construimos una narrativa, todos nos engañamos. Es un mecanismo de defensa".
Escrito en el agua arranca con la muerte de Nel Abbott, una fotoperiodista obsesionada con las mujeres que a lo largo de la historia se habían ahogado en el río de su pueblo. Aunque la policía cree que ella también se tiró al agua para quitarse la vida, su hermana Jules está convencida de lo contrario. Pero le aterra desenterrar sus recuerdos.
Hawkins, de 44 años y nacida en Zimbabue, construye una novela coral, narrada a varias voces en primera y tercera persona pero que, pese a su mayor complejidad, comparte con La chica del tren el mismo ritmo absorbente. Todo ello enmarcado en el asfixiante clima de un pintoresco pueblo ficticio en el que todos se conocen y tienen cosas que ocultar.
Así, la actual "reina indiscutible" del thriller psicológico, como la definió la editora Elena Blanco, toma el testigo de su admirada Agatha Christie a la hora de recrear ambientes arquetípicamente británicos bajo cuya apacible apariencia late una siniestra oscuridad. Y es que según recuerda, la autora de La ratonera fue su "primer amor" con la novela negra.
Ese marco le permite seguir explorando la vulnerabilidad femenina y abordar temas tan espinosos como la violencia de género o los suicidios en adolescentes. Cuestiones en las que, según reflexionó, la prensa tiene buena parte de responsabilidad: "Hay una narrativa persistente que presenta a las mujeres como responsables, en cierto modo, de lo que les sucede", lamentó.
Quizá en la capacidad de abordar estas cuestiones femeninas, o temas como la crianza, o la fertilidad, radica el éxito que tiene precisamente entre las lectoras este género definido por la crítica como "domestic noir", señaló. Eso sí, que ella sienta predilección por los temas escabrosos no significa que su vida sea así de oscura.
"Antes de La chica del tren escribí cuatro novelas románticas bajo otro nombre, que no tuvieron ningún éxito", contó. "Al escribirlas me daba cuenta de que deseaba que les sucedieran cosas terribles. Poco a poco me quedó claro que no soy una escritora de finales felices: busco la oscuridad, cómo reaccionan las personas en situaciones extremas".
FUENTE: EFE