miércoles 6  de  noviembre 2024
ANÁLISIS

La vacuna contra el coronavirus hecha en China

Los fabricantes más conocidos han sido muy abiertos, informativamente, en cuanto a las fases de sus pruebas. Sin embargo, esa transparencia no existe en China
Por LUIS ZÚÑIGA

Numerosos países de América Latina y África han comprado la vacuna fabricada en China. Es probable que esos países no tengan los recursos para adquirir las vacunas fabricadas en países occidentales. Sin embargo, es importante conocer las diferencias.

La fabricación de vacunas tiene un protocolo que es respetado y cumplido en los países occidentales, especialmente las que mercadean sus vacunas internacionalmente. El protocolo del proceso incluye las siguientes etapas: Exploración, pre-clínico, desarrollo clínico, revisión y aprobación, manufactura y control de calidad. La etapa más decisiva es el desarrollo clínico porque se realiza con personas y tiene 3 fases: La 1ra con un pequeño grupo de personas que reciben la vacuna de prueba; la 2da fase donde se expande el número de personas en cuanto a edades y condiciones de salud, y la 3ra fase que se realiza con un número mayor de personas y se prueban su efectividad y seguridad. Las demás etapas del proceso se pueden acelerar tomando cautela, pero el desarrollo clínico es inalterable. Solamente la 3ra fase demora entre 3 y 6 meses para completarse.

Los fabricantes más conocidos han sido muy abiertos, informativamente, en cuanto a las fases de sus pruebas. En cada ocasión revelaron la cantidad de personas que recibían las dosis y los resultados que obtenían. Saben que de su transparencia en el proceso depende la aceptación en el mercado. Sin embargo, esa transparencia no existe en China.

Se sabe que ya en el mes de julio se estaba vacunando masivamente en Wuhan usando tres vacunas que obtuvieron permisos de emergencia de las autoridades chinas. Los vacunados eran, principalmente, los trabajadores de la salud, el personal de prevención de la epidemia, los oficiales de inspección en las fronteras y las personas que trabajan en actividades básicas de las ciudades. Si tenemos en cuenta que a mediados del mes de enero del 2020 fue que el coronavirus comenzó a crear cadenas de contagio, no es posible que en 6 meses los chinos crearan 3 vacunas y que las tuvieran fabricadas, en grandes cantidades, como parece que ocurrió en el mes de julio del 2020. En EEUU, con toda su tecnología y bajo la presión constante del presidente para acortar el tiempo de disponibilidad, el proceso tardó 9 meses. Es improbable que las 3 primeras vacunas chinas cumplieran con los requisitos básicos de eficiencia y seguridad.

Según han revelado medios informativos importantes y confiables de EEUU, Taiwán y Australia, en China se han vacunado a cientos de miles de personas, o tal vez más, usando vacunas que no están aprobadas o que no han pasado los protocolos adecuados.

La empresa china SINOPHARM con vacunas en su última etapa de prueba, ha dicho que cientos de miles de personas ya han recibido la vacuna. Otra empresa fabricante china, SINOVAC, dice que sus vacunas se han inyectado a maestros, empleados de supermercados y a personas que viajan frecuentemente fuera del país. Lo más preocupante de esas vacunaciones es que se les obligó a firmar un acuerdo de “no hablar con la prensa”.

Los riesgos de recibir una vacuna que no haya cumplido con los protocolos de seguridad y eficiencia son:

(1) Que las personas pueden sufrir efectos secundarios que varían desde alergias hasta complicaciones de salud serias,

y (2) Creer la falsa realidad de que están inmunizados o protegidos contra el virus y quedar expuestos a contraerlo o a ser portadores y transmitirlo a sus seres queridos o compañeros de trabajo.

La aceptación de las vacunas fabricadas en China ha ido decayendo en la medida en que surge más información. Por ejemplo, en Brasil una encuesta de Datafolha reveló que en agosto del 2020 solo el 9% de los brasileños no querría una vacuna china. A fines de ese año el número de rechazo subió a 22% y el mes pasado, febrero, alcanzó el 50%.

En Taiwán, muy cercana a China, solamente el 1.3% dice que recibiría una vacuna hecha en China. Preguntados por la causa de su rechazo, muchos refirieron conocer, históricamente, lo falsas que son las estadísticas que divulga el régimen chino. La revista mensual taiwanesa “Global Views” citó una revelación reciente sobre una red que vende vacunas falsas en China.

Los expertos mundiales en temas biológicos están alarmados y preocupados de que se inyecte a personas con vacunas que no han pasado las pruebas médicas fundamentales. Esa misma preocupación la debían tener los Presidentes y Ministros de Salud de los países que están adquiriendo vacunas sin las debidas certificaciones de seguridad. Los riesgos son innecesarios cuando tantas firmas farmacéuticas de reconocido prestigio y calidad están produciendo cantidades suficientes para vacunar a las personas de prioridad.

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