viernes 29  de  noviembre 2024
LA CASA BLANCA

La "armonía" de la izquierda en Washington tras el tsunami rojo de Trump

La indiferencia de la primera dama Jill Biden con Kamala Harris en el homenaje a los veteranos y héroes el 11 de noviembre hizo estallar las redes sociales

Por Leonardo Morales

MIAMI- Era de suponer. La "felicidad y hermandad política" que supuestamente se respiraba en Washington bajo el mandato de Joe Biden y Kamala Harris, y en particular meses antes de las elecciones presidenciales, han resultado ser puras apariencias de glamour político e imágenes para Hollywood.

La indiferencia de Jill Biden con Harris en el acto público de homenaje en el cementerio Arlington, Virginia, el Día de los Veteranos y Héroes (11 de noviembre) hizo estallar las redes sociales.

Kamala Harris ocupó un asiento junto a la primera dama, pero NO se miraron durante todo el acto de conmemoración.

Harris y el segundo caballero Douglas Emhoff se acercaron a su fila de asientos desde la derecha de Jill. La vicepresidenta saludó y estrechó varias manos, excepto la de Biden.

El ambiente

"No es desacertado decir que Jill Biden odia en estos momentos a Kamala Harris", dijo el comentarista conservador Steve Cortés, mientras compartía un fragmento del video en el que se observa la tirantez.

El periodista Andy Ngo compartió una imagen en primer plano de la segunda familia y la primera dama, describiendo a Biden como "con cara de piedra" y comentando que los partidarios de Harris han culpado al presidente Biden por la derrota de su candidato.

La interacción, o la falta de ella, también recibió la atención de medios internacionales. El periodista de televisión italiano Leonardo Panetta escribió en X, en idioma italiano: "Biden "ignoró" a Harris después de su derrota.

"Jill Biden... no se levantó para saludarla y luego permaneció sentada junto a la vicepresidenta con gafas de sol sin dignarse a mirarla", dijo Panetta. "Buen clima en Estados Unidos".

"No se han tomado nada bien la gran derrota", indicó por su parte el comentarista de derecha Benny Arthur Johnson.

"Observe cómo Jill Biden evidentemente le da la espalda a Kamala cuando llega al Cementerio Nacional de Arlington", dice Arthur al mostrar la grabación.

El presentador Dave Rubin agregó en una publicación separada que no había visto "a dos chicas que se odiaran tanto desde que Dorothy le robó todos los hombres a Blanche en el Rusty Anchor en la temporada 7 de 'The Golden Girls'".

"Quien las sentó juntas las odia a las dos", respondió seguidor a Rubin.

El autor conservador David Harris Jr. sugirió que parece haber una fuerte "ruptura" dentro del Partido Demócrata, luego del contundente triunfo de Trump.

Los incidentes

Y no es para menos. Kamala le prohibió hablar en público a Joe Biden en las últimas semanas de campaña. No obstante, Biden se conectó mediante una laptop desde la Oficina Oval para decir que los seguidores de Trump eran una basura, en respuesta al inapropiado y desconcertante "chiste" de un comediante en el acto de campaña de Trump en el Madison Square Garden, quien manifestó que "Puerto Rico era una isla de basura flotante".

La "airada respuesta" de Biden sembró dudas en cuanto a si fue planificada por sus asesores dentro del marco abierto de deterioro de salud mental del Presidente. Una declaración de esa índole es fatal a pocos días de decisivas elecciones generales.

Se armó un gran revuelo y Harris se vio forzada a salir de inmediato a aclarar su posición frente a la "desafortunada" afirmación. No por esto dejó de ganar la elección, pero sí confirmó los rumores de grandes discrepancias y enfrentamientos encarnizados entre la campaña de Harris y la de Biden, despojado de su derecho a la reelección de forma abrupta y después de haber logrado un triunfo arrasante en las primarias del partido.

Pero ese no fue el único incidente, semanas antes Biden dijo refiriéndose a Trump en un acto de campaña: "Tenemos que encerrarlo, tenemos que eliminarlo"... y después de unos segundos y sonreír, precisó: políticamente.

En otro momento, Biden se fotografió con la gorra roja de MAGA (Make America Great Again), el masivo movimiento político conservador creado por Trump y sus seguidores. Los memes saltaron por miles en las redes sociales: "Biden hace campaña por Trump".

Todo se percibió como "la venganza de Joe". Si ocurrió de forma espontánea, inconsciente o consciente, quizás no se sepa nunca. De cualquier manera, ni Biden ni Harris ni ningún otro candidato demócrata estaba destinado a vencer a Trump. Por eso, muchos dudan también de que la propuesta de Biden respecto a Kamala haya sido la mejor forma de remarcar su enojo para luego "deleitarse" con la humillante derrota.

Barack Obama no estuvo de acuerdo en un principio con la proposición de kamala como candidata, pero después cayó también en "la trampa", estimulado por grupos que convencieron a donantes con la promesa del "gran trabajo" de los medios de prensa, si realmente fue una trampa de venganza.

