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MIAMI.- Si preguntáramos qué significa la Declaración de Independencia, tendríamos por respuesta: una de las declaraciones más innovadoras y trascendentales de la historia universal.
En ese documento, hecho público el 4 de julio de 1776, y cuyo manuscrito original guardan con recelo en el National Archives Building, quedaron proclamados los principios básicos de libertad e igualdad, que fueron siendo mejorados hasta alcanzar el desarrollo de la nación estadounidense.
La historia recoge cómo los deseos de independencia de las Trece Colonias estadounidenses, que se fraguaron durante años de conflicto con la metrópolis británica entonces, conllevaron al comienzo de la Guerra de Independencia.
Revolución
De hecho, la confrontación estalló el 18 de abril de 1775 cuando “un grupo de soldados británicos, que viajaba de Boston a Concord para confiscar municiones, disparó contra un grupo de milicianos criollos, haciendo así saltar la chispa que dio comienzo a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos”, señaló la historiadora Ana Barrio.
Y es que, a diferencia de otras naciones, Estados Unidos de América no celebra el acto de independencia el día que culminó la dominación colonial, sino “la fecha cuando declaró su derecho a ser libre”, subrayó la académica.
De esta manera, los representantes de las 13 colonias británicas, que entonces ocupaban la costa atlántica, desde Georgia hasta la antigua Massachusetts, se reunieron en Filadelfia, bajo la dirección de Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y John Adams para discutir los pormenores del documento Declaración de Independencia.
La histórica declaración, que tuvo lugar en la antigua legislatura de Pennsylvania, que hoy conocemos como Independence Hall, fue reproducido por el pincel del pintor John Trumbull en un gran lienzo que hoy cuelga en la rotonda del Capitolio nacional en Washington D.C.
Mientras la Declaración de Independencia era asumida, la lucha contra la ocupación británica continuaba en el frente de batalla.
“El conflicto se fue desarrollando en forma de guerra de guerrillas hasta octubre de 1777, momento en el que las tropas británicas se vieron obligadas a rendirse tras la Batalla de Saratoga, en el estado de Nueva York”, recordó la historiadora.
Fue entonces cuando Francia y España, que se encontraban en conflicto con Inglaterra, “vieron una oportunidad para resarcirse. En febrero de 1778 Francia entró formalmente en la guerra (de Independencia de las Trece Colonias) y España comenzó a colaborar con los independentistas enviando dinero y armamento”.
Cuenta la historia que la batalla final por la Independencia tuvo lugar el 19 de octubre de 1781 en Yorktown, en el estado de Virginia, donde las tropas independentistas fueron secundadas por las francesas, en su afán por combatir a los ingleses.
Dirigidos por el general estadounidense George Washington, que más tarde fue elegido primer presidente del país, las tropas se dirigieron a Nueva York, luego de debilitar la presencia militar británica en la zona.
Tras la captura de unos 8.000 soldados británicos y el debilitamiento moral del ejército colonial, Gran Bretaña y los fundadores de la Unión Americana llegaron a un acuerdo estratégico que condujo a la independencia y la fundación de los Estados Unidos de América.
La nación
La autonomía definitiva no fue reconocida por Londres hasta el 3 de septiembre de 1783, cuando el Imperio británico aceptó la separación de las 13 colonias y firmó el Tratado de París.
Por otra parte, la estructura de Gobierno y la ruta a seguir para establecer la nueva nación tuvo la creación de la ley fundamental, que hoy es la Constitución nacional vigente más antigua en el mundo, el 17 de septiembre de 1787, que fue ratificada por el pueblo a través de convenciones realizadas en cada estado y finalmente fue adoptada el 4 de marzo de 1789.
Entretanto, el territorio de la nación estadounidense, que tiene su base en las 13 colonias, creció con la compra de Luisiana a Francia en 1803 y la rebelión de los colonos estadounidenses en Texas, que conllevó a la intervención militar en el norte del antiguo México en 1848 y la adjudicación de territorios, incluyendo a California.
Con el curso de los años, Estados Unidos de América se convirtió en una poderosa nación, sobre la base de la Revolución Industrial y las grandes inmigraciones que persistes en nuestros días.
“Hoy miramos atrás y valoramos los grandes logros que hemos forjado como nación”, señaló el profesor de historia Michael Robinson, de Harvard University. “Y nos damos cuenta de lo mucho que tenemos que hacer aún para mantener el equilibrio indispensable de poderes que nos ha hecho grandes”, resaltó.
Bastión de libertades, aplaudida e incluso emulada, no hay otro lugar en el mundo que sea capaz de reponerse como Estados Unidos.
“Cometimos errores, muchos”, recordó Mario Tavares, profesor de ciencias políticas de Fordham University, en Nueva York.
Hoy volvemos a vivir tiempos convulsos con imposición de ideas, una inflación que preocupa y una guerra en Europa que aún no se sabe a dónde va.
“Seguimos cometiendo errores, pero las virtudes son superiores y esta nación siempre se abre paso a las adversidades. Sea una ley mal redactada, una guerra o una pandemia, con todos los gastos que implica. Siempre nos sobreponemos y el país vuelve a brillar”, recalcó.