MIAMI.-LUIS E. RANGEL
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El zurdo es el poseedor de las 50 rectas más rápidas de esta campaña
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Imbateable es una palabra que no quiere utilizar Aroldis Chapman cuando habla de su recta, aunque una sonrisa lo delata. Quizás no sea así, quizás su envío rápido no es literalmente intocable, pero sí difícil. Bien difícil.
Y él está al tanto.
Por eso cuando tiene unos de esos días en los que siente que la recta viaja más rápido que de costumbre, no hace sino lanzar el pitcheo que le permitió formar parte de la selección nacional de Cuba, escapar de la isla y firmar un contrato de 30,25 millones de dólares con los Rojos de Cincinnati.
“No sé si será [imbateable], pero cuando la velocidad está fuerte, es lo único que tiro, la recta”, dijo con una sonrisa el taponero de los Rojos durante su visita más reciente al Marlins Park.
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De acuerdo con Fangraphs, el zurdo utiliza la recta en tres de cada cuatro pitcheos. Su promedio de velocidad es 99.6 millas, un poco menos (100.3) que en la contienda pasada. Semejante media es 1.5 por encima de la siguiente mejor.
Cuando se tiene la recta más rápida en la historia del béisbol –al menos desde que se registra la velocidad de los envíos- pues no queda otra que emplearla una y otra vez. No hay necesidad de que los bateadores traten de adivinar qué sale del montículo cuando está Chapman ahí. No hay nada nuevo en los reportes de los scouts, queda sencillamente tratar de pegarle al meteoro ese que alguna vez incluso llegó a viajar a 105.9 millas, número que por cierto tiene tatuado en su cuerpo.
“La mayoría de los bateadores se preparan para salir a batearme y están preparados para batear mi recta. Yo lo sé, pero la sigo tirando y si no le dan, pues la voy a seguir lanzando”, señaló.
Uno de esos días, por ejemplo, fue el 29 de junio pasado cuando Chapman soltó cinco de los seis pitcheos más veloces que se han registrado este año en las Grandes Ligas. Brian Dozier, de los Mellizos de Minnesota, fue víctima de cuatro de esos envíos, incluyendo el más potente de 2015 a 103.9 millas.
Un solo rol
Chapman se hizo como pelotero siendo abridor, pero desde que llegó a las mayores en 2010 se estableció como relevista y cuando se tiene el éxito que ha experimentado en ese rol ni se mira para atrás.
“Es un capítulo cerrado. Quiero ser cerrador para el resto de mi carrera”, apuntó el holguinero que suma 130 rescates en su trayectoria, incluyendo 17 en esta campaña.
Esos números, aunados a una efectividad de 2.24 de por vida y 1.73 en esta contienda, lo ha convertido en una pieza apetecible por varias organizaciones, que se han mencionado tienen interés en Chapman, más atractivo que nunca cuando se toma en cuenta que este año termina su contrato y que los Rojos están lejos en la disputa por el título de su división, así como en los comodines.
Chapman está al tanto de los rumores, y toma una actitud estoica al respecto.
“Sí los he escuchado, pero no le presto atención. El día que me cambien, pues me voy”, aseveró.
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Pero por ahora sigue disfrutando de sus días en Cincinnati, a donde la semana que viene le tocará ser anfitrión de la élite del béisbol, el Juego de las Estrellas, al cual fue seleccionado por cuarto año seguido.
“Estoy muy contento por eso, y sobre todo porque es en la casa”, manifestó.
Basta saber hasta cuándo seguirá llamando al Great American Ball Park su casa. Y más si sigue así, imbateable.