Obama y Bill Clinton salieron en campaña, incluso Obama -amigo personal de Biden- también hizo afirmaciones que no se corresponden con su proceder diplomático y protocolar. Acusó a los hombres afroamericanos de ser débiles por no apoyar a Harris como lo hicieron en su momento con él; otro comentario que destapó la algarabía en medios y plataformas de internet.

La acuñada victoria roja

Pero la victoria de Trump y los republicanos ya estaba acuñada más allá de declaraciones, promesas y comentarios cuestionables en campaña electoral. Y Biden se vio muy feliz junto a Trump en su encuentro en la Casa Blanca. Tal vez haya celebrado el triunfo de Trump con similar entusiasmo al de los republicanos.

El sufrimiento de los estadounidenses, la incertidumbre y las consecuencias de las manipulaciones de encuestas hechas por los propios medios liberales de prensa, artículos anti-Trump, la negación de la realidad y del nefasto legado de la actual administración en Washington D.C. le pasaron las cuentas al bando azul.

Los nuevos demócratas han teñido en parte al Partido con el rojo intolerable, ese de la hoz y el martillo, del marxismo decadente y antidemocrático; del culto a la ignorancia, al odio, a la división (divide y vencerás) y la mediocridad; de la destrucción de valores humanos e individuales (no masificados ni colectivizados); la monopolización del pensamiento libre y la exaltación de la miseria: "No tendrás nada y serás muy feliz" (agenda 2030, Foro de Sao Paulo y Foro Económico Mundial de Davos, Suiza).

En el siglo XXI es imposible que esta ideología triunfe de forma abarcadora, no lo ha hecho jamás en ninguna etapa de la vida y en ninguna parte del planeta. El socialismo no tiene cabida dentro de un sistema democrático occidental como el de Estados Unidos, fundado sobre la división de poderes y valores conservadores sólidos.

Las historias de los grandes medios de prensa de izquierda y de extrema izquierda de que Estados Unidos "está dividido" se ha desmoronado: 86,72% votó por el destino conservador de la nación, el 13,28% por el destino liberal o anticonservador.

Desde la impugnación de culpas hasta la evasión de saludos y comentarios soeces por la aplastante derrota, Washington es hoy lo que verdaderamente ha sido en estos últimos cuatro años: un nido de aparente "unidad y armonía política". Nada más lejos de la verdad.

La falta de liderazgo en la Casa Blanca y de figuras prominentes en el nuevo Partido Demócrata, sumados a las pugnas por el poder con las puertas abiertas al radicalismo, al desorden social y económico y al gasto desproporcionado del dinero de los contribuyentes han enterrado la visión de futuro de una partido otrora cautivador y proamericano.

Los caminos se abrieron

No les ha bastado ninguna de las lecciones en las últimas tres elecciones presidenciales 2016, 2020 y 2024 (con otras tres legislativas de medio término). La arrogancia les ha cegado o están decididos a transformar, a cualquier precio y consecuencias, la nación más antirradical de izquierda del mundo; la que destruyó el Bloque Socialista de la Europa del Este, derribó el Muro de Berlín y terminó con la llamada Guerra Fría, ahora tratando de renacer en otro bloque: el BRICS.

Los colosales donantes reclaman al Partido Demócrata su dinero o simplemente no conciben el engaño de una definida "elección reñida" y las posibilidades reales de una victoria de la "brillante" Kamala Harris. No cuajó la imagen falsa de una Kamala "todopoderosa y encantadora" en medio de su cuestionable trayectoria y del desastre como legado de su gobierno. Tampoco fructificaron sus promesas en medio de conciertos y carnaval.

Había demasiado dolor como para celebrar. Cientos de miles de padres americanos que entregaron sus hijos a la libertad y a la democracia de esta Gran Nación para verla próspera y segura observaron horrorizados hacia dónde se dirigía EEUU. Veteranos y jubilados sin poder pagar una renta o una vivienda por el alto costo de vida, a la vez que -obligados- escogían los alimentos menos caros de un mercado para poder alimentarse, a pesar incluso de ayudas gubernamentales. Padres alarmados por los planes macabros de lo que se supone sea un sistema de educación ejemplar y transparente para generar talentos y prepararlos para dirigir con responsabilidad las sociedades del futuro; sin discriminar, pero también sin adoctrinamiento y perversión que contaminen la mente pura y cristalina de un niño o adolescente.

Del otro lado, del bando republicano, los caminos se abrieron para Hacer Grande a América Otra Vez. Se respira júbilo y esperanza en el Congreso en Washington, y en EEUU en general. Biden afirma la necesidad de trabajar unidos, algo que no hizo su administración ni en los primeros días con 94 órdenes ejecutivas para revocar la increíble recuperación de EEUU, después de los efectos de la peor pandemia en la era moderna, la pandemia CHINA de COVID-19.

Trump por su parte pide: "Es momento de unirnos y emprender el camino de una América próspera y segura para todos los americanos y el mundo. Busquemos la paz, la estabilidad".

Casi todo se tornó rojo, el rojo de la democracia, de la voz de la gran mayoría del pueblo americano, de los derechos y del respeto a la Constitución y a los valores tradicionales.

“Creo que este ha sido el movimiento político más grande de todos los tiempos. Jamás ha habido algo así en la historia de nuestro país. Y ahora llega a un nuevo nivel de importancia, porque haremos que nuestra nación sane, tenemos un país que necesita ayuda”.

El otro gran fiasco de los grandes medios de izquierda

Varios grandes medios de prensa se hundieron más en su lodo tras el resultado de los recientes comicios presidenciales. Dentro de las redacciones hay lágrimas por inminentes despidos y los "mea culpa". Aferrarse y difundir la mentira trae consecuencias graves. Cada vez existen menos cosas ocultas en la era de internet, donde muchas verdades salen a la luz.

Se escuchan rumores de que Elon Musk estaría en negociaciones para comprar CNN y ABC, ambas en plena crisis financiera y cuya apuesta final al parecer era el triunfo de la izquierda y la extrema izquierda en aras de recibir oxígeno a sus famélicas arcas... pero ocurrió lo opuesto.

¿Han perdido los medios el poder?... Han perdido el rumbo y con él la credibilidad. Han cambiado la ética y el oficio de la verdad por la supervivencia financiera. Esta decisión ha sido mortal, debieron suponerlo al menos.

Elon Musk se ha convertido en otro faro junto a Trump. Un faro de esperanza por el futuro. Así ocurre desde que compró Twitter para erradicar la censura y apostar por la libre expresión, por la libertad como él ha reiterado.

La vuelta de Musk ha sido el golpe más grande al "progresismo" (socialismo), a la izquierda extremista que se creyó por un momento dueña del poder en EEUU. La penetración de agencias de inteligencia, de departamentos federales, de la Justicia, el ejército, las grandes cadenas de prensa y empresas trasnacionales, entre ellas las de tecnología, les hizo subestimar el cansancio y la determinación de la gran mayoría de los estadounidenses a defender lo que tanto ha costado.

A la vez, Musk representa ahora del lado de los conservadores, con su dominio tecnológico en el mundo, la garantía de la transparencia, la garantía de la democracia y del voto sagrado. La garantía de que ningún partido pueda afianzarse en el poder sin el consentimiento inviolable del pueblo.

El columnista de The New York Times, Ezra Klein, criticó a los nuevos demócratas por negar de forma obstinada que las ciudades de Estados Unidos están plagadas de un aumento de la delincuencia, una migración fuera de control y precios por las nubes. "Basta. Es hora de que cierren la boca y trabajen para construir el país, no para destruirlo".

Klein, de 40 años, citó la ira que se ha acumulado entre los residentes de las principales ciudades azules como Nueva York y San Francisco, y dijo que los demócratas que intentan justificar el empeoramiento de las condiciones en estas ciudades necesitan "hablar con algunas personas que viven cerca de ustedes".

Esperado hundimiento

Otros, ante una inminente ola de despidos y cancelaciones o -con un poco de vergüenza todavía- han optado por dejar sus programas en los canales de televisión y medios de prensa escrita frente al desplome de suscriptores y de teleaudiencia, luego del arrollador triunfo de los republicanos y Trump.

Desde un 36% menos hasta un 65%, los conglomerados de la desinformación han "hecho agua", se están hundiendo y con ellos se ha ido al fondo el dinero de los grandes donantes de la izquierda, engañados hasta la saciedad. Algunos son parte de la élite que impulsa y controla esa tendencia o ideología. Ahí están enfurecidos hoy los Soros (Alexander y George), los Clinton (Hillary y Bill), Bill Gates, Jamie Dimon (presidente de JP Morgan Chase); las figuras de Hollywood, que prometieron irse del país si ganaba Trump y siguen aquí como en 2016 con su caricaturesca falta de seriedad y abismal desconocimiento de la realidad que les circunda; las farmacéuticas, Mark Zuckerberg, Michael Bloomberg y otros.

Jeff Bezos, un visionario, se apartó de la debacle días antes de la elección mediante un comunicado en su diario The Washington Post, en el que aseguraba que el diario no endorsaría a Harris. Bezos, como hombre inteligente, olfateó e hizo sus indagaciones independientes.

En su columna, Klein precisó: "Lo que menos me sorprendió de esta elección fue el marcado cambio rojo en estas grandes ciudades". "Si hablas con cualquiera que viva en ellas, están furiosos".

"Acabo de escuchar la rabia de la gente de Nueva York... la sensación de desorden en aumento, no sólo delincuencia, sino campamentos de personas sin hogar, basura en las calles, gente saltando torniquetes en el metro y asaltando mercados y tiendas, personas dementes o drogadas en las calles. Muchos están furiosos por eso", recalcó Klein.

"En San Francisco, la furia es abrumadora".

"Y esta idea de que 'la economía está realmente bien' o 'El crimen ha disminuido, todo esto son "fake news" (falsedades).

El recibimiento a Donald J. Trump y los republicanos en el Madison Square Garden de Nueva York y decenas de calles circundantes el fin de semana antes del 5 de noviembre, fue el mejor termómetro para el tsunami rojo que vendría con las elecciones presidenciales de EEUU.

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FUENTE: Con información de AFP y otras fuentes.

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