Belén González
Especial
Según las estadísticas, los adultos mayores de 65 años integran el subgrupo de la población de más rápido crecimiento a nivel global
Belén González
Especial
La pirámide poblacional del mundo está cambiando porque la expectativa de vida va en aumento; en el siglo XXI no es extraño que un individuo viva más de cien años y las proyecciones en este sentido son contundentes.
Según la Organización de Naciones Unidas el número de adultos mayores de 60 años a nivel global crecerá a más del doble en las próximas décadas, pasando de 841 millones en 2013 a 2.000 millones en 2050, y para ese misma fecha, más de 379 millones de personas tendrán más de 80 años.
Uno de los cambios más significativos de esta nueva realidad es el hecho de que ya no se es anciano al cumplir los 60 años, sino mucho después, gracias a los avances en materia de salud que hacen posible una vida más larga en condiciones óptimas, superando el detrimento natural del organismo que es parte del proceso de envejecimiento. En consecuencia, el periodo productivo del ser humano también se extiende, generando una nueva transición que se ubica entre la edad adulta y la vejez.
Se trata de un momento de transición, en el que si bien ya la persona no es es el adulto de hace algunos años, aún cuenta con suficientes facultades como para mantenerse activo y autónomo. Estamos hablando de la gerontolescencia, término acuñado por el médico brasileño Alexandre Kalache, quien durante 14 años fue responsable del programa de envejecimiento de la Organización Mundial de la Salud.
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Una palabra rara
Ciertamente el término gerontolescencia suena raro, causa casi la misma extrañeza que en la década de los cincuenta generaba la palabra adolescencia, porque para ese entonces se trataba de concepto nuevo al que aun nadie se acostumbraba, pero con el paso del tiempo, esa construcción social se fue consolidando hasta convertirse en algo normal, y según los especialistas, lo mismo sucederá con el vocablo que define esta nueva transición en la vida de los seres humanos.
Así como los adolescentes son individuos que componen un determinado rango etario, los gerontolescentes son hombres y mujeres que tienen entre los 60 y los 80 años de edad, están en su plenitud profesional y gozan de excelentes condiciones físicas y mentales. Pueden incluso ser abuelos, pero no son ancianos, porque en este nueva esquema social la vejez comienza a partir de los 85 años.
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En la época de nuestros abuelos y bisabuelos una persona de alrededor de los 70 años era un viejito, débil y frágil, con varios problemas de salud y generalmente distanciado de una vida profesionalmente productiva, mientras que actualmente es normal encontrar gente mayor que no solo se caracteriza por su longevidad, sino por su buena salud, energía y capacidad de trabajo. El gerontolescente tiene la sabiduría que se gana con los años y hace un buen uso de ese conocimiento.
Usemos como ejemplo la edad tope de jubilación, ideada por Bismarck en la Alemania de 1881, cuando la expectativa de vida era de 47 años. Unos 130 años después esta aplicaba al llegar a los 60 o 65 años, pero hoy en día hay muchos octogenarios que tienen una capacidad personal y un potencial importante para nuestra sociedad. Está claro que no puede competir con veinteañeros, pero la ventaja comparativa está en la experiencia.
¿Es la edad un asunto psicológico?
Muchos expertos en el área de la salud coinciden en afirmar que la edad es más bien un asunto psicológico, de actitud, aunque es innegable que con el paso de los años nuestro cuerpo va perdiendo condiciones, es por eso que este cambio en el patrón de vida está generando nuevos retos para la medicina.
El cambio en la pirámide poblacional obligará al ámbito de la salud a reaccionar ante las necesidades propias de los adultos mayores, grupo al que en algún momento de la historia reciente perteneceremos la mayoría de los seres humanos.
Ahora bien, es importante tener claro que el aumento en la esperanza de vida es producto de una serie de factores como el acceso al agua potable, el saneamiento, la lucha contra la polución, las vacunas, el desarrollo de nuevas tecnologías clínicas, la creación de fármacos de nueva generación, entre otras, todas contribuciones importantes para aumentar la longevidad del ser humano.
En la edad media el promedio de vida del hombre estaba entre los 20 y 30 años, esta realidad fue aumentando con el desarrollo social, hasta que hace apenas unas décadas se ubicaba en los 75 años, pero el progreso siguió extendiendo este lapso y es por eso que cada vez es más común escuchar hablar de personas centenarias.
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A los avances en la ciencia se han sumado nuevos hábitos que efectivamente aumentan la calidad de vida como el no fumar, hacer ejercicios, alimentarse correctamente y mantener un peso balanceado, y aunque es cierto que también se han descubierto un sinfín de nuevas enfermedades, los avances a nivel de tratamiento son cada vez más significativos.
Ante una realidad como esta, envejecer ya no asusta a las nuevas generaciones, superar los sesenta años dejó de ser una pesadilla para convertirse en una oportunidad. Lo realmente importante es que ahora contamos con un rango adicional de aproximadamente tres décadas más de vida saludable y productiva, no importa el nombre que le pongan.
Perspectivas de longevidad para el año 2050
En 100 años la población mundial aumentará 3,7 veces.
El grupo de hombres y mujeres que superarán la sexta década aumentará 10 veces.
En total, el planeta estará habitado por más de 2.000 millones de personas mayores de 60 años.
De este grupo, 17 de cada 20 vivirán en países en desarrollo.
Y el número de personas que vivirán más de 80 años se incrementará 26 veces.