miércoles 6  de  diciembre 2023
CUESTIÓN DE TIEMPO

La piratería cuenta con el visto bueno de los Castro y la benevolencia de EEUU

La piratería en Cuba es institucional. Esa es una de las ventajas del embargo, olímpicamente se saltan las leyes estadounidenses y en la programación televisiva nacional, colocan juegos de baloncesto, béisbol, filmes y seriales de canales públicos

LA HABANA.-IVÁN GARCÍA
Especial

Hay para todos los gustos en La Habana, Varadero y otras ciudades cubanas. ¿Quiere ver un debate entre el excéntrico candidato presidencial Donald Trump y los cubanoamericanos Marco Rubio y Ted Cruz? ¿O mejor un análisis de la CNN en español sobre el Super Tuesday en Estados Unidos?

Si a usted no le seduce la política (lo cual es normal, la mayoría de los políticos parecen contestadoras automáticas maquilladas) y le gusta relajarse con eventos deportivos, puede optar por ver, con un día de retraso, el juego mágico de los Warrior guiados por ese pistolero con cara de niño que se llama Steve Curry o un canal en la Florida comentando la última ocurrencia de Yoenis Céspedes, jardinero de los Mets, cuando llegó en un caballo a los entrenamientos.

Si es amante del cine, seguro que ya vio la gala de los Oscar en Los Ángeles y la película ganadora de Leonardo Di Caprio. Si está enganchado con el serial Quantico, pase después de las 10 de la noche cada domingo por casa de algún vendedor de discos piratas en Cuba.

Culebrones, seriales y filmes puede disfrutarlo en su hogar por sólo 2 cuc cada capítulo. Con una memoria flash en cualquier tenderete habanero te lo copian.

Y por un cuc, tiene la posibilidad de escoger entre las películas más taquilleras de Hollywood o el último recital de Beyoncé. Pero si usted es de los que le dedica varias horas a la caja tonta, entonces contrate el 'Paquete', un compendio audiovisual cubano que flota entre la ilegalidad y la permisividad del régimen, con dos terabytes de enlatados, deportes y novelas por 50 pesos cubanos.

Acostumbrados a delinquir para sobrevivir, los dueños de negocios de DVD y descargas de audiovisuales ni siquiera se sonrojan cuando usted les pregunta si conocen que están violando las leyes de Estados Unidos.

Llamémosle Ignacio, un joven con pinta de universitario que tiene un puesto de venta de DVD en el barrio de La Víbora. Despreocupado y risueño, reconoce que lo que él y otros hacen es ilegal.

“No creo que los yumas cojan lucha con eso. Total, si lo que ellos quieren es que la gente en Cuba acceda a internet, a la libertad de expresión y al capitalismo moderno. Y eso es lo que ofrecen sus audiovisuales”, comenta, mientras a un cliente en una memoria flash le copia un filme pornográfico.

“La pornografía es por debajo del tapete. Si te pillan puedes perder la licencia y una multa. Pero no hay tanto rigor. Y a la gente le gusta. Las que más demanda tienen son Alexis de Texas y Anabell, una actriz cubana de porno”, señala.

Todo lo que usted desea en materia audiovisual lo puede encontrar en cualquier estanquillo de discos piratas de la isla, excepto notas sobre la disidencia local o programas que cuestionen a la autocracia verde olivo.

“Es como una ley no escrita. El gobierno te deja 'quemar' y descargar audiovisuales de Estados Unidos siempre y cuando su contenido no perjudiquen a las instituciones cubanas”, cuenta Yoslén, quien se dedica a organizar parrillas de contenidos del Paquete.

El Paquete es un entramado más o menos clandestino donde participan profesionales que trabajan en la televisión estatal o el turismo y que gracias a su acceso a la TV por cable pueden descargar varios terabytes de audiovisuales.

Pero la piratería en Cuba es institucional. Sin gastar un centavo, ésa es una de las ventajas del embargo, olímpicamente se saltan las leyes estadounidenses y en la programación televisiva nacional, colocan juegos de baloncesto, béisbol, filmes y seriales de canales públicos.

“En Cuba existen leyes para proteger los derechos de autor y la piratería, pero no se cumplen. Sobre todo si procede de Estados Unidos. La idea que prima es: ‘si esta gente nos tienen bloqueados, pues nosotros no tenemos que respetar sus leyes’. Cuando el embargo se derogue, la televisión cubana va a estar en aprietos. No sé de qué manera van a diseñar su cartelera, pues la mayoría de los audiovisuales y películas son gringas”, acota Nivaldo, abogado.

La sensación que se percibe entre los vendedores de discos pirateados es que a Estados Unidos, en el caso de Cuba, eso no le interesa. La gente quiere creer en la benevolencia del americano bueno.

Pero lean esto. La Motion Pictures Association of America (MPAA), Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, publicó un detallado informe titulado El coste de la piratería (The Cost of Movie Piracy), donde se señalaba que durante el año 2005 las descargas y ventas ilegales de películas provocaron a la industria del cine 18.000 millones de pérdidas.

En el otoño de 2012, en la Cámara de Representantes de EEUU, el congresista Lamar Smith presentó un proyecto de ley que tenía como finalidad expandir las capacidades de la ley estadounidense, para combatir el tráfico de contenidos con derechos de autor y bienes falsificados a través de internet.

Esa ley, conocida como SOPA, junto a otro proyecto legal llamado PIPA, fue pospuesta en el Congreso estadounidense. Pero según el jurista Nivaldo, en Estados Unidos “existe una gama de leyes que protegen y sancionan las violaciones al derecho de autor y empresarial”.

En el verano de 2015, un abogado de la cadena de comida rápida McDonald’s intentó demandar al dueño de una cafetería privada en Camagüey por utilizar sin licencia el logo de la compañía.

En varios negocios gastronómicos particulares en Cuba se utiliza el logo de Pizzas Domino’s o Burger King. Daniela, dueña de un café en Acosta y Poey, 10 de Octubre, llamado Domino´s no considera que esté transgrediendo la ley. “Desconozco si se puede utilizar el logo o el nombre. Creo que no sea un problema legal grave. Al contrario, estoy prestigiando esa marca”, dice en tono serio.

En cualquier negocio dedicado a la reparación de teléfonos inteligentes y computadoras, se vende software y aplicaciones craqueadas de empresas norteamericanas. “De todo, desde Windows 10 hasta aplicaciones de Apple”, expresa Onilio, dueño de un puesto de reparar celulares en el municipio Cerro.

La buena nueva es que luego del restablecimiento de relaciones diplomáticas, en las diversas conversaciones entre Cuba y Estados Unidos, hasta la fecha, no se ha discutido el tema de la piratería.

La mala noticia es que en algún momento acontecerá. Entonces el sector empresarial estadounidense, que ahora elogia a los emprendedores privados cubanos, no les va a temblar el pulso para demandarlos. Es sólo cuestión de tiempo. 

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