Tal vez sea un defecto inoculado en mi sangre de periodista furibundo, pero no puedo pasar por ningún lugar del mundo sin ver un noticiero. Es posible que esté en turco, (nunca olvido mi desespero en Ankara mientras Carlos Valenciaga anunciaba algo con una foto de Fidel Castro en la pantalla, y el periodista en un para mí incomprensible turco decia lo que yo no entendía!!) por eso tal vez no puedo estar un solo día en Cuba sin ver el NTV, lugar entrañable y ahora casi desconocido.
Fue en un noticiero donde vi el resumen de esa sesion de diciembre de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el Parlamento cubano, donde dos cosas me situaron a la defensiva en el cómodo sillón que mis padres tienen para ver la television un montón de horas al día. Dos temas que me tocaron tan profundo que en este tiempo que ha pasado no he podido dejar en la alacena del olvido. Se trataba de las respuestas a dos intervenciones del plenario que analizaban cosas tan trascendes para los cubanos de a pie como los precios de los productos agrícolas y la aún incierta existencia de un mercado mayorista para los trabajadores cuentapropistas que pugnan por cambiar el relieve de la propiedad en Cuba.
Raul Castro lo dijo publicamente: Marino Murillo es la cara de los temas económicos. Por eso es el quien responde, argumenta, trata de convencer, explica incluso lo que para algunos es inexplicable. Por eso la gente en la calle no habla de las pifias del gobierno, de las incomprensiones del gobierno sino de las de Marino Murillo. Un papel importante para quien debe responder no solo por las políticas económicas sino por sus resultados. (“¿Resultados?” me cuestionó un vecino de mi barrio cienfueguero. “¡Eso esta cabrón!”) Por eso quiero dejar claras mis diferencias de apreciación sobre lo que dice este hombre a quien no le envidio para nada el puesto.
LOS PRECIOS Y DIOS
Un diputado expuso sus preocupaciones sobre la diferencia entre el precio a que los productores agricolas campesinos en su mayoria, venden los productos y al que los usuarios fianales tienen que comprar. Se preguntó este diputado si había que topar los precios, si el estado tendría que intervenir o cuál sería la cuestión que podría obrar el milagro para que los precios bajaran. Me pareció raro que la respuesta girara alrededor de un eslabón, un elemento del sistema de ventas en cualquier lugar del mundo, incluso en esa Cuba que no se quiere parecer a nadie, pero que cada día se parece más los demás.
Resulta que en palabras de Marino el culpable de esos altos precios era el intermediario. Alli se desató una verdadero campaña contra esa figura comercial, que en Cuba tiene al igual que tantos tremendo problema para sobrevivir. El intemediario no es otro que el carretillero que en la esquina de mi casa vende los tomates tal vez un poco mas caro en q en el mercado de la Plaza pero al igual el que compra hace sus cuentas. Las bodegas han seguido existiendo incluso despues de que los supermercados acapararon las ventas. Y eso se debe a que como en todo sistema, se necesita una cadena que de una respuesta a los que demandan. En este caso, lo sorprendente es que los mercados donde venden productos agricolas provenientes del EJT (productores del sector militar) los precios que pude apreciar son tan altos como los que vi en las carretillas de los “viles” intemediarios. Y no quiero hablar de los mercados en divisas.
Lo peor vino par de días después: desaparecieron los intemediarios y con ellos la posibilidad de comprar en el barrio, aunque fuera más caro, los productos que luego, increíblemente, ni en los mercados habituales se podían encontrar. Ninguno en ese resúmen ( quien sabe puertas adentro) habló de la imposibilidad del productor de vender el mismo su producción ( ¿sino en que horario vigila sus cultivos?) ni tampoco de la lentitud de la creación de las cooperativas de segundo grado ( previstas en el lineamiento 29) y que podría con un poco de suerte y el intelecto cubano resolver al menos esta parte de la cadena.
Nadie habló de la génesis de los intermediarios, y de la verdadera solución, que estaría entre producir más para cumplimentar la demanda y que esa producción tuviera mercados mayoristas donde el que compra para revender pudiera mantener un precio más aceptable para el consumidor final. ¿Cómo se pretende que una piza hecha con la harina que en los mercados únicos donde se puede comprar tiene mínimo un 180 por ciento de impuestos puede tener un precio asequible para el común de nuestros mortales? Y si le compran los tomates al vendedor de la plaza, ¿ qué precio final puede tener?. Esto de los precios, tal vez ni Dios podría responderlo si insistimos en errores del pasado.
LA DIFICIL TAREA DE EMPRENDER
Para quien tiene el abc de lo que es emprender un negocio, sabe que debe buscar insumos, materias primas, proveedores, instalaciones… Tal vez mucho más que esto, pero sería lo imprescindible para que el resultado final no se encarezca más de lo que el cliente puede pagar. Esto es tan elemental que está previsto hasta los Lineamientos Económicos y Sociales, piedra angular de las transformaciones que pretenden sacar al país del hueco, y biblia que debia tener en sus manos Marino Murillo cada momento de su vida.
Cuando una colega de la televisión cubana, diputada también, lo sacó a la palestra, las explicaciones del responsable de la política económica se fueron por la nubes. Si logré entender bien, la culpa de que no existiera un mercado mayorista la tenía la doble moneda, y se extendió tanto es este aspecto que perdí el hilo y terminé tan confundido que casi pregunto de quién es la culpa de la existencia perenne y agotadora de una doble moneda en el país. No lo hice porque si me dicen que es el bloqueo norteamericano, perdería mi habitual y distante compostura ante los hechos periodísticos.
Pero la realidad es que nadie explicó que la economía es un sistema que requiere bases, si los cambios proyectados no empiezan por cimentar esas bases será tema de análisis pero no de solución. No escuché explicar por que no se cumple el acceso a créditos que esta previsto en esta bitácora colectiva que son los Lineamientos ( ver del 50 al 54), no explicaron por que no hay aun acceso real a los insumos y equipamientos necesarios, imprescindibles podría agregar para que se dispare la producción y sean mas asequibles y de calidad los servicios. Todo lo contrario es lo que he visto: se encarece la posibilidad de recibir equipos que sin tener un fin comercial ni productivo (cafeteras, refrigeración, muebles) las personas privadas en Cuba podrían utilizar para dar un impulso a sus negocios.
No se que ha pasado con el lineamieto 304 que marca una reestructuración del comercio minorista y mayorista, pero si bien reconozco que hay más alimentos en Cuba, todavía su arcaica distribución afecta directamente al principal consumidor: el pueblo. Es hora de que diferencias aparte, nos sentemos todos los que tenemos opinion y veamos que otras ideas tienen para dar solución a las cosas.
No siempre del bando opuesto las cosas son negativas; aunque no me extrañaría que en esto, como en otras cosas, discrepe con Marino.