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Dos tragedias marcaron el año 2018: la matanza en la secundaria Marjory Stoneman Douglas, el 14 de febrero, en el condado Broward y el desplome del puente peatonal de la Universidad Internacional de Florida (FIU), el 15 de marzo, en Miami-Dade.
El primer incidente dejó 17 muertos: 14 estudiantes y tres profesores. El segundo, seis fallecidos durante el colapso del puente de FIU.
Uno de los primeros efectos de la desgracia sucedida en la escuela localizada en Parkland -una ciudad tranquila, de clase media alta- fue el salto a la palestra política de una nueva generación que se sintió seriamente afectada por la certeza de que los colegios, en definitiva, no eran lugares seguros.
Se forjó un movimiento por el control de las armas: los jóvenes sobrevivientes de la masacre se convirtieron en activistas del “Never Again”, una fuerza que se movilizó en todo el país y generó un evento llamado “la marcha de nuestra vidas”, que se realizó en diferentes ciudades, tanto de Estados Unidos como del resto del mundo.
Al mismo tiempo, en Tallahassee cambiaron las prioridades y el tema de legislar sobre el fortalecimiento de la seguridad en las escuelas y limitar el acceso a las armas se convirtió en el primer punto en el orden del día. Al final, en medio de un agudo y emotivo debate, por primera vez la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) no pudo evitar que Senado y Cámara estatales, de mayoría republicana, expidieran una legislación con la que esa organización no estuvo de acuerdo.
La ley en cuestión subió a 21 años la edad para adquirir un arma; dio un período de espera de tres días antes de hacer efectiva la compra de un rifle o un revolver; dejó en manos de cada distrito escolar la contratación de policías o la posibilidad de armar a personal dentro de los colegios; y prohibió los llamados “bump-stocks”, los dispositivos utilizados para incrementar el poder de fuego de los rifles semiautomáticos.
Por otra parte, se creó un comité especial para investigar la manera cómo las autoridades respondieron a la emergencia de la secundaria Stoneman Douglas. Se supo, tanto por los testimonios como por las imágenes de las cámaras de seguridad, que el oficial de policía destinado a la seguridad del establecimiento escolar no enfrentó al atacante a pesar de que sabía dónde se encontraba. Otro miembro del personal de seguridad, cuando vio al asesino (un exalumno que era considerado un muchacho problemático durante el tiempo que estudió en el plantel educativo) portando el estuche de un rifle, no dio un aviso inmediato que podría haber prendido las alarmas.
El puente
Las primeras investigaciones del colapso del puente que buscaba que los estudiantes de FIU pudieran cruzar la avenida Tamiami Trail sin arriesgar sus vidas, dejaron en claro fallas estructurales de la construcción, las cuales fueron advertidas por funcionarios del Departamento de Transporte de Florida a los ingenieros de las empresas encargadas de la ejecución de la obra, horas antes del derrumbe del cruce peatonal elevado.
Las compañías encargadas de construir el puente fueron Munilla Construction Management (MCM) de Miami-Dade, y FIGG Bridge Engineers, de Tallahassee.
Hay varias demandas civiles en curso por parte de familiares de las víctimas. Las investigaciones buscan saber no sólo las deficiencias técnicas sino las posibles responsabilidades civiles y criminales. Varias preguntas siguen sin respuesta: ¿Por qué no se cerró la vía al tráfico vehicular durante la los trabajos que aún se hacían en el puente? ¿Cómo fueron las comunicaciones entre los contratistas de la obra y las autoridades estatales, locales y la misma universidad? ¿Qué tipo de errores se habrían podido evitar y cuáles se dieron por una supuesta negligencia?
En el año 2019 podría haber resultados concretos de las investigaciones que respondan esas preguntas, además de los posibles fallos de las cortes a favor o en contra de las entidades comprometidas en el desarrollo, diseño y ejecución del paso elevado peatonal.
Las elecciones
La primera gran sorpresa del año, en el ámbito político, sucedió la noche del 28 de agosto, cuando en las primarias demócratas a la gobernación salió triunfante el ahora exalcalde de Tallahassee Andrew Gillum, quien siempre había aparecido en las encuestas en el penúltimo lugar.
Se suponía que la gran batalla era entre la excongresista Gwen Graham (todos los sondeos la daban como ganadora) y el exalcalde de Miami Beach Philip Levine.
La segunda sorpresa fue el repunte imparable del precandidato republicano a la gobernación Ron DeSantis al recibir el apoyo, a través de Twitter, del presidente Donald Trump.
Antes de eso, las encuestas daban al comisionado de Agricultura Adam Putnam como el gran favorito para ganar las primarias republicanas. Pero después del espaldarazo presidencial a su rival, y de la denuncia periodística de que el Departamento de Agricultura -a cargo de Putnam- había dejado de revisar, por más de un año, los antecedentes delictivos de los compradores de armas, se profundizó su caída en los sondeos.
Durante todo 2018 se habló de la gran ola azul (es decir, el triunfo arrasador de los candidatos del Partido Demócrata) que pasaría también por la Florida.
Pero los resultados de las elecciones generales del 6 de noviembre en el Estado del Sol confirmaron y negaron, al mismo tiempo, ese huracán de votos que convertirían al “estado péndulo” en un bastión demócrata.
Después de un recuento mecánico de votos, se confirmó la derrota de Gillum, y el triunfo del republicano DeSantis, que se convirtió en el nuevo gobernador de Florida.
Cuando terminó el escrutinio manual de sufragios, el senador demócrata Bill Nelson reconoció que perdía su escaño a manos del gobernador y candidato republicano, Rick Scott.
El Senado y la Cámara estatales siguieron en manos republicanas. Y la única demócrata que pudo ganar, también después de un recuento, fue la comisionada de agricultura, Nikki Fried.
¿Qué pasó?
Tanto Nelson como Gillum dieron por descontado que el voto hispano estaba de su lado, según lo han expresado varios analistas.
Pero es claro que el voto cubano, sobre todo el del denominado exilio histórico, fue fundamental, muy disciplinado y que las nuevas generaciones de cubanoamericanos, como los hispanos, no van a las urnas en masa.
Además, tampoco fue cierto que los puertorriqueños crearan una ventaja que favoreciera a los demócratas.
Por otra parte, si bien es cierto que los sondeos mostraron, por lo menos durante tres meses antes de la elección del 6 de noviembre, empates técnicos o ventajas mínimas tanto de Nelson como de Gillum, y que ellos tenían a su lado la mayoría del voto femenino, afroamericano, independiente e hispano no cubano, los dos candidatos perdieron por una mínima diferencia, que habría sido compensada si se hubieran involucrado a fondo con la comunidad latina, han comentado personas cercanas a cada una de las dos campañas.
No hay dudas de que una vez más, como en 2016, el presidente Trump movilizó al voto blanco de la Florida, a pesar de que él no estaba en la boleta electoral y eran elecciones de mitad de término.
Nuevos votantes
En las pasadas elecciones también los votantes dieron su opinión sobre varias enmiendas constitucionales.
Pero una de ellas es de especial importancia para el inmediato futuro del estado: el restablecimiento automático de los derechos civiles para aquellos que cumplieron sus condenas en la cárcel por delitos que no incluyan asesinato o delitos sexuales.
Son más de un millón de expresidiarios, la mayoría de ellos afroamericanos e hispanos con simpatías hacia el Partido Demócrata.
Pero ahora se habla de “confusión e incertidumbre” en la implementación de la llamada “enmienda 4”.
Aún no hay claridad si el proceso queda en manos de los 67 condados, o el estado tendrá que dar lineamientos generales para reinsertar a dichos exprisioneros a la vida civil o, al final, serán los legisladores los que tendrán la última palabra.
Desde 2011, el gabinete del entonces gobernador Rick Scott instituyó un sistema en el que cualquier persona que cumpliera su pena debía esperar cinco años antes de poder presentar una petición para recuperar sus derechos civiles, entre ellos el de votar.
De todas maneras, el trámite para ese proceso es dispendioso porque incluye varias instancias, como el secretario de las Cortes, el Sistema de Prisiones y el Departamento de Policía de Florida.
DeSantis es el cuarto gobernador republicano en Florida que extenderá la hegemonía de ese partido a un cuarto de siglo. Dentro de su gabinete, habrá sólo un demócrata, la comisionada de Agricultura.
Ella, en entrevista para DIARIO LAS AMERICAS, anunció que busca trabajar de manera bipartidista y coincide con el gobernador en varios puntos, sobre todo el tema del medio ambiente.
En el verano de 2018 la marea roja, que siempre ha llegado a las costas de Florida, se convirtió en el alga verde, una espesa sustancia toxica que obligó al gobernador Scott a declarar el estado de emergencia.
El año 2019 será crucial para la agenda demócrata en Tallahassee con miras a las presidenciales de 2020, en las que Florida volverá a ser definitiva para cualquiera que quiera llegar a la Casa Blanca o reelegirse.