En el preámbulo de dicho documento, Carlos Giménez, alcalde del condado, expresó: “Trabajando juntos hemos tenido éxito en proteger a nuestra comunidad del impacto de la pandemia en la salud. Ahora es momento de unirnos para revertir el impacto económico y el sufrimiento que estamos teniendo. Seguir esta guía nos llevará de manera segura a la Nueva Normalidad. Cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad personal de cuidar la seguridad de todos”.
Etapa Amarilla
De hecho, la reapertura que comenzó a mediados de mayo marcaba el inicio de la Etapa Amarilla, donde saldrían de la hibernación de forma limitada y controlada algunos negocios catalogados como no esenciales.
Efectivamente, tras abrir los parques, su sumaron restaurantes, peluquerías, salones de belleza, barberías, tiendas, gimnasios y hoteles. En todos los lugares se exigió el cumplimiento de estrictas medidas higiénico sanitarias diseñadas por expertos para cada tipo de negocio.
Por ejemplo, en las áreas recreativas se permitió pasear con mascarilla, practicar deportes individuales, correr y andar. Las playas abrieron posteriormente con la misma premisa, guardar el distanciamiento social y usar máscaras faciales. Incluso, Miami-Dade colocó personal en las playas para recordarnos el cumplimiento de las medidas.
Cuando el pasado 5 de mayo la reapertura era inminente en Miami-Dade, se habían registrado un total de 13.400 contagios, 1.900 hospitalizaciones y más de 400 fallecimientos. Ese mismo día, 29 residentes perdieron la vida, víctimas del COVID-19.
Un mes y medio después, Miami-Dade reporta 37.961 casos, 3.990 hospitalizaciones y 1.000 muertes. Lo que significa que en estos 45 días de reapertura han fallecido 600 residentes y 2.090 han sido hospitalizados por COVID, mientras que se han confirmado unos 24.561 nuevos contagios. Todos los números se han disparado.
Incremento de los test
Florida ha realizado grandes esfuerzos para incrementar la capacidad de pruebas diagnósticas entre sus resistentes. Actualmente se están realizando unos 60.000 exámenes médicos diarios en el estado y sus laboratorios tienen la capacidad de procesar unos 30.000 test en una jornada, según datos de las autoridades sanitarias.
Solo en Miami-Dade se han abierto más de 50 sitios de pruebas para detectar el coronavirus. Algunos, como el Marlins Park, con capacidad para 400 test diarios, o en Hard Rock Stadium, donde hacen 750 pruebas cada jornada.
En comparación con la primera etapa de la pandemia, cuando los test se realizaban únicamente a la población más vulnerable, personas mayores de 65 años, policías, personal sanitario y residentes con síntomas, en la actualidad están disponibles para cualquier persona que lo desee. Incluso en muchos puestos de trabajo exigen pasar un test de COVID antes de ocupar la plaza.
¿Por qué se ha incrementado el número de contagios desde la reapertura?
Pues el primer factor es la propia existencia del virus, que sigue entre nosotros. Con la reapertura, muchas personas erróneamente interpretan que la pandemia es cosa del pasado. Y, al no asumir las medidas diseñadas para prevenir la propagación del virus, se produce un incremento.
Otro factor es que, al autorizarse la reapertura, se producen más contactos entre las personas y, en consecuencia, se multiplican las posibilidades de contagio. “Sobre todo, si las personas asintomáticas no cumplen adecuadamente las medidas sanitarias establecidas: lavarse las manos, distanciamiento social y el uso de mascarillas”, sostuvo recientemente el gobernador Ron DeSantis.
Por otra parte, la irresponsabilidad social también ha influido en la acenso del número de infectados. Desde la reapertura han tenido lugar grandes concentraciones en playas, fiestas juveniles y manifestaciones. No se trata de criticar a nadie por ejercer el derecho a protestar en las calles. Pero tampoco podemos obviar ese hecho si queremos hacer un análisis sobre porqué suben los casos.
“Protestar sin mascarilla puede poner en riesgo a muchas personas” dijo a la publicación USA Today Michael Mina, profesor asistente de epidemiología, titulado en Harvard. “No deberíamos sorprendernos si, dentro de dos semanas, vemos un repunte conectado con las protestas”, [este es el período de incubación del virus].
A la hora de escribir esta nota, no hemos hallado estadísticas que cuantifiquen cuánto han influido las manifestaciones masivas o las fiestas multitudinarias en las playas en el rebrote del virus.
Sin embargo, lo que sí se conoce es que la edad promedio de los nuevos contagiados es alrededor de los 37 años. “Por dos razones. La primera es porque por fin se pueden examinar las personas más jóvenes y la segunda es porque muchos jóvenes son más propensos a incumplir las medidas preventivas”, sostuvo DeSantis.
Por su parte, el Dr. David De la Zelda, especialista en enfermedades pulmonares, declaró a un medio local que desaprobaba los pasos dados por el gobernador DeSantis. “Creo que la apertura económica en la forma que él hizo es la causa de los actuales problemas”, criticó sin dar alternativas.
Para Carlos Hernández, alcalde de Hialeah, “las medidas fueron tomadas en el mejor interés de la comunidad, con la mejor información de que disponía el gobernador [Ron DeSantis], el alcalde de Miami-Dade [Carlos Giménez] y nosotros a nivel local”.
“Lo difícil es establecer un balance entre la salud, que es primordial, y el impacto económico que está teniendo la pandemia en las familias de Hialeah y del sur de Florida”, sostuvo el edil.
El gran dilema
Mientras no se halle la vacuna, todos los movimientos aperturistas son “precipitados”. El gran dilema es que las autoridades sanitarias y políticas tienen la difícil responsabilidad de equilibrar dos grandes riesgos, caminando por el filo de una navaja. Han tenido que escoger entre destruir la economía y “sobrevivir a la pandemia”, o abrir la economía adoptando estrictas medidas sanitarias y, por tanto, ser más vulnerables al virus. Se escogió el segundo camino y ahora estamos sufriendo la consecuencia.
Un antecedente que nos hará pensar: Solo en abril de 2020, EEUU perdió 20,5 millones de empleos, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales. Uno de cada cinco trabajadores había solicitado los subsidios por desempleo. Para entender la gravedad de la situación, hay que dirigir la mirada a la enorme crisis financiera de 2008. Pues bien, en aquel momento se perdieron 8,7 millones de trabajos. Insisto, solo en ese mes de abril, esa cifra se había duplicado. Con tal panorama ¿qué podían recomendar los expertos?
[email protected]
@menendezpryce