BELÉN GONZÁLEZ
Especial
Anualmente alrededor de 635.000 personas en Estados Unidos son víctimas de un ataque cardíaco, y de este total más del 15% morirá
BELÉN GONZÁLEZ
Especial
La principal causa de muerte a nivel mundial son las enfermedades cardiovasculares que cobran alrededor de 17,3 millones de vidas por año, según informó la Asociación Americana del Corazón, y las expectativas al respecto no son alentadoras, considerando que esta cifra podría aumentar a más de 23,6 millones de muertes para el año 2030.
En este temible grupo de las enfermedades cardiovasculares, una de las más comunes es el infarto, como llamamos coloquialmente al ataque al miocardio, trastorno que según las estadísticas afecta a una persona en Estados Unidos cada 34 segundos.
Un ataque al miocardio se produce cuando las arterias coronarias se estrechan y no permiten que el oxígeno, contenido en la sangre, llegue al órgano cardiaco con regularidad, por lo que este va perdiendo la capacidad para producir la energía que necesita para moverse. Como resultado, las células del tejido que no reciben sangre mueren y, por ende, el corazón deja de funcionar.
El estrechamiento de las arterias coronarías se produce generalmente por la aparición de un depósito de grasas en sus paredes, un proceso de carácter progresivo y que es resultado de una serie de factores determinantes como la hipertensión, el colesterol alto, el habito de fumar, los problemas de obesidad y el sedentarismo, entre otros.
La mayoría de los ataques cardiacos ocurren en personas mayores de 45 años, siendo los hombres más propensos a padecerlos que las mujeres. Por otra parte, es importante tener claro que un infarto puede ocurrir especialmente cuando usted está descansando o incluso dormido, después de un aumento súbito de actividad fisca, al estar activo al aire libre en un clima frio o tras una crisis de estrés emocional.
Síntomas del infarto
Un ataque al miocardio no se caracteriza por la presencia de un único síntoma, sino por una combinación de estos, aunque ciertamente el indicador principal es un dolor o sensación de opresión en la zona del esternón, de carácter intenso, con una duración de más de 20 minutos y que no se alivia con la relajación.
En ocasiones, este dolor se irradia hacia la mandíbula, el cuello, la espalda, el brazo izquierdo, y en algunos casos abarca el brazo derecho. También puede manifestarse en la parte alta del abdomen, acompañado de dificultad para respirar, náuseas y hasta pérdida de conocimiento.
El dolor, que puede ser leve o intenso, no es necesariamente constante, y provoca vómitos, aturdimiento o mareo súbito, así como un copioso sudor frío. Otros síntomas relacionados son: la ansiedad, los accesos de tos y la sensación de que el corazón está latiendo demasiado rápido o de forma irregular.
Un daño grave
Una vez producido el infarto, el daño para el órgano cardiaco es un hecho. Si se trata de un ataque agudo de miocardio el daño suele ser extenso y la secuela más común es una insuficiencia cardiaca, a veces con congestión pulmonar, que acompañará al paciente por el resto de su vida.
Si por el contrario, la extensión del infarto fue pequeña, se puede llevar una vida normal aunque controlando los factores de riesgo para evitar un nuevo infarto. En algunas personas pueden aparecer arritmias ventriculares o bloqueos del corazón que por lo general pueden ser controlados con el uso de dispositivos especiales, como el marcapasos.
En otros casos, el infartado puede padecer una angina inestable que suele ser signo de un alto riesgo de infarto agudo de miocardio o muerte súbita, sus síntomas son iguales a los del infarto, aunque generalmente de menor duración e intensidad. Esta angina debe ser tratada como una emergencia, ya que hay un elevado riesgo de producirse un infarto, una arritmia grave o muerte súbita.
Un ataque cardíaco es una emergencia médica, es urgente que el paciente sea trasladado de inmediato y preferiblemente en ambulancia, a un centro de atención de salud. Así mismo, es importante tener presente que el riesgo de muerte súbita es más alto durante las primeras horas posteriores al infarto y que el llamado "ataque cardíaco silencioso", peligroso por su condición asintomática, es también una posibilidad real.
Para evitar un infarto
